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Tomás Moulian: «No vamos a negociar nuestros votos con la Concertación»

El sociólogo y rector del Arcis, que fue proclamado por los comunistas como su carta presidencial dentro del pacto Juntos Podemos, dice estar »asustado» por su postulación, porque nunca ha sido candidato a nada, pero no teme fijar distancias con la coalición gobernante que »compró», dice, el modelo de la derecha.


Tomás Moulian nunca sospechó que una llamada telefónica recibida hace dos semanas le trastornaría su vida a tal punto de convertirse en precandidato presidencial de la izquierda extraparlamentaria. Un amigo del Partido Comunista le preguntó si podía proponer su nombre ante el pleno del comité central de la colectividad. Como buen académico, le pidió un par de días para pensarlo y aceptó. Hoy dice tener "susto", pues según asegura nunca ha postulado ni al centro de alumnos.



Pero experiencia tiene. A sus 65 años ya cuenta en el cuerpo con haber sido el generalísimo de la campaña de Gladys Marín en las presidenciales pasadas y liderazgo no le falta. Independiente de ello, asegura admirar la perseverancia del PC, aunque no "ahorra" críticas a los comunistas. Ex Mapu, escritor y rector de la Universidad Arcis, Moulian aún aspira a que su precandidatura presidencial "quede ahí" y que el Pacto Juntos Podemos elija a otro candidato que "haga el esfuerzo" para seguir dedicándose a sus actividades académicas.



En entrevista con El Mostrador.cl, Moulian asegura que su candidatura "no sé cómo la voy a insertar en mi vida. Voy a seguir siendo rector del Arcis, y obviamente que si llego a ser el candidato del Juntos Podemos voy a tener que pedir permiso sin sueldo, pero por el momento tengo susto, estoy un poquito nervioso y no sé cómo va a interferir en mi vida. Espero que no sea demasiado invasivo".



– ¿Cómo se gesta su candidatura teniendo en cuenta la larga historia de amor-odio que usted con el Partido Comunista?
– Tengo una historia de acercamiento con el PC, pero una posición independiente. Yo fui generalísimo de la campaña de la Gladys, no ahorro en críticas al PC. Esto significa que el PC quiere tener ahora un candidato de mis características, que sea independiente y que les permita tratar de ampliar el Juntos Podemos. Quizás por eso pensaron en mi.



– ¿Ampliarse hacia dónde?
– La SurDa, Fuerza Social.



– ¿Esos sectores sí los aglutinaría usted y no un militante?
– No necesariamente, se trata de una empresa de aglutinamiento en el que el Juntos Podemos participaría y de donde ahí se buscaría al mejor candidato que no tengo por qué ser yo; hay otras posibilidades también y hay que ver justamente cómo el mapa electoral completo se configura.



– Usted dijo que esperaba que Juntos Podemos pudiera elegir a otro candidato que fuera mejor ¿Por qué?
– No es que tenga pocas esperanzas en mi candidatura. Creo que el Juntos Podemos enfrenta en estos momentos un ciclo nuevo de la política. Hay un cierto agotamiento subjetivo de la Concertación, y hay también un cierto debilitamiento de Lavín, lo cual significa que el voto útil no va a ser esgrimido como el perpetuo fantasma que se pone delante de la gente que va a votar por el candidato de la izquierda. Lo que pasa es que yo me veo como candidato, pero preferiría que otro hiciera ese esfuerzo para poder seguir siendo rector del Arcis, que es lo que a mi me gusta.



– ¿Sólo por seguir en lo académico?
– Por el ámbito académico, porque me gusta escribir, acabo de sacar un libro y quiero seguir escribiendo y la política es muy absorbente. Uno tiene que estar casado con ella y no ser su amante y yo, en el fondo, coqueteo con la política.



No habrá pacto con la Concertación



– Usted dejó abierta la posibilidad de negociar con la Concertación para que los incluyan en sus listas parlamentarias ¿cómo podría concretarse eso?
– Más bien La Segunda hablaba que yo había dicho eso. Yo lo que he dicho es que hay que romper el binominalismo. Hay dos modos de hacerlo, el muy hipócrita, que ya el Partido Comunista lo intentó, que es conseguir cupos al interior de las listas de la Concertación y el modo real que es enfrentar el binominalismo a través de una reforma constitucional, que es lo que debería hacerse. Este sistema, que es tan injusto, llama a no votar porque proporciona pocas oportunidades y hace que mucha gente que quiere cambios sencillamente pierda su voto.



– Con su candidatura o cualquier otra del Juntos Podemos ¿se rompe cualquier posibilidad de negociar con la Concertación un apoyo de ustedes al presidenciable a cambio de cupos parlamentarios?
– Sí, totalmente. Además creo que ningún partido de la Concertación piensa eso. Lo que piensa el Podemos es tener una alianza, con una plataforma programática común y elegir el mejor candidato entre los diferentes que hay.



– ¿No estarían dispuestos a repetir la alianza con los socialistas -y sólo con ellos- como ocurrió el 2000?
– Eso tiene que decidirlo el Partido Comunista. Yo no soy comunista, no voy a tener participación en negociaciones parlamentarias y creo que lo que va a haber es una lista del Juntos Podemos, que seguramente no va a sacar parlamentarios por problemas del binominalismo o sacará uno máximo. Pero eso va a poner en jaque a aquellos que prometen -en este caso después de un acto electoral, donde no estaban totalmente felices- terminar con el binominalismo para continuar con él medianamente después. Sería importante que la Concertación cumpliera su promesa, que el Partido Socialista cumpliera con su promesa de terminar con este sistema nefasto.



Pisos y techos



– Las elecciones municipales le dieron a la izquierda, en la elección de concejales el 9,4 %. Sin embargo, algo similar pasó en 1996 cuando tuvieron un 7 % y después el PC en la presidencial saca un tres por ciento. ¿Usted cree que ese fenómeno se puede repetir o hay algo que los hace estar más optimistas?
– Va a depender realmente de la configuración del campo de fuerzas. Si la candidata de la Concertación es Michelle Bachelet, obviamente que ella produce un efecto de voto útil que, creo, hoy está disminuyendo.

– El gobierno de Lagos ha permitido terminar el ciclo de descorazonamiento de mucha gente que creía que la Concertación iba a producir no reformas del capitalismo ni el paso del capitalismo al socialismo, pero por lo menos reformas que transformara este capitalismo en algo menos excluyente. Hoy la exclusión es la norma. La desigualdad que hay en Chile no la hay casi en ningún país de América Latina, con excepción de Brasil y Honduras, y eso en un país que crece. Eso demuestra que el chorreo, que es la piedra vital del mecanismo redistributivo neoliberal, no funciona o funciona en un muy largo plazo. Lo que significa que varias generaciones van a tener que vivir una pobreza aplastante antes que este chorreo permita mejores condiciones de equidad.



– ¿Entonces ahora sí podría haber una mayor votación para la izquierda?

– Claro, porque justamente este proceso de desilusión creo que ha tomado mayor profundidad y puede hoy no operar el mecanismo chantajista del voto útil, que fue el que perjudicó a Gladys Marín.



– En las elecciones municipales se dio cuenta de que la derecha tiene un techo del que no puede subir, que la Concertación se mueve según los pactos que haga ¿qué pasa con la izquierda, tiene un techo de un 10 por ciento o puede seguir creciendo?
– Eso es lo que se va a ver en las elecciones parlamentarias. Son elecciones muy diferentes, en la que funcionan mecanismos distintos en la decisión del voto de los ciudadanos. Pero puede ser que este 9,1 sea el comienzo del deshielo y que, paulatinamente, la izquierda empiece a crecer, pero también puede ser un resultado excepcional producto del carácter de las elecciones municipales. Nosotros, por supuesto, vamos a dar la pelea para que se repitan los mismo votos y en lo posible se suba.

– Desde el punto de vista analítico uno tiene que decir que puede ser el comienzo de algo nuevo o puede ser la repetición del fenómeno de 1996 con un poco más de votación. Yo pienso que es el comienzo del deshielo, que es inexplicable que un país con la distribución del ingreso que tiene Chile tenga esta especie de paz política y de paz social donde no se expresa el malestar político de ningún modo.



– ¿Cuál es el porcentaje al que aspira el Juntos Podemos en la presidencial?
– Creo que el Juntos Podemos, haciendo un trabajo importante de difusión de ideas, debería lograr subir a un 15 por ciento. Si logra subir a un 15 por ciento es un gran éxito. Es sumamente difícil, va a depender mucho del mapa electoral porque es muy distinto si va Soledad Alvear, Eduardo Frei o Michelle Bachelet. Si va alguno de los dos primeros y no va la Bachelet se puede producir un fenómeno político absolutamente nuevo, donde a lo mejor hay una recomposición más de fondo del proyecto político y puede haber un candidato que salga de la propia Concertación.

– En caso de que los socialistas no tengan candidato, puede producirse una especie de rebelión de ciertas bases y ahí se puede pensar en otros nombres muy distintos, que hagan más amplio el frente a una candidatura antisistema. Ese para mí es el escenario preferible. Está Lavanderos que quiere hacer ese papel, pero puede haber otros que pueden hacer lo mismo, porque creo que no hay en este momento demasiada voluntad política entre algunos sectores socialistas de votar por un demócrata cristiano y creo que tienen razón. Los socialistas han vivido frenando las riendas. Algunos de tanto frenar las riendas se han transformado totalmente, pero otros siguen con esperanzas de que sea posible hacer algunas reformas en este sistema que hagan mejor la vida de los sectores más pobres.



Candidatura política



– Hoy se ve, a propósito de la APEC, la gran cantidad de gente que no comulga con el capitalismo y que está por otro tipo de ideas. Sin embargo, eso no se demuestra en los votos, esa gente o no vota o a la hora de votar elige a gente que está por el modelo capitalista. ¿Cómo piensan ustedes captar ese voto?
– Es un síndrome bien complejo de la política chilena que no se disuelve por tener una buena plataforma o un buen candidato. Para buen candidato estaba la Gladys Marín y apenas obtuvo un 3 por ciento. Lo que pasa es que eso es una tarea difícil de largo plazo y las elecciones para nosotros son verdaderos actos de pedagogía ciudadana, que tendrían que servir para que Chile pensara sobre su destino, sobre sus problemas, sobre los fines que se plantean como sociedad. Eso debieran ser las candidaturas presidenciales.

– Si uno mira la política desde las elecciones municipales, ve que a lo que aspiran todos los candidatos es aparecer como no político. Eso es un absurdo. Yo por lo menos pienso que la candidatura del Podemos tiene que ser una candidatura plenamente política, donde se discutan los temas de fondo de desarrollo chileno y de la construcción democrática chilena.



– ¿Cómo ve a usted a sus posibles contendores: Michelle Bachelet, Soledad Alvear, Joaquín Lavín, los ve a todos iguales?
– No, pero hacen cosas muy parecidas. El gran problema de la Concertación es que no ha marcado una diferencia respecto a la Alianza, ni en el terreno práctico ni en el terreno discursivo, porque uno perfectamente puede decir "mire no podemos hacer más, hacemos esto que no es muy bueno, pero porque no podemos hacer más". El delito político de la Concertación es convertir el vicio en virtud, es decirnos que éste es el mejor modelo para Chile. Si a nosotros nos dijeran "mire, nos tenemos que arreglar con esto porque en los marcos del capitalismo actual es muy difícil dar un paso adelante en otra dirección", uno podría entenderlo, pero no se entiende absolutamente nada cuando al mismo tiempo nos dicen que Chile es el modelo, el mejor alumno y se vanaglorian de esa categoría.
– Joaquín Lavín ha adquirido un post doctorado en demagogia, porque verdaderamente creo que es el maestro de la demagogia chilena. Alguien que todo el mundo sabe que no va a hacer ningún cambio, porque cambio se trata de cambios al sistema actualmente vigente, él va a cambiar los ingresos monetarios directos del Estado en voucher, que se los dará a los pobres. Eso no es cambio, eso se llama cuando mucho cambio adaptativo. Cambios reales, cambios que cambien la trayectoria del proceso de desarrollo chileno no piensa hacerlos. Quizás eso se agotó ahora y tengan que buscar otros caminos para presentarse. Algunos dicen que es un populista, yo digo que es un populachero.



– ¿Cuál es la diferencia?
– La diferencia es muy grande, los grandes líderes populistas latinoamericanos, como Perón, efectivamente integraban a la clase obrera a través de salarios y mejores condiciones de vida. Él lo que hace es que proporciona medios pobres de entretención a la gente pobre, canchas de esquí o playas para pobres.



El futuro de la izquierda



– ¿Después de la APEC, donde para Chile es un honor ser uno de los mejores alumnos, no es prácticamente imposible el trabajo que pueda hacer la izquierda?
– Es difícil. Si nosotros contamos los votos que tienen las dos grandes alianzas, que están embarcadas en esa organización neoliberal es muy difícil, pero no hay que perder la paciencia. Estamos quizás en una etapa reaccionaria de la historia, donde todo se hace más difícil cuando se busca ciertos objetivos de igualdad, pero eso no tiene que templar la voluntad de la gente. Y ahí está mi admiración por los comunistas y el hecho que yo haya aceptado ser su candidato. Porque cuando sacamos un 3 por ciento en la elección presidencial con la Gladys no disminuyeron su voluntad de seguir construyendo partido, de seguir buscando cómo realizar una política de oposición. A veces no con los mejores métodos, pero de todos modos con una voluntad que permanece.



– Las izquierdas en el mundo son cada vez más pequeñas y las que logran llegar al poder son con alianzas con el centro. ¿Las ideas de izquierda quedaron en el pasado?
– Yo creo que no. La caída de los socialismos reales fue una pérdida poderosa porque era la pérdida de un referente histórico. Uno podía decir "no será muy bueno", pero es distinto. La izquierda queda ahora limitada al esfuerzo más o menos heroico de los cubanos y de los vietnamitas y de China que es una especie de sociedad capitalista con planificación. Pero esa pérdida obviamente que le hace un grave daño a la viabilidad del proyecto anticapitalista o socialista, porque lo fáctico, lo real, lo que existe en el mundo en el que nosotros tenemos que vivir es un capitalismo todavía más salvaje del que existía antes de la Segunda Guerra Mundial, donde los estados de bienestar se expandían en el mundo. Entonces pareciera que las ideas de izquierda hubiesen perdido su vigencia, pero perder su vigencia no es perder su significado.
– Los partidos políticos no deben seguir las encuestas, los partidos políticos son organismos que buscan dirigir en una dirección la trayectoria histórica. Estos partidos que viven de lo que dicen las encuestas son partidos que siempre estarán en la superficie. Entonces aunque las ideas de izquierda parezcan ahora no posibles, es necesario luchar contra ellas porque el capitalismo no ha demostrado ser un régimen ideal, no ha demostrado, con más de 500 años que existe en el mundo, ser capaz de que no haya gente que se muera de hambre. Entonces, algo mejor que eso debe haber. Que se llame socialismo A, socialismo B o socialismo C me da lo mismo, pero se necesita un sistema donde todo el mundo tenga por lo menos para vivir. Hoy el desarrollo de la fuerza productiva permite eso perfectamente, lo que no permite eso es la orientación al lucro que tiene el sistema capitalista.



– ¿Cómo ve usted que Chile se haya puesto ante el mundo como un "igual" ante las grandes economías que vienen a la APEC?
– Obviamente desde el punto de vista de las relaciones diplomáticas en el mundo capitalista esto es un honor para Chile. Pero a Chile no le sirve mucho porque obviamente este país puede seguir algunos años moviéndose en este esquema y ser el hijo distinguido del modelo, pero esto sobre la base de una vía que para mucha gente es muy inhumana, y el hecho que esa humanidad no se manifieste en protestas sociales es lo más peligroso de todo.

– Lo más peligroso que Chile tiene es la distribución del ingreso. La Fundación para la Superación de la Pobreza habla de 37 veces la diferencia entre el quintil uno y el quintil cinco y que eso no tenga efectos políticos, eso en alguna parte se expresa. Se expresa en la desesperanza suicida de la drogadicción o se expresa en la delincuencia y en que los temas de discusión sea la farandulización, sean las lágrimas de la señorita Janette en Morandé con Compañía. Esa es una sociedad que los chilenos no merecemos, luchamos contra la dictadura, pusimos barricadas en los años 80′, hubo gente que se murió en la lucha contra la dictadura para vivir en este país que parece de Bilz y Pap, cuando está sentado sobre una masa de pobreza brutal.



– Usted ya fue generalísimo de la campaña de Gladys Marín ¿Cómo va a ser su campaña a la luz de los resultados anteriores?
– Nosotros quisiéramos juntos con el Podemos elaborar una plataforma común. Los comunistas tienen su plataforma, los otros partidos también. Hay que definir el conjunto de ideas fuerza en torno a las cuales queremos discutir con la sociedad chilena. Nuestra campaña tiene que ser pedagógica. Obviamente hoy no hay sistema para eso, porque el principal vehículo es la televisión y la televisión da lugares para el balbuceo y no para la argumentación, pero tendremos que hacer un esfuerzo, crear organizaciones de bases y empezar este diálogo y ponernos de acuerdo para tener un candidato. Los comunistas lanzan mi nombre, pero no para imponerlo sino como un candidato que tiene que ir con los otros a buscar cuál va a ser la mejor alternativa para el Juntos Podemos, puedo ser yo, o puede ser otro.



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