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Pablo Simonetti: «En la escritura, se reciben tus palabras íntimamente»

El autor de Madre que estás en los cielos acaba de presentar la reedición de su libro de cuentos Vidas vulnerales, un conjunto de relatos que tienen como centro la precariedad y la dificultad de las relaciones humanas. Paralelamente, prepara una nueva novela, y se da tiempo para opinar sobre lo que se ha denominado ‘literatura homosexual’.


La luz entra de lleno por las ventanas del espacioso departamento en el que vive Pablo Simonetti. Los ventanales, amplios, dan al Parque Forestal, y reciben sonidos de naturaleza que parecen anular las bocinas que suenan a sólo un par de cuadras de distancia. Max, el beagle, se pasea por el living con un juguete en el hocico, olfateándolo todo. Adornos y tapices con motivos orientales decoran paredes y estanterías. Hay, además, gran cantidad de libros y de cuarzos.



Pablo entra con un vaso de bebida en la mano y se sienta ante la mesa de onyx y lapislázuli, mientras trata de apartar a Max de sus rodillas. Tiene un aire relajado, aun cuando han sido semanas agitadas. Presentó, hace pocas semanas, la reedición de su libro de cuentos Vidas vulnerables, que se había editado hace algunos años con el sello Alfaguara, y se ha dedicado a la promoción. Durante la pasada feria del libro, de hecho, fue uno de los más asiduos "firmantes", lo que significó no sólo una buena venta de este nuevo trabajo, sino, también, que su anterior trabajo Madre que estás en los cielos ingresara nuevamente al ranking de los más vendidos. Claramente, el marketing directo está entre sus encantos, como buen ingeniero, aunque no ejerza la profesión desde hace más de diez años.



En un par de semanas más, deberá abocarse de lleno a la escritura de su próxima novela, de la que ha escrito cerca de cincuenta páginas. "Autoflagelante", como se define, nada garantiza que esta creación vea la luz, puesto que, antes de su primera novela, hubo tres intentos infructuosos. En este momento, sin embargo, su preocupación está con su libro ‘retocado’.



Ser o no ser



¿Por qué reeditar un libro ya publicado? Simple: cuando se publicó Vidas vulnerables, Pablo Simonetti no era aún un autor conocido. Había ganado hacía poco el concurso de cuentos Paula con "Santa Lucía" -un relato que se incluye en este libro-, y la promoción y distribución de ese trabajo fueron desde su calidad de ‘escritor emergente’. Hoy, con un enorme éxito editorial a cuentas gracias a su novela, puede hacer una versión ‘remasterizada’, como dice él, con pequeños cambios, la eliminación de una historia y la incorporación de dos nuevos. «Creía que se le podía dar una pulida que los haría quedar muy bien asociados al estilo literario que he ido consolidando. Ahora hay más gente interesada en leer este libro, porque era desconocido, y lo siento nuevo. Tuvo un nacimiento más auspicioso."



-¿Por qué agregarle dos cuentos?
-Porque creía que iban muy bien dentro de la línea narrativa. El libro trata de la identidad individual, de las corazas que nos armamos para relacionarnos con los demás y cómo nos sentimos de vulnerables cuando las corazas se resquebrajan. Eso es lo que les sucede una y otra vez a los personajes.



-¿Por qué transitar esa línea entre el silencio y el decir? Tus personajes están siempre en la incertidumbre de hablar y rebelarse o mantener la forma.
-Es una sensación que yo tengo a menudo, aunque cada vez menos, porque me he decidido por no hablar, y escribir más, pero en una época tenía la tendencia casi a explicarme, y a revelarme como ser humano en la palabra. Eso, la mayoría de las veces, caía en sacos rotos, porque mucha gente la gente escucha y desecha eso que cae en sus oídos. En la escritura son pocos los que reciben tus palabras, pero lo hacen íntimamente. "Desde el silencio" representa el dilema que tú planteas, y me gusta ese ascetismo de la vida, ese no desgastarse en frivolidades, sino concretar cosas pequeñas e íntimas, que se vuelven piedras preciosas.



-Está esa opción por lo pequeño, pero también ese dejo de mortificación en los personajes, de no calzar con los usos sociales. Situaciones de tensión que no se desencadenan necesariamente, pero que están.
-Esa mortificación, más que con los usos sociales, es con la adaptación que han tenido las personas al uso social. Repentinamente se empiezan a desconocer a sí mismas y se les hace difícil. Se ha producido ese quiebre entre la identidad social primigenia y la social. Son personas que se han movido hacia la superficie de sí mismas en busca de una pertenencia, y en ese camino se han traicionado. Esa traición aflora en los cuentos. Es la dualidad que todos experimentamos entre el yo profundo y el yo público.



-¿Son conmovedores estos personajes para ti o son cobardes?
-He recibido varios comentarios de personas que se identifican con estos personajes. Yo me identifiqué, siento que soy el débil de mis cuentos. Me da mucha risa que, por ejemplo, en Peter Faraday, amigos míos pensaban que yo era Peter Faraday, que soy un hombre seguro de sí mismo que anda por la vida con ciertas certezas. Y es todo lo contrario: yo escribí ese cuento siendo Cardini hasta la última gota de mi sangre, un hombre fantasioso y a la vez vacío. Me observé, y pensé que yo podría ser un cuenco vacío de personalidad, cuya experiencia no se había cristalizado dentro de él.



-¿Qué importancia tuvo tu formación católica en la construcción de estos personajes y las atmósferas represivas que se dan en el libro?
-El fantasma católico atraviesa el libro completo, porque muchas veces las ideas que imperan y los llevan a traicionarse, a estar pendiente de otros, es esta idea católica de que no somos nosotros mismos, sino lo que los demás quieren que seamos, y eso de "ama a tu prójimo como a ti mismo", que en Chile se ha entendido como "sé ante el prójimo más de lo que eres ante ti mismo". Claramente la culpa es también uno de los aditivos más reconocibles del ser católico. Eso lleva a traiciones identitarias, como las que aquí encontramos, y a goces sensuales de muy alto grado.



No a la literatura panfletaria



Madre que estás en los cielos entró de nuevo en el ranking de los más vendidos.
-Sí, cosa rara. Es un libro que se mantiene, del que la gente sigue hablando. Los libros que tienen esas cifras de venta, me decían, se siguen vendiendo por muchos años. Por ejemplo, los libros de la nueva narrativa. Bueno, no es el Código Da Vinci, pero se sigue vendiendo (risas). De todos modos, espero que para mi próxima novela los lectores estén abiertos a una experiencia distinta.



-¿Cómo son tus procesos creativos? Te lo pregunto porque antes de Madre que estás en los cielos hubo cinco años de no publicar. ¿Te lo tomas con calma?
-Tengo mucha prisa, pero lamentablemente soy autoflagelante, y antes de Madre que estás en los cielos deseché tres novelas, algunas bastante avanzadas. Incluso, eso me puede ocurrir con esta novela que estoy escribiendo ahora. En ese sentido, confío en que la fuerza imaginativa me lleve hasta un final. Si se interrumpe, si se vuelve mecánica, me detengo. Con Madre que estás en los cielos lo escribí con un bullir mental muy alto, que no me abandonaba. Mi proceso creativo es atender a la situación existencial, sentimental, íntima de mis personajes. Ahí está mi atención. Si me estimulan, no hay ningún problema.



-Actualmente eres visto por muchos como una suerte de reivindicador de la literatura homosexual; ¿cómo te cae ese apelativo?
-Mis libros no tienen reivindicación. Los homosexuales los observo como a cualquier otro ser humano. En Vidas vulnerables, el protagonista de "Sin compasión" no es un dechado de virtudes. Es un poco drogadicto, alcohólico, abandonado de su trabajo… no estoy reivindicando nada. A mí me interesa él como personaje, y frente a su conflicto. Yo reivindico los derechos homosexuales, pero es un ámbito distinto en mi vida. La literatura tiene otra raíz; primero, yo soy fiel a las características de mis personajes, y en ninguno de mis dos libros encuentras un fraseo reivindicatorio. Narrativamente, es para quitarle las ganas de leer a cualquiera.



-Hay gente que duda de la existencia de una "literatura homosexual". ¿Cuál es tu opinión?
-Yo he leído varios libros que caen dentro de la literatura feminista, y, más aun, yo diría feminoide. Hay una estereotipación de caracteres que es muy desagradable y que siempre habla del pago brutal que han tenido las mujeres a manos de los hombres. No me cabe duda de que han sido un género maltratado a lo largo de la historia, pero disfrazar eso de literatura es molesto. Es simplificar mucho. Pasa lo mismo con la literatura gay. El arte es menos específico y, a la vez, es más ambicioso. Creo que hay libros gay en los que el foco está en la sexualidad, y no se sale de ahí. Si el tratamiento es sobre un tema, no sobre un mundo abierto, existe la literatura gay, y a mí no me entretiene. En cambio, hay escritores que son homosexuales, pero que hablan del misterio de la vida, y se meten en sus personajes. Eso es literatura. El resto es panfletario.

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