Estimados lectores, hace ya un par de años que se vienen realizando distintos reportajes, encuentros, intercambios y análisis “serios” sobre el sistema educativo finlandés y cómo este ha llegado a ser exitoso. Todo lo anterior para “sacar lecciones”, aprender de ellos y así poder mejorar nuestro alicaído sistema educativo.
Son numerosos los “especialistas” y “analistas” en educación (muchos de los cuales, por supuesto, nunca han pisado un aula) que emiten recomendaciones y recetas, las cuales se establecen casi como un nuevo paradigma al cual todos debemos adscribir porque es “demodé” considerarlos y en ciertos círculos aparece muy bien visto citar la experiencia finlandesa al respecto.
Sin duda alguna, Finlandia es un país que ha sabido reinventarse y generar un sistema social y político renovado que lo tiene a nivel mundial como número 1 en el ranking de desarrollo de su mercado laboral. No obstante lo anterior, o precisamente considerando los elementos que nos diferencian de esta nación desarrollada (ver http://www.datosmacro.com/paises/comparar/finlandia/chile), es que podemos entender el peligro de establecer comparaciones directas, sin considerar las particularidades de cada país.
Sobre Finlandia se establece que la particularidad de su educación se basa en lo siguiente: “Finlandia es una sociedad basada en la igualdad”, dice el especialista Kukkanen. ‘Japón y Corea son sociedades altamente competitivas –si no eres mejor que tu vecino, tus padres pagan para poder mandarte a la escuela nocturna–. En Finlandia, superar a tu vecino no es muy importante. Todo el mundo está en la media, pero la media está muy alta”.
[cita tipo= «destaque»]¿Es coherente sacar experiencias de Finlandia para aplicar en nuestro país? Si ya sabemos la respuesta, se hace más interesante formularnos una nueva: ¿cuáles son los elementos en los que deberíamos fijarnos para mejorar nuestro sistema educativo?[/cita]
Efectivamente, la media en Finlandia es muy alta, su PIB per cápita para el año 2015 era de 27.703.226 de pesos. Mientras que para Chile el mismo año el ingreso por persona en promedio fue de 8.748.998 pesos. Si miramos los datos que nos arroja el coeficiente o índice de Gini, el cual mide la desigualdad entre las personas que habitan el mismo país, donde un puntaje más cercano a 0 (cero) implica mayor igualdad y uno más cercano a uno, lo opuesto, es decir, mayor concentración del ingreso en menos personas, tenemos que nuestro país presenta un índice de Gini de 0,503, entre el periodo 2006 a 2011, compartiendo los últimos lugares con Turquía y México. Por su parte, Finlandia, con un 0,261, es uno de los tres países con menos desigualdad de los ingresos dentro de las naciones de la OCDE (mayor detalle aquí).
A partir de lo expuesto anteriormente, se hace obvia la pregunta: ¿es coherente sacar experiencias de Finlandia para aplicar en nuestro país? Si ya sabemos la respuesta, se hace más interesante formularnos una nueva: ¿cuáles son los elementos en los que deberíamos fijarnos para mejorar nuestro sistema educativo?
Los elementos que me permito presentar, porque siempre debe haber un afán propositivo en toda crítica, son: