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La exposición de Mery ante la Comisión de la Cámara

«Vale la pena destacar que hasta ahora ningún preso que haya estado detenido en la Escuela de Artillería de Linares, cuyo número según sus propias estimaciones alcanzó alrededor de 300, me ha acusado directamente que yo, el detective Mery, le haya aplicado torturas. Por el contrario, hay varios testimonios referidos a mi trato humanitario», continúa el texto.


Catorce páginas -con trece incisos- tiene la presentación por escrito que hizo hoy ante la comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, el director de Investigaciones Nelson Mery y que revela en exclusiva El Mostrador.cl



Mery comienza señalando que entrega este información a raíz del oficio 202-03, fechado el pasado 22 de julio, le envió está instancia.



Inicia su relato señalando que el día 11 de septiembre de 1973 se desempeñaba como detective de la comisaría de investigaciones de Linares.



«Recuerdo que al día siguiente del Golpe, el comisario señor Hernández fue llamado por el jefe de plaza, coronel Gabriel del Río, quien le reprendió severamente por no haberse presentado ante la autoridad militar el mismo 11 y agregó que se ordenó que nombrara un enlace con la jefatura de plaza. Además de designar otros detectives para colaborar con la autoridad militar», inicia el relato Mery.



El director de investigaciones señala que le representó a su superior que era «el menos indicado APRA el cargo, ya que se sabía que yo había votado por el doctor Salvador Allende».



A renglón seguido, destaca que su jefe le comentó que lo había elegido por ser el más correcto y también le preocupaba que un detective bajo su mando era casado con una militante del Partido Socialista.



Reconoce que ocupó el cargo de interrogador entre el 12 de septiembre al 28 de diciembre de 1973. Sin embargo asegura que "insistí en varias oportunidades en regresar a la unidad policial, lo que fue rechazado reiteradamente por la jefatura de plaza".



Artillería pesada



Mery relata que el 12 de septiembre del 73 fue puesto a disposición del departamento segundo de inteligencia que estaba a cargo del mayor Jorge Zincke, "quien el señaló que debía tomar declaraciones a los detenidos ya que estos eran muchos".



«Me llamó al atención que se refiere a ellos como prisioneros, lenguaje que utilizaban los militares con la sola variación de señalarlos como prisioneros políticos o de guerra», escribió.



Continúa relatando algunos hechos anómalos posteriores al Golpe: «al cumplir esta misión me percaté que había varios detenidos por toque de queda por sospecha, o por tener el pelo largo. Recuerdo a uno que estaba por llamarse Fidel, y era un campesinos que había echado abajo un árbol, pasando a llevar con sus ramas un cable telefónico del reten de Carabineros de Putagan, y en consecuencia había sido implicado en el Plan Z, otros por mofarse de la junta, en circunstancias que se referían a la junta de vecinos del sector rural llamado Coironal…», detalla.



En todo caso, Mery asegura que siempre dio un «trato justo y digno, como fue siempre mi proceder como detective, antes y después del golpe».



«Vale la pena destacar que hasta ahora ningún preso que haya estado detenido en la Escuela de Artillería de Linares , cuyo número según sus propias esytimaciones alcanzó alrededor de 300, me ha acusado directamente que yo, el detective Mery, le haya aplicado torturas. Por el contrario, hay varios testimonios referidos a mi trato humanitario», sigue.



Mery insiste en que pese a haber actuado como interrogador "me preocupé de avisarle a los familiares de detenidos la situación en que éstos se encontraban». «También logré impedir la tortura en varios de ellos…como ya lo ha reconocido el alcalde de Linares Carlos Villalobos», precisa.



Detención de Patricia Contreras



Respecto a este punto, Mery señala que el 18 de diciembre de 1973, la inteligencia militar de Linares, «por razones que aún ignoro, me interrogó para establecer si conocía Patricia Contreras Farías».



«Pese a estar extrañado por la forma de preguntar, así lo reconocí, por que era efectivo. Se trataban de una joven militante socialista. Entonces me ordenaron que viajara a Santiago de inmediato para detenerla, sin precisarme ni domicilio ni lugar. Viajé a Santiago en un jeep del Ejército junto a un grupo de militares, dándome cuenta de que ellos conocían el domicilio, ubicado en calle Cienfuegos, al cual ingresé a las 18 horas junto a varios militares al mando del hoy general, el entonces capitán Humberto Julio, hoy procesado por mis declaraciones», explica.



«En ese domicilio cumplí la orden de detener a Patricia Contreras y los militares, por razones que ellos deben explicar, detuvieron a María Isabel Beltrán (hoy desaparecida), hija de la dueña de casa. Durante esa detención, la madre de María Isabel me solicitó el nombre el que le dí completo y, tal como ha sido siempre mi proceder. Sin embargo los militares se negaron a dárselo», continúa.



Señaló que tanto Contreras como Beltrán quedaron a disposición de la Inteligencia Militar. «Sobre ambas detenciones fui interrogado por el ministro en visita Alejandro Solís, a quien no obstante investigaba secuestros, le señalé los nombres y grados de quienes torturaron a Patricia Contreras», dice.



«Impasse» con la inteligencia militar



Sigue en su declaración ante la Cámara que en el verano de 1974, cuando los militares estaban a punto de realizar un consejo de guerra a Patricia Contreras, le llamaron para que le tomara declaración, ya que ésta faltaba.



Mery señala que le explicó a los militares que la mujer había quedado a disposición de la Sección Segunda y que ignoraba si se había realizado el trámite indagatorio, «ya que había estado ausente el 25 de diciembre por enfermedad».



Insiste en que debió concurrir obligatoriamente hasta la Escuela de Artillería y llevar a efecto el trámite. En esa ocasión Contreras le dijo que había sido torturada por militares y los detectives de San Javier, quienes están procesados por el ministro Solís en la actualidad.



«Luego de tranquilizarla, le tomé una nueva declaración, esta vez exponiendo lo que ella libre y espontáneamente ella me declaró, en una versión que obviamente resultó distinta a la que le tomaron bajo tortura…», precisa.



Tras esta declaración, que Mery asegura no saber si fue puesta a disposición del Departamento Segundo de Inteligencia, Contreras fue derivada a la Cárcel de Mujeres del Buen Pastor.



Hombres de Negro



En la página 5 del documento, Mery relata el impasse que tuvo con dos «delegados del gobierno» que llegaron a «preguntarle» si había ayudado a Patricia Contreras.



«En lo principal mi respuesta fue que si el creía que el hecho de no haberla flagelado podía ser interpretado como una ayuda, póngale que la ayudé entonces», redactó.



Meses más tarde Mery se encotró con Patricia Contreras en el centro de Linares con los enviados del gobierno militar, a lo que ella le indicó que «sospechaba que una de las detenidas o una monja podría haber filtrado la información, lo que originó el interrogatorio de los delegados del gobierno».



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