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Miguel Castillo Didier: «Quien traduce lo hace por amor a los demás»

Autodidacta en gran medida y estudioso, este erudito chileno es uno de los más prestigiosos traductores de Kavafis y Nikos Kazantzakis, y su obra es reconocida y premiada en la propia Grecia. Sobre el renacimiento del mundo clásico y sus encantos, nos habla un experto a quien el griego, literalmente, le salvó la vida.


En su casa no hubo ni autos ni grandes lujos. Pero sí libros. Muchos libros, y música. Un amor por la cultura y el conocimiento que no se comercia ni se adquiere como souvenir. Un modo de ver el mundo. Miguel Ángel Castillo Didier, helenista, reconocido traductor de la obra de Kavafis y Kazantzakis, entre otros escritores griegos, creció en una familia de profesores, en la que, además, hubo varios músicos. Su destino era la docencia. Hoy es el director del Centro de Estudios Bizantinos y Helénicos de la Universidad de Chile.

Ha enseñado piano, teoría de la música, griego antiguo y griego moderno, entre otras materias. Además, sabe latín y francés. Entiende el inglés. Durante su exilio, en Venezuela, trabajó también en musicología durante mucho tiempo. Versátil, completo, profundo y sencillo, ha sido pionero en el estudio de autores de la Grecia contemporánea en español, su trabajo es reconocido en todo el mundo y es uno de los pocos embajadores helénicos en el planeta.



Cuando entró a estudiar pedagogía en Castellano al entonces Pedagógico de la Universidad de Chile, no podía sospechar que su carrera estaría marcada por el estudio de otra lengua. En sus primeros semestres se enteró de que un connotado profesor, Fotios Malleros, haría un curso libre de griego antiguo. Miguel Castillo entró a la asignatura, y la estudió cuatro años, estimulado por su padre y por el profesor, quien veía gran potencialidad en su discípulo y quería convertirlo en un filólogo clásico. A él también le interesó este plan, hasta que se encontró con los autores griegos contemporáneos.



El descubrimiento



Itaca te dio el bello viaje.
Sin ella no hubieras salido al camino.
Otras cosas no tiene ya que darte.




Itaca. C.Kavafis



Dos acontecimientos, casi simultáneos, lo apartaron de la ruta del griego clásico. El primero fue la publicación de Cristo de nuevo crucificado, de Nikos Kazantzakis. La obra se editó en Argentina, y la traducción fue hecha del francés. "Esa novela me la regaló mi papá, y me dijo ‘este libro es de los que uno nunca más olvida’. Efectivamente, fue una revelación. Era la primera vez que tenía en mis manos a un autor griego moderno. Mi primera reflexión fue que este autor tendría que tener otras obras, y que además debía existir una cultura, un mundo espiritual que lo sustentara", relata.



El segundo hecho, que ocurrió por ese mismo tiempo, fue la primera conferencia sobre poesía griega, organizada por el consulado de ese país. Jorge Razis organizó el evento, que se llamaba "páginas de la poesía neohelénica". Castillo Didier, todavía un estudiante, fue. "Se leyeron poemas de cinco o seis poetas, y entre ellos, tres de Constantino Kavafis. Primera vez que escuchaba ese nombre. Leyó ‘Itaca’, ‘Súplica’ y ‘Que el dios abandonaba a Antonio’. A mí me hicieron una enorme impresión."



Lo siguiente fue una exploración furiosa por la poesía griega. En español no había gramáticas ni diccionarios, de modo que debió encargarlos a Londres, y comenzar su aprendizaje del griego moderno en inglés para poder traducir.



Comenzó a traducir estando en el Pedagógico. Era una necesidad. "La persona que traduce lo hace por amor a la Belleza, pero también por amor a los demás -afirma-, porque uno no se contenta con descubrir solo algo bello y quiere compartirlo. Es como viajar solo y conocer cosas absolutamente hermosas: una tragedia, porque usted no tiene con quién compartir eso que está viendo. Al descubrir a estos autores lo primero que pensé fue que quería que otros lo conocieran. Ha sido una cosa natural." Sus trabajos, y los de su colega Héctor Herrera, especialista en Grecia medieval (Bizancio), fueron los primeros en dedicarse a estos campos en el mundo hispanohablante.



La odisea



En medio del temor y las sospechas,
con espíritu agitado y ojos de pavor,
nos consumimos y planeamos cómo hacer
para evitar el seguro
peligro que así terriblemente nos amenaza.




La literatura griega le ha permitido, literalmente, ganarse la vida. No sólo a través de la enseñanza, que es su fuente de sustento, sino que, por difícil de creer que parezca, le ayudó a salvar su vida y la de su familia.



Tras una complicada persecución política en el año 76, y luego de dos meses de buscar opciones para salir del país, Miguel Castillo y su mujer lograron salir rumbo a Venezuela. Fue un hecho atípico, porque para esa fecha ya las embajadas no estaban recibiendo asilados políticos. Una hermana del profesor fue hasta las dependencias de Venezuela en Chile y habló con quien estaba encargado del tema. Él le explicó que era imposible acoger a una pareja chilena y enviarla a su país. Ese funcionario tenía en su oficina una edición en español de Odisea de Kazantzakis. Una obra que tradujo, tras largos años de trabajo, Castillo.



Al enterarse de quién pedía asilo, accedió a extenderle una invitación para ir a una supuesta conferencia en Venezuela, en compañía de su familia, estipulando que allá se le daría el pasaje de regreso.



Fueron 13 años en los que él y su esposa vivieron haciendo clases de música y de griego. Paralelamente siguió trabajando en traducciones e investigaciones, y publicó gran cantidad de libros, catálogos y artículos durante el tiempo en que residió allí.



La herencia



Honor a aquellos que en sus vidas
se dieron por tarea el defender Termópilas.




Por estos días el profesor Miguel Castillo está contento, porque hace sólo unas semanas se descubrió un nuevo poema de Safo, una de las poetas más apreciadas de la historia. De ella, además de numerosos fragmentos incompletos, sobrevivían apenas tres poemas relativamente completos. Ahora hay un cuarto, cuyo texto fue publicado en internet, aunque no en su lengua original. "Es un descubrimiento muy grande. Hay una traducción del inglés, pero lo que queremos es encontrar el texto en griego", explica.



La gran vocación de su vida es enseñar. Por eso, como director del Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos de la Universidad de Chile le alegra el resurgimiento que ha tenido la cultura griega entre estudiantes y artistas. El diplomado que ofrece la institución aumenta el número de estudiantes, y paralelamente las ediciones con textos sobre estudios griegos suscitan gran interés.



Este renacimiento de la cultura helénica, explica el académico, podría deberse en parte a una búsqueda de valores trascendentes. "Pienso que en este mundo tan entregado al materialismo, al consumismo, al exitismo, a esta competencia feroz que vemos cada día, hay una necesidad de espiritualidad, de belleza y de valores que no sean esta terrible lucha por lo material. Algunas personas sienten esa necesidad, y a veces esa necesidad se comunica de persona a persona. Es un hecho que hay personas que se sacrifican por estudiar de noche algo que no le va a dar nunca un veinte a nadie. Es por amor a la belleza, amor a la cultura".


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