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El asesinato de un defensor de los DDHH

La muerte de Sergio Vieira de Mello en el atentado de ayer contra la sede del organismo en el Hotel Canal de Bagdad, donde murieron al menos 17 personas más, es el golpe más fuerte sufrido por la ONU desde la muerte en un accidente aéreo -jamás aclarado- del secretario general, Dag Hammarskjöld, ocurrido, en 1961, en el Congo.


Nacido en Río de Janeiro, el 14 de marzo de 1948, Sergio Vieira de Mello se educó en Brasil y más tarde en la Sorbornne, Francia, donde obtuvo un doctorado en Letras y Ciencias humanas.



Trabajó 33 años para la ONU, cumpliendo labores en Bangladesh, Sudan, Chipre, Mozambique, Perú, Ruanda, Camboya, la ex Yugoslavia y Kosovo. Su experiencia en el trabajo con prófugos, lo puso a la cabeza de los esfuerzos del organismo en Timor Oriental, donde supervisó, en el verano de 2002, la transición de la antigua provincia indonesa a un Estado democrático independiente. El 12 de septiembre del año pasado, asumió el cargo de Alto Comisario de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, reemplazando a la ex primer ministro de Irlanda, Mary Robinson.



Luego de realizar tareas para el organismo internacional en diversas zonas en conflicto, fue representante en América Latina del Alto Comisionado de la ONU, en pleno período de dictaduras militares entre 1978 y 1980. Más tarde fue asignado al Líbano, donde se desempeñó como jefe de los asesores políticos de las Fuerzas de Paz de la ONU, durante la guerra civil.



A mediado de los noventa se desempeñó como delegado del organismo en Bosnia y encargado de asuntos civiles de la Fuerza de Protección de Naciones Unidas en la ex Yugoslavia. Por último, en 1998 representó al Secretario General en Kosovo, tras los bombardeos de la OTAN a Serbia.



El secretario general de la ONU, Kofi Annan, designó a Vieira de Mello como representante de la organización en Irak el 23 de mayo pasado. Después de rechazar en dos ocasiones el nombramiento, el funcionario brasileño solo accedió cuando se fijó un plazo máximo de 4 meses a su misión. Al momento de su muerte, le quedaba poco más de una mes para cumplir el mandato.



El cargo en Irak fue establecido por el Consejo de Seguridad, tras el levantamiento de las sanciones impuestas a ese país hace 13 años, en castigo por la invasión de Kuwait en 1991. La resolución fue votada con 14 votos a favor y la marginación de Siria. El representante de la ONU en Irak debía, según la resolución, cumplir un papel independiente de las fuerzas ocupantes, con un alcance limitado.



Al llegar a Bagdad declaró: "De ahora en adelante, todos los iraquíes pueden dar por sentado que gozarán de libertad, dignidad y seguridad".



Su labor en Irak era extremadamente delicada. De acuerdo con lo establecido por la resolución 1483 de la ONU, debía coordinar las labores del organismo en el país en el ámbito de la reconstrucción y de la ayuda humanitaria. Debía, además, contribuir a la formación de una administración interina, vista como el primer paso para el auto gobierno en el Irak post Sadam. Esto significaba mediar entre los intereses en conflicto de los diversos grupos iraquíes y las fuerzas de ocupación anglo estadounidenses.



Su mandato también incluía la coordinación de la asistencia internacional para la reconstrucción de infraestructuras claves; la promoción del retorno de refugiados, la reconstrucción económica y el proceso de reforma judicial. La principal preocupación de Vieira de Mello fue la seguridad, pues a su juicio era imposible construir instituciones democráticas en Irak, mientras reinara el miedo, el caos y no se impusiera el Estado de Derecho.



De Mello fue uno de los candidatos favoritos de EEUU para representar a la ONU en Irak. Sus buenas relaciones con Washington eran bien conocidas en el ambiente diplomático de Nueva York. Antes de la invasión, en marzo pasado, se reunió con el presidente George W. Bus en la Casa Blanca, ocasión en que también sostuvo una larga conversación con la asesora de Seguridad del presidente de EEUU, Condoleezza Rice.



Sin embargo, en una reciente entrevista concedida al medio Electronic Iraq, De Mello definió el rol de la ONU en Irak con las siguientes palabras: "Ante todo, hacer llegar un claro mensaje a la coalición (ocupante): la aspiración de que el Consejo de Seguridad asuma fuertes prerrogativas ejecutivas en Irak. Segundo, que Naciones Unidas juegue un papel central en la transición política y constitucional de Irak".



Sergio Vieira de Mello, viudo y de 55 años, dejó dos hijos: Adrien y Laurent.





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