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«El teatro hoy no está planteando los flagelos que vive Chile»

Teórico y creador de larga trayectoria en el mundo del teatro, Alberto Kurapel edita por estos días un compilación de conferencias que ha dado en el mundo en torno al quehacer teatral. Aquí, realiza un diagnóstico dramático de la escena nacional, la que según piensa, ha sido sometida a las reglas de la sociedad de consumo.


Pese a la abultada cartelera de teatro que desde unos años está disponible en Chile, el creador escénico y teórico del género, Alberto Kurapel, mantiene una mirada crítica de la escena nacional. De hecho, a su juicio, hasta ahora los montajes no han logrado salir de la lógica literaria, y peor aún, estarían evitando las problemáticas fundamentales que afectan a la sociedad chilena.



Actualmente, Kurapel enseña en el magíster de Artes de la Universidad de Chile, con mención en Dirección de Teatro, aunque su carrera la ha realizado practicamente fuera del país. Salió de Chile exiliado tras el golpe de Estado y se instaló en Canadá, donde conformó la compañía Teatro Performance, con la que se presentó en distintos puntos del planeta, consiguiendo un respeto internacional. Paralelamente, también se desarrolló como poeta y músico, a la vez que desplegó un trabajo como teórico del teatro.



En ese sentido, Kurapel ejerce un cruce entre la práctica y la teoría. Se mueve arriba del escenario, tanto organizándolo como actuando sobre el, pero también se ha planteado como un observador de la disciplina, entrando de lleno en el trabajo teórico. En esa línea, Editorial Cuarto Propio acaba de publicar una colección de conferencias del creador escénico, Estética de la Insatisfacción en el Teatro de la Performance, que registra su visión del teatro.



Sin embargo, la mayor parte del libro presenta un mundo que choca con la realidad. Fundamentalmente de principios de la década, Kurapel plantea una serie de tareas, tanto para el teatro como para la teoría, las que a su juicio hoy se ven entrampadas por un círculo vicioso que comienza por una enseñanza deficiente en las universidades, la que se ve incluso debilitada por la reglas que impone el mercado.



– En 1991, según plantea el libro, decías que aún el teatro chileno y Latinoamericano aun no había logrado desprenderse de la literatura. ¿Crees que actualmente ha entrado en una nueva etapa?
– Todavía el teatro se mantiene dentro de los cánones donde hegemónicamente está la escritura, la palabra. Eso implica que ese es el teatro que se ve, pero existen una serie de grupos y compañías que son itinerantes, esporádicas, y por que por la marginalidad en que están, experimentan otro tipo de relación con respecto a la escena; pero que no son tomadas en cuenta y no se conocen. Creo que existe una expresión que no tiene nada que ver con el teatro oficial, con las estrellas de televisión; se está haciendo otro tipo de teatro en poblaciones marginales, pero que no cuenta con apoyo económico, no tiene difusión ni en los medios, ni en cuanto a lugares donde presentarse.



– ¿De qué hablas exactamente cuando te refieres a un teatro oficial? ¿También incluyes a compañías como La Troppa, a lo que hace Alfredo Castro o Ramón Grifero?
– A estas alturas sí. Por ejemplo, el teatro de Ramón Grifero -excelente-, fue un tipo teatro de avanzada durante la dictadura, que estaba en las periferias. Después con el tiempo llegó a una sala como el Teatro Nacional, donde hay un público que ya no se siente incomodado por ese tipo de teatro. A eso me refiero con el teatro oficial, el que ya no mueve los valores que en estos momentos están aportando la sociedad chilena.



– ¿Dónde ubicas las problemáticas que el teatro marginal está tocando o las que no está tratando la escena oficial?
– El teatro se nutre de la vida, pero cómo es posible que en las obras de teatro no se esté planteando problemáticas, por ejemplo, de que llueve dos días y se inunda todo Santiago. Y eso a causa de qué… Nadie ha hecho una obra de teatro siguiendo que pasa con la gente que fue llevada a albergues y los niños que quedan enfermos. El teatro en este minuto no está planteando todos los flagelos que estamos viviendo en Chile. Si se habla de los detenidos desaparecidos, se dice como si alguien se quedó "pegado" en el pasado.



– Entonces, qué temas está tratando el teatro hoy día?
– Para mí, las temáticas son de tipo general, de lo que es la angustia del hombre, de la existencia, de la incomodidad frente a una sociedad que lo aplasta. Pero ese es un tipo de teatro que creo que no nos corresponde, porque el teatro tiene que partir de algo concreto, pragmático y de ahí que tenga distintas connotaciones.



– ¿Por qué no le corresponde actualmente tocar temas existenciales?

– No nos corresponde por la situación de problemas que no han sido resueltos en Chile y resulta que el teatro, como todo arte, tiene que ser entretención, pero al mismo tiempo una subversión de valores que nosotros estamos sufriendo, viviendo o generando. El teatro debe concretar más los anhelos que la realidad; la realidad la tenemos. Y cuáles son los anhelos íntimos de la sociedad: esa es la poesía, el teatro y eso yo no lo veo. De hecho, no veo cómodos a los actores y directores en las obras que plantean.



– ¿Cuál es la razón por la que directores y actores hacen un tipo de teatro que les incomoda?
– Pienso que se está produciendo un tipo de esquizofrenia, un tipo de dicotomía, de enfermedad, de locura, que está revelando el estado de sociedad en que estamos. Vale decir, estamos dando vuelta la cara a las problemáticas que realmente nos hacen vivir o morir. Todo esto guiado por una serie de condiciones que obliga a las personas a producir un tipo de expresión que no sienten.



Y agrega para definir las condiciones en que se hace hoy teatro:



– Se va viendo cuál es el público objetivo, en qué lugar se va a montar la obra, en qué edificio teatral… todo eso condiciona a la obra. Y obviamente si cuesta tanto hacer una obra -porque cultura y arte se hace a pesar de Chile-, entonces, se quiere alguna retribución, que es dando gusto a un público. Pero qué pasa con ese público si no existe una política educacional de cultura. Qué pasa si el niño desde pequeño ve un tipo de programa de televisión que es asqueroso.



– Dentro del circuito universitario, ¿hay obras que estén tocando las problemáticas que vive el país?
– No creo. En este momento las universidades se transformaron también en empresas, donde la gente va a comprar cartones. Entonces, las universidades también están produciendo mercadería que sea consumible por el mercado. Si la persona paga, se le empieza a dar a las armas para que pueda luchar en un mercado comercial. Lo que se les enseña también son lecciones muy básicas y muy superficiales para que puedan ser entendidas por el "público".



– ¿También te refieres a las escuelas de teatro de las universidades de Chile y Católica?
-A todas. Sin duda.



– ¿En qué obra has visto reflejada las problemáticas actuales de Chile?
– He visto intenciones de gente que se junta para hacer un proyecto, que están disconformes con el tipo de cultura, el tipo de teatro que se está montando. Se juntas tres o cuatro personas, pero no tienen cabida. No tiene cabida por una serie de elementos, que parten desde las escuelas de teatro, pues no se les entrega una disciplina. Las personas tienen que comer, entonces hacen dos o tres trabajos y llegan a los ensayos sin hacer ejercicios, sin voz, corriendo con las imágenes de la otra ocupación; además, ensayando en lugares donde no hay calefacción. Qué se les puede pedir a esas personas. Ellos tienen las intención, pero no las logran concretar, porque no tienen las posibilidades.



– En esta lógica, ¿qué montajes rescatarías de los últimos años?

– Las obras de La Troppa o de Ramón Grifero, sin duda alguna, y Alfredo Castro… pero esas obras pasan totalmente inadvertidas. O sea, pueden tener un éxito que la gente recuerda por una semana, pero lo que va quedando en la memoria, en la memoria celular, es todo aquello que es desechable.



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