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Juan Carlos Eichholz critica nefasto vínculo del empresariado con la derecha

Abogado, académico y ex integrante del comando de Joaquín Lavín, cree que la estrecha relación que tiene la UDI y RN con los empresarios es una de las causas por las cuales la Alianza no ha podido llegar al poder. Para evitar parte de este efecto negativo, piensa que debe existir una apertura desde el mundo empresarial y que ninguno de ellos ocupe cargos políticos.


Justo antes de que el oficialismo iniciara la ofensiva contra Sebastián Piñera, criticando su doble rol de empresario y aspirante a la presidencia, Juan Carlos Eichholz, académico de la Universidad Católica y Adolfo Ibáñez, dedicó una columna en El Mercurio a hablar de la dañina pero estrecha relación entre la derecha política y el empresariado en nuestro país.



Según este abogado y magíster en políticas públicas en Harvard, el vínculo entre ambos grupos es una de las razones que le impiden a la Alianza llegar a ser gobierno. ¿Porqué? Porque "la clase empresarial no goza de un buen prestigio en la ciudadanía en general y, por su contubernio con la derecha, ésta es vista como la defensora de los intereses de los más ricos, lo que en nada la ayuda", expresa en su columna.



Dicho fenómeno fue aprovechado por el gobierno y el comando de Michelle Bachelet para intentar restarle puntos a Sebastián Piñera, quien no sólo es un empresario sino que es uno varias veces millonario, con una fortuna que se calcula por lo bajo en 1.200 millones de dólares. Y, aunque parezca extraño, la misma UDI se sumó a las críticas y el presidente de esa colectividad, Jovino Novoa, dijo que "es legítimo que se discuta si un empresario con los intereses económicos de Piñera tiene o no independencia para ejercer como presidente".



Eichholz, quien trabaja codo a codo con Cristián Larroulet en el Instituto Libertad y Desarrollo, es uno de los numerosos cerebros que salieron del comando de Joaquín Lavín cuando apareció la candidatura de Piñera. Su razón es simple: "No soy militante de ningún partido y (con la proclamación de Piñera) el comando de Lavín se transformó en un comando más UDI". Con la independencia que le da el hecho de no estar detrás de ninguna candidatura se atreve a lanzar certeros dardos con una sola finalidad: que esta colusión entre empresarios y los partidos de derecha se termine de una vez por todas. Y la denuncia es un buen comienzo.



Los costos de la concentración político-empresarial



En una entrevista a la revista El Periodista, Sebastián Piñera enumera todos los inconvenientes que tiene para un empresario participar en política. Entre ellos menciona que "desde que fui senador no he podido llamar a una autoridad para plantearle problemas empresariales, como lo hacen todos. Además, tengo que financiar gran parte de mi propia campaña, que no deja de ser…". Con ello da cuenta de la estrecha relación que tiene el mundo empresarial con el gobierno de turno, realizando un lobby directo que influye en las leyes que después corren para todos.



La frase de Piñera toca también otra delicada arista de esta "complicada" relación: cómo los empresarios financian las campañas de los políticos y, muchas veces, exigen favores a cambio una vez que los políticos llegan al poder. Un asunto que, según el director del Centro de Liderazgo Estratégico de la Universidad Adolfo Ibáñez, el abanderado RN ha sabido usar a su favor, ya que, afirma, el hecho de que él mismo financie su campaña le entrega una independencia de la que no gozan sus contrincantes.



«Salvavidas de plomo»



Pero la excesiva influencia del empresariado en el gobierno y la dependencia que genera su colusión con la derecha son costos que a este alto profesor -tan alto, que incluso sentado se ve más alto que el promedio- parecen preocuparle menos que los que menciona en su columna. "Limita la competencia política, dificulta la alternancia en el poder y, desde la perspectiva de la Alianza, reduce sus posibilidades de acceder al gobierno", enumera. Es evidente que los dos primeros costos son consecuencia de este último, por lo tanto, el problema de fondo es que la ayuda que prestan los empresarios a la derecha es una especie de salvavidas de plomo que les impide llegar a la Moneda.



"Lo que no puede ser -continúa embalado- es que hayan empresarios enquistados en los partidos y que ejerzan al mismo tiempo ambas funciones (servir al país y a sus intereses personales)". Más que a la influencia desde afuera lo que rechaza categóricamente es que formen parte de la estructura partidaria, como José Yuraszeck, dueño de Sal Lobos, quien formaba parte (hasta antes de ser procesado por el caso Chispas) de la comisión política de la UDI. Por el contrario, menciona como un caso digno de ejemplo el de Marco Cariola, quien cuando decidió ser senador vendió todas sus empresas.



La relación de la CPC y el gobierno



Lo que le preocupa a Eichholz no es sólo la influencia que ejercen determinados grupos económicos en la política -donde es un secreto a voces que la familia Luksic le financia campañas a la Concertación y el grupo Penta al abanderado de la UDI- sino que a la poca apertura y la excesiva homogeneidad que muestran los "empresarios visibles" en Chile, entendiendo por ellos a los representantes de los grandes sectores productivos, agrupados en la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC).



"Hay una dificultad enorme de aceptar el debate y las ideas distintas. Cuando sale Felipe Lamarca hablando de la desigualdad, alejándose un poquito del discurso típico del empresariado, es inmediatamente marginado y tratado de traidor. Es bien fácil etiquetarlo y evadir el debate, pero él manifestó su opinión y es legítimo. No es un pecado cambiar de opinión", asegura.



Al preguntarle por los motivos de la cercanía que tiene el mundo empresarial con el actual gobierno -cosa insólita en otros tiempos con un presidente socialista- señala que "tiene que ver con el poder tras el poder. Los que tienen poder económico y poder político se conectan porque se necesitan. Y si el gobierno es de izquierda también, porque no quieren volver a repetir lo que pasó con Allende".



Advierte que es normal que exista lobby del empresariado. "Es natural que eso ocurra. El problema con ello es que el referente para el gobierno terminan siendo los grandes empresarios y no los de la pequeña y mediana empresa", asegura. Y agrega que "el gobierno tiene que escuchar a todos y no quedarse sólo con la voz de algunos".



bdelrio@elmostrador.cl



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