Publicidad

¿Accidente o negligencia?

Por: Pablo Utz C


Señor Director:

Mi suegro, Patricio Cañete Toro, PHD en Ingeniería de Seguridad y Salud Ocupacional, me dijo una vez que los accidentes no existen. Que lo que había eran negligencias en la prevención y un claro descuido de personas e instituciones en la evaluación de riesgos. Como buen yerno, adhiero públicamente a su apreciación, aunque sólo en parte, pues aún no le asigno a la condición humana el carácter de infalible que nos haga evitar los desaciertos que a veces se entrelazan de forma fatal para causar dolorosas e incalculables pérdidas humanas y monetarias.

Dicho esto, si creo que don Jorge Seguel, quien falleciera el sábado recién pasado tras sufrir un ataque al corazón, mientras veía jugar a su hija Daniela en la Copa Las Condes, podría estar vivo, si de una vez por todas la seguridad y salud de los chilenos dejaran de estar en segundo plano.

En el Club donde se desarrollaba este Campeonato Internacional, no había un Desfibrilador Automático (DEA) disponible ni, aparentemente, tampoco personal idóneamente capacitado para enfrentar la emergencia. “Y para qué, si se supone que estas cosas nunca pasan, ¿verdad? Y si llegan a pasar, siempre les pasa a otros, pero nunca a nadie de nuestro entorno”, habrán pensado al unísono los cientos de organizadores de eventos deportivos realizados este fin de semana en todo el país.
Esta es la premisa que hace que en Chile mueran miles de personas en sus trabajos, mientras visitan un mall, en un restaurante, en una habitación de hotel, jugando un partido de babyfútbol o incluso en la tranquilidad de su condominio.
En Chile ninguna ley obliga a organizadores de eventos deportivos – salvo al fútbol profesional, a través de la Ley 20.844-, ni a los propietarios de centros comerciales, aeropuertos, terminales de buses o de lugares donde transite diariamente un gran número de personas, a contar con las más mínimas normas de seguridad que hagan posible salvar vidas ante un ataque cardíaco o cerebrovascular, hoy por hoy, la principal causa de muerte en nuestro país.

Es cierto que la vida no depende sólo de la oportuna y correcta aplicación de medidas como la Reanimación Cardiopulmonar o la aplicación de un DEA, pero si ni siquiera nos ocupamos como sociedad de responder a los primeros auxilios para quien enfrenta un ataque de estas características, y esa es la consiente decisión de nuestros líderes que aún no legislan al respecto, entonces no nos quejemos de lo ocurrido, y será mejor que empecemos a enjuagar las lágrimas de nuestros pañuelos para la próxima vez, a la espera de un nuevo “accidente”.

Pablo Utz C.

Publicidad

Tendencias