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El eco de la vida: #niunamenos

Por: Juan Aguilar, Trabajador Social


Señor Director:

En pleno siglo XXI y donde los inventos tecnológicos avanzan rápidamente y nos sorprenden a diario desarrollándose en casi todos los campos de la ciencia. Al parecer, en ciertos rincones del mundo y de nuestro país, habitan seres que se pierden en la distribución de diálogos e inteligencia emocional. Y quizás los puedes ver agarrados a algún aparato móvil carentes de sentimientos, machacando sus deseos primitivos en el metro de regreso a sus casas o con su mujer al llegar bien tarde del trabajo ofuscados de no poder ser escuchados, donde su opinión no vale absolutamente nada. Ojo, aquí es muy importante que no solo pongamos nuestra atención en el estrato social más bajo (y lo justifiquemos por su ignorancia), porque esto es transversal y los «medio pelo» como yo, o muchos «riquillos», «paltones», aquellos humanos como todos pero «poderosos» que tampoco son escuchados por sus trabajadores y donde tienen que tomar medidas bien «callampas», también en muchos casos llegan a sus casas en la misma actitud cobarde, acumulando tensión y descargándola de forma violenta.

Y cuando ya se nos acaban los argumentos para conseguir nuestros deseos y las calles nos golpean en la cara con sus carreras de ego. La violencia surge como el último de los recursos del que no tiene la capacidad suficiente para dialogar y sobrevivir en esta selva de cemento. Y en esto, la mayoría de los ciudadanos nos encontramos confundidos y molestos con los últimos acontecimientos sucedidos con todas aquellas mujeres que fueron asesinadas, torturas y abusadas en lo que va corrido de esta semana. (Esto me genera tanta indignación como los abusos policiales y todas las victimas como el pueblo mapuche que viven a diario esta represión constante, mientras estoy metido en un taco capitalino).

De lejos puedo oír el rumor de doña Juana que debe estar murmurando desde su ventana, un «algo habrá hecho la Rosita». Porque en este sistema mundial social primitivo, donde la autoridad es siempre ejercida por el pseudo-hombre las mujeres no sirven en cargos de poder, no sirven para amar, para estudiar y para nada que nos impida el paso de la luz del sol y nos bloquee en lo más mínimo nuestro súper ego y nos robe alguna felicitación. Y me lo reafirma una dama en “la micro” que va con su hijito pequeño y cuando ve el diario, me apunta a la presidenta y con un insulto, me intenta decir que esta señora no tiene idea de nada de lo que hace.

Si la violencia se apodera de nosotros desde que nos levantamos temprano para comenzar el día, ¿cómo podremos mejorar esto? Quizás la primera medida sea actuar de forma menos indiferente, educando a todos nuestros niños que son el futuro pero también el presente de nuestra sociedad. Si los hacemos participes y los avergonzamos menos, si valoramos más sus acciones y fortalecemos su autoestima, mostrándole nuestro afecto y protección, claramente estaremos avanzando, pero no olvidemos que ellos en todo momento nos están observando y son el reflejo de nuestras acciones, como el eco de la vida que hemos elegido vivir.

Si la muerte y el maltrato hacia una mujer hoy no tiene sentido y no nos remece de nuestros asientos, entonces ¿Qué tiene sentido?

Juan Aguilar, Trabajador Social

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