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El greenwashing y la hipocresía ambiental de las mineras Opinión

El greenwashing y la hipocresía ambiental de las mineras

Boris Suazo Páez
Por : Boris Suazo Páez Ingeniero Comercial
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La semana pasada estaba escuchando música en una versión gratuita de Spotify, la característica principal de esta versión es que cada tres o cuatro canciones se reproducen comerciales que no se pueden acortar. En especial, llamó mi atención un comercial de Minera Escondida. En este comercial de 30 segundos, difundido mediante una de las Apps más utilizadas en Chile para escuchar música, se afirmaba de forma reiterativa: “Minera Escondida se preocupa del medioambiente”.

Tal afirmación viene de parte de una empresa que participa en uno de los rubros más contaminantes de nuestro país. El Centro de Computación (CEC) de la Universidad de Chile apunta, entre otras, a las siguientes dimensiones de la contaminación minera:

a) Daño a la tierra: Se estima que 27 mil megatoneladas (27 mil millones de kilogramos) de minerales se extraen de la corteza terrestre cada año en el mundo.

b) Liberación de sustancias tóxicas: Las deficiencias o excesos de elementos metálicos pueden ser perjudiciales para la vida. Estos excesos se pueden generar por drenajes de aguas de minas, de desmontes o relaves mineros. Algunos elementos, como el cadmio y el mercurio, son muy comunes en cantidades pequeñas, lo que los hace fáciles de absorber por los seres humanos, y además altamente tóxicos.

c) Desmontes y relaves: La minería requiere del movimiento de material estéril para depositarlos en desmontes en las cercanías de las minas y también produce relaves: correspondiente al residuo que mezcla agua, mineral molido y otros, que es resultado de la extracción de minerales sulfurados. Estos deben almacenarse en condiciones que no afecten el drenaje local y evitar escapes e infiltración de sustancias perjudiciales.

d) Drenaje ácido de minas: Las aguas ácidas generadas por la actividad minera resultan de la oxidación de minerales sulfurados. La pirita es uno de los sulfuros más comunes y su oxidación produce ácido sulfúrico y óxidos de hierro. Las aguas ácidas atacan al medioambiente, produciendo elementos tóxicos que se pueden liberar. Estas aguas se originan en los sistemas de desagüe de las minas, tanques de relaves y desmontes. Puede provocar desde la decoloración de suelos, hasta producir una polución extensa en sistemas de ríos y tierras de cultivo.

[cit tipo=»destaque»] El greenwashing es definido como el uso de la comunicación y el marketing para ocupar la sostenibilidad y posicionarla como un valor organizacional, cuando, en realidad, los productos y procesos siguen y seguirán siendo nocivos para el medioambiente. El fin de esta comunicación no es más que aumentar los beneficios de la empresa en cuestión y, además, generar diferenciación mediante la ambigüedad de un discurso como “nos preocupamos del medioambiente”.[/cita]

e) Salud y Seguridad de los trabajadores: Riesgo de exposición de los trabajadores mineros a materiales tóxicos derivados de las menas en las minas, plantas y fundiciones.

f) Fundición: Emisión de dióxido de azufre (SO2), que junto al dióxido de carbono (CO2) y Óxidos de Nitrógeno (NOx) producen la lluvia ácida. Las instalaciones mineras a nivel país emiten el 90% del SO2 y aunque actualmente se tratan con plantas de ácido sulfúrico, al año 2012 se seguía emitiendo a la atmósfera cerca de 10 mil toneladas de SO2 al aire en la Fundición Ventanas.

El listado es más largo, pero con lo expuesto se puede dimensionar lo contaminante y extremadamente peligroso para el medioambiente que es la actividad minera en cada una de las etapas de extracción.

El greenwashing es definido como el uso de la comunicación y el marketing para ocupar la sostenibilidad y posicionarla como un valor organizacional, cuando, en realidad, los productos y procesos siguen y seguirán siendo nocivos para el medioambiente. El fin de esta comunicación no es más que aumentar los beneficios de la empresa en cuestión y, además, generar diferenciación mediante la ambigüedad de un discurso como “nos preocupamos del medioambiente”.

Esta publicidad en un medio tan masivo representa, bajo mi punto de vista, falencias importantes de nuestra institución ambiental:

Primero, la legislación chilena respecto a la actividad minera es débil y se basa más en la disminución de la contaminación hasta límites aceptables, siendo un permiso para dañar de forma más lenta nuestros ecosistemas y nuestra vida, más que en la erradicación de los problemas ambientales generados por la actividad minera: esto generaría que la sensación y comunicación de externalidades negativas de la minería (o cualquier industria contaminante) puedan ser positivas incluso cuando estas siguen siendo nocivas para nuestro medioambiente: si cumplen con los estándares legales, en vez de aceptar el enorme impacto de su actividad, comunicarán de forma abierta y sesgada que “se preocupan por el medioambiente”.

Segundo, un uso de suelo tan invasivo con la naturaleza y la sociedad debe tener restricciones al tipo de publicidad que puede generar: esto no es censura de la libertad de expresión, sino más bien responde a un lineamiento institucional para evitar ambigüedad y confusión en temas medioambientales: la minería fue, es y será una actividad nociva y está bastante lejos de ser neutral o positiva en su impacto. La preocupación y mejoramiento de procesos que afectan las externalidades negativas de la actividad no deben ser vistos como un favor, deben ser vistos como un deber por quienes las generan.

Por último, hace falta un ente controlador, estatal o privado, que ponga especial atención en los mensajes comunicativos de las industrias en general. Así como el caso de Minera Escondida, hay muchas industrias y organizaciones que están abrazando una estrategia comunicacional en donde ocupan la sostenibilidad como pilar estratégico o como un atributo de su producto. Sin embargo, estos deben ser sujetos a control para asegurar que estas organizaciones o productos cumplen con los atributos que se les otorgan. Esto se hace necesario, dada la creciente preocupación por parte de los ciudadanos chilenos a consumir productos que tengan el menor impacto ambiental posible.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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