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Obispo Contreras sobre caso Karadima

Por: Cristián Contreras Villarroel, Obispo de Melipilla


Señor Director:

El diario electrónico “El Mostrador”, viernes 11 de noviembre de 2016, publica una crónica titulada “Víctima de abuso denuncia a reemplazante de Ezzati en la Conferencia Episcopal: Me dijo que me suicidara”. Se refiere al obispo Santiago Silva, a quien conozco desde el año 1989.

Como conclusión de la crónica agregan: “Las acusaciones también caen sobre el actual obispo de Melipilla y el nuevo vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Cristián Contreras Villarroel. Lo acusan de encubrir delitos sexuales y, en específico, los vinculados al párroco de El Bosque, Fernando Karadima”.

El relato de El Mostrador finaliza así: “La ex esposa de James Hamilton fue en 2005 a contarle a Villarroel (sic) los abusos que había sufrido su esposo, pero el obispo le dijo que él no podía comenzar una investigación. Otra de las víctimas, Juan Carlos Cruz, lo califica como uno de los tipos más siniestros en la Conferencia Episcopal y afirma que encubrió a Karadima y que ha protegido a Errázuriz y Ezzati”.

Al respecto, vengo a desmentir lo referente a mi persona en cuanto a encubrir delitos sexuales de Karadima, persona que produjo un daño nefasto y con quien nunca tuve trato alguno. Hace poco más de un año, en conferencia de prensa que varios medios de comunicación reprodujeron señalé: “el daño causado por Karadima es inconmensurable”. Afirmación que significó para muchos católicos una liberación y muchas gratitudes. En mi opinión esa persona -que de sólo nombrarlo me recuerdo de sus atrocidades y el dolor que produjo- realizó el daño más grave a jóvenes buenos que querían ser sacerdotes y de quienes abusó. Me refiero no a un episodio del pasado, sino a un daño cuyo impacto se perpetúa.

Me conoce muy bien la periodista Mónica González, directora de CIPER, autora de “Los secretos del imperio de Karadima. La investigación definitiva sobre el escándalo que remeció a la Iglesia chilena” (Catalonia, UDP, diciembre 2011) . En su libro, en la página 252, se lee: “La cita de Verónica Miranda con el obispo Cristián Contreras se concretó en mayo de 2005, casi un año después de su declaración ante Escudero (n. de r.: juez eclesiástico “ad hoc”): ‘Me recibió en el Arzobispado. Fue muy acogedor. Me escuchó y me dijo que hiciera una declaración formal, una carta. También me dijo que para que ocurriera algo debía presentarse James’, recuerda Verónica.
Al oír el testimonio de la esposa de James Hamilton, el obispo Contreras quedó abatido. Según narró a los autores de este libro ‘sentí dolor, impotencia y rabia muy grandes al constatar el sufrimiento de personas causado por comportamientos de un sacerdote’ ”.

Vivimos en un ambiente de profunda desconfianza. No entiendo por qué se me menciona en la referida nota. Hubo gente que confió en mí, me pidieron ser escuchados y ayudados. No me importa aparecer en los recuentos históricos como héroe o villano. Lo importante es que las personas que sufrieron por el abuso del “innombrable” saben bien qué hice, qué no pude hacer y qué consecuencias tuvo para mí y para ellos.

Como fuente de narración objetiva, espero que acudan siempre a la resolución de la Sra. Jueza Jessica González.

Escribo esta carta a petición de mis amigas, amigos y familiares que me quieren bien y buscan la verdad.

Lo saludo cordialmente y quedo a su disposición para conversar de este y otros temas, con la mejor voluntad de mi parte.

Cristián Contreras Villarroel
Obispo de Melipilla

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