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#niunamenos y derechos de infancia

Por: Militza Glasinovic, Abogada en Derecho de Familia, Clínica Jurídica U. Finis Terrae


Señor Director:

El argumento de la campaña en repudio a la violencia contra la mujer requiere un análisis más profundo.

Florencia, la pequeña de 10 años asesinada en Coyhaique, murió siendo niña y en su condición de tal. No fue una mujer atacada por el solo hecho de serlo, sino una menor que no fue protegida por quienes tenían ese deber.

La Convención sobre los Derechos del Niño señala que es obligación del Estado protegerlos de toda forma de maltrato perpetrada por padres, madres o cualquiera otra persona responsable de su cuidado, y establecer medidas de prevención y tratamiento.

Sin embargo, observamos la vulnerabilidad en la que se encuentra un número importante de niños en nuestro país. Lo ocurrido nos recuerda que nuestra legislación no está acorde a la Convención, ya que, por ejemplo, el maltrato infantil carece de una tipología penal especial, a diferencia de lo que ocurre con las mujeres, en cuyo caso existe la figura del Femicidio. Algunos dirán que ello no basta por sí solo y sin duda tendrían razón, ya que sin políticas públicas de prevención poco y nada se puede hacer.

Pero debiésemos separar aguas, ya que el crimen de esta menor podría ser invisibilizado al mezclar los derechos de infancia con los requerimientos de las mujeres, incluso abriendo un flanco delicado al facilitar que se pudiesen elaborar argumentos basados en un añejo y torcido machismo decimonónico, desde el cual se podría sostener, no sin un poco de razón, que las mujeres nos valemos del atroz asesinato de una niña para enarbolar las banderas de nuestras demandas.

Es por ello que se hace necesario acotar el tema, por una parte, promoviendo y fortaleciendo la legislación que proteja a los niños, especialmente en cuanto a su integridad física, y por otra, poniendo de manifiesto que las mujeres tenemos nuestra propia realidad y requerimos de una protección particular frente a diversos riesgos, que pueden ser muy diferentes a los que corre un menor.

Las mujeres debemos ser capaces de establecer con nitidez nuestras demandas en el contexto social y dejar en claro que nuestras necesidades nacen desde la dignidad femenina y no asumirnos como sujetos débiles, identificándonos con los niños, niñas y adolescentes, quienes sí requieren protección por ser indefensos.

Actuar de otra forma es llevar agua al molino histórico del machismo, reafirmar y robustecer las ideas que permitieron que se nos identificara como el sexo débil.

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