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«Es gravísimo el caso de la señora Bachelet, que es carta militar»

Para el historiador, la Concertación ha sido incapaz de reformar el régimen cívico militar instaurado en la Constitución. En cambio, plantea que la UDI, de la mano de Pablo Longueira, merece llegar a La Moneda. Consultado sobre las posibilidades de la ministra de Defensa como alternativa de gobierno, es taxativo: »Me parece que Bachelet es una carta muy peligrosa».


Para Alfredo Jocelyn-Holt, los líderes políticos chilenos, al menos en los últimos 40 años hasta hoy, han carecido de un sentido histórico para guiar el país. Por el contrario, ha predominado un carácter mítico que impide avanzar hacia el futuro, haciéndose cargo del pasado.



En concreto, el historiador asegura que la Concertación no ha logrado cerrar la transición y ya no será capaz de hacerlo. Su apuesta es que la Unión Demócrata Independiente (UDI), en un próximo gobierno, reformará la Constitución y terminará por desdibujar el régimen cívico militar imperante.



Desde hace una semana en librerías, el tomo II de la Historia de Chile de Jocelyn-Holt, Los Césares Perdidos, está centrado básicamente en el siglo XVII, y a modo de hilo conductor utiliza el mito de la Ciudad de los Césares. Su pronóstico es que finalmente sean seis los tomos que completen su versión de la historia chilena, aunque hasta ahora no tiene del todo claro en qué momento temporal la cerrará. Sí está seguro que llegará hasta nuestros días y el gobierno de Ricardo Lagos ocupará las últimas páginas.



Aunque hasta ahora no ha escrito el capítulo sobre Lagos, Jocelyn-Holt tiene una visión definida y duramente crítica del Presidente. Contrario a la idea de que es un político de alma republicana, plantea simplemente que "no entiende nada de la historia de Chile". Y ejemplifica, diciendo que el mandatario "ignora la gran tradición liberal de este país", al valorar por sobre todas las cosas el presidencialismo y menospreciar a los partidos.



"Lagos es un político de nuestra época, pero pareciera ser incapaz de hacerse cargo de los temas políticos pendientes, que en cierta medida lo llevaron a ser Presidente de la República. Concretamente, es incapaz de darse cuenta de que su mandato se debe a una demanda por modificar el modelo neoliberal y para hacer cambios fuertes a la Constitución. En esos dos planos no he visto ningún tipo de reformas. Por el contrario, veo una profundización del modelo neoliberal y yo creo que es una persona que se siente totalmente cómodo bajo el régimen cívico militar que estableció la Constitución de 1980. Por lo tanto, me parece que Lagos es un bluff. Ciertamente es un gobierno menos audaz que la dictadura militar", asegura.



La impunidad que mantiene la Concertación



A juicio de Jocelyn-Holt, más allá del gobierno de Lagos, la Concertación está en una posición histórica aun más complicada, pues ha garantizado la impunidad del régimen militar. «A estas alturas del juego, me pregunto qué es más grave: si las brutalidades que se cometieron durante la dictadura militar o la impunidad que ha garantizado los gobiernos de la Concertación. Me hago la pregunta como un profesor de derecho y creo que siempre, por principio, la impunidad es más grave que la brutalidad. La brutalidad es muy difícil evitarla, la impunidad siempre es evitable».



-¿Cuál es hoy su perspectiva de la Concertación, tomando en cuenta la apreciación que tiene de Lagos? Desde muchas miradas se plantea que ese proyecto ya está agotado.

-Me parece que eso es ser generoso con la Concertación. Yo creo que la Concertación tiene una veta concesiva. La Concertación no tiene convicciones éticas fuertes y ha aprendido a gobernar sin un sentido ético mínimo, no máximo.



-¿En qué hechos se basa para realizar ese diagnóstico?
-Creo que el no hacerse cargo del tema de la tortura, que es definitivamente el abuso a los derechos humanos más grave que cometió la dictadura. La impunidad de Pinochet me parece gravísima. Ahí claramente se demuestra que hay una actitud donde lo ético es prescindible. Lo que ocurre con la impunidad es que en última instancia, ratifica el hecho de que nuestros tribunales son poco respetables. Recordemos que traer de vuelta a Pinochet de Inglaterra significó que nosotros éramos capaces de hacernos cargo de juzgarlo. Sabemos que el gobierno de Lagos ha presionado a los tribunales para que se de un trato preferencial a Pinochet. Por lo tanto, no es una falta por omisión, sino que yo creo que los gobiernos de la Concertación han corrompido a la justicia.



-Justamente ahora aparece una nueva coyuntura para juzgar a Pinochet, esta vez por el hallazgo casual de las cuentas que mantenía en el banco Riggs de Estados Unidos
.
-También fue una casualidad que el general Pinochet se encontrara en el exterior cuando lo notificaron de una posible extradición. Pero para mí no es ninguna sorpresa que sacó mucha, mucha plata. El tema tiene que ver con la justicia chilena, si es capaz o no de investigar.



-En este caso, ¿ha visto que desde el gobierno se está intentando dar un trato preferencial a Pinochet?

-Estos gobiernos nunca han mostrado ningún tipo de celo por investigar a Pinochet. Si concretamente he visto algo por evitarlo, no te podría decir. Pero nunca he visto ningún interés de la Concertación por llevar a Pinochet a juicio. El problema tiene que ver con el presidencialismo que establece la Constitución. Hoy día no tenemos separación de poderes. El presidencialismo es desbordante; anula la iniciativa de los partidos y su lugar natural que es el Congreso. Está visto que la justicia en este país es corrompible, lo demostró la dictadura. La capacidad de influencia del Ejecutivo sobre los tribunales es enorme, por lo tanto, sospecho que si en los gobiernos hubiesen querido llevar a Pinochet a una situación más difícil, lo pudieron haber hecho. Y por lo tanto, presumo que efectivamente influyen para mantener esta situación de impunidad.



-Desde ese diagnóstico, ¿se puede desprender entonces que un próximo gobierno de la Concertación perpetuaría la impunidad?

-Ahí es donde uno tiene que pensar históricamente y suponer que en el futuro la situación va a cambiar y, por lo tanto, vamos a tener a gobernantes que se hacen cargo o responsables del derecho. Eso quiere decir que no vamos a tener Concertación. La perpetuación de la Concertación puede ser perversamente mítica.



-La Concertación, en todo caso, insiste en que es la única coalición que puede garantizar gobernabilidad.
-Se sostiene sobre la base que la Concertación es la única que puede ser una alternativa a una derecha militarista. Pero es falso. Quien ha sido militarista en estos casi 16 años, ha sido la Concertación. No la UDI.



-Ante ello y teniendo en cuenta el marcado presidencialismo de nuestro sistema, ¿cómo ve las posibilidad de Michelle Bachelet y Soledad Alvear de llegar a ser candidatas presidenciales?

-Me tienen sin cuidado, porque además no van a ser alternativa. Yo creo que es gravísimo el caso de la señora Michele Bachelet, que es carta militar. Hija de un militar, ministra de Defensa y las pocas veces que la veo en televisión, marcha. Además no le conozco ninguna idea y tuvo vinculaciones con grupos extremistas armados. Me parece una carta muy peligrosa.



-¿Y la carta de Soledad Alvear?
-Es una de las tantas cartas que tiene la Democracia Cristiana (DC), que se están acuchillando entre ellos, así que da lo mismo. El que quede no más.



-¿Quién cree que va a quedar entonces?
-Si la DC es habilosa, inteligente, para oponerse a un candidato que casi le ganó a Lagos, no puede no ser sino Eduardo Frei. Esto bajo el supuesto que Frei tuvo más votos que su padre. Dos más dos es cuatro; no hay por donde equivocarse. Lavín contra la Bachelet, arrasa Lavín. Lavín contra Frei, probablemente gana Lavín. Pero la va a tener mucho más difícil. Supongo que no son tan tontos en la Concertación.



La reformas que concretará la UDI



-Si el militarismo ha estado en la Concertación, ¿cómo se ha comportado la derecha entonces?
-Sabemos que la UDI nace bajo la dictadura; la pregunta es si eso, a estas alturas del juego, es un factor decisivo. Me parece difícil sostener a estas alturas que la UDI tendría que estar en capilla porque nació bajo la dictadura. Es demasiado poderoso ese partido. Además, creo que para un régimen institucional, el que no exista alternancia o esa alternancia esté limitada por ese "pecado original", es una torpeza absoluta. La UDI tiene que ser alternativa política y lo es. Tiene que ser una alternativa presidencial y se lo merecen.



-¿Qué tiene la UDI para merecerlo?
-Es un partido joven, disciplinado. Es el único partido serio que hay en este país. Han tenido la paciencia y han creído en la institucionalidad. Cómo no van a creer, es de ellos. Pero no han gobernado.



-¿Qué se podría esperar de un gobierno encabezado por la UDI? ¿Uno similar a los de la Concertación, dado que éste no ha hecho cambios profundos a la Constitución y que justamente fue elaborada por la derecha?
-Si ellos hacen un gobierno similar a la Concertación, son lo mismo que la Concertación. De hecho si Lavín gobernara bajo la misma Constitución de 1980, es la Concertación 4. Es muy probable que el primer gobierno de la UDI -porque esto supone que no va a ser un sólo periodo- se va a parecer a los gobiernos de la Concertación, pero van a tener que modificar la Constitución. Lo fundamental en este país no es que quién gobierna, sino quién cambia la Constitución. Mi opinión es que eso lo tendrían que hacer, a la corta o a la larga, los gobiernos de la UDI. Porque tienen más legitimidad histórica, pues fue originada por ellos. Por Jaime Guzmán.



-¿Hacia dónde crees que movería la UDI la Constitución?
-Hacia un régimen más parlamentario. Plazos más cortos para el presidencialismo; más facultades para el Congreso y un limitación de la participación funcional corporativa de los militares. Por lo tanto, la desdibujación del régimen cívico militar. Es decir, desde un punto de vista institucional, la UDI movería la Constitución hacia el fin de la transición.



-Entonces, ¿la Concertación no es capaz a estas alturas de terminar con la transición?
-Después de casi 16 años, claramente no ha sido capaz.



-Pero parece contradictorio o al menos extraño que sea el gremialismo, creador de esta institucionalidad que limita la democracia, justamente el que genere el cambio y termine con la transición.
-Creo que la apuesta es evidente, de momento que quienes ofrecieron hacer ese cambio en el plebiscito 1988, no lo han hecho. Por lo tanto, movámonos a quienes no han gobernado desde La Moneda.



-¿Pero para qué lo haría? ¿Para qué cambiar un sistema que les acomoda?
-Porque los sistemas institucionales no son pétreos. Tienen que adecuarse a los tiempos. Porque la derecha como alternativa de liderazgo es mucho más compleja que sus propios intereses económicos o políticos coyunturales. Y la demostración más clara de que la UDI tiene una perspectiva de más largo plazo está, primero, en hacer esa Constitución. Uno podría suponer que la Constitución de 1980 terminó la dictadura y nos movimos nuevamente a un régimen cívico militar.



Y agrega el historiador: «una perspectiva de largo plazo también pareciera estar implícita en la paciencia que ha tenido la UDI en no gobernar desde La Moneda, sin perjuicio de que ha sido muy poderosa en los medios y en los poderes fácticos. Es decir, ha gobernado y no ha gobernado. Eso quiere decir que tiene paciencia y eso es una virtud en la política».



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