Con un dejo amargo analiza el senador gremialista el legado del gobierno de Ricardo Lagos en materia de derechos humanos. A su juicio, existían condiciones óptimas para zanjarlo: disposición del mundo militar, de la oposición y la voluntad del Presidente. Sin embargo, afirma, las propuestas más relevantes fueron »dinamitadas» por el mismo partido del mandatario.
El senador Hernán Larraín es uno de los parlamentarios de la Alianza que ha trabajado para alcanzar acuerdos en materia de derechos humanos. Conocido por su postura moderada, apoyó una iniciativa para entregar beneficios carcelarios a presos por delitos terroristas con fines políticos, que obtuvo el apoyo del oficialismo, y presentó un proyecto en el mismo sentido para ex uniformados, que ni siquiera fue votado por falta de respaldo.
Al hacer un balance sobre la gestión de Ricardo Lagos en este tema, deja entrever una cierta desilusión porque "no se avanzó lo suficiente". A su juicio, pese a que el gobierno de Lagos tuvo todo a su favor para poder resolver el tema de las violaciones a los derechos humanos, no lo pudo hacer porque los parlamentarios socialistas boicotearon todas las propuestas en esta materia.
En esa línea, cree que es difícil que se pueda hacer algo más en el gobierno de Michelle Bachelet, ya que las condiciones que se dieron en la era Lagos eran óptimas: disposición del mundo militar y de la oposición -"la UDI hace una propuesta y se abre a debatir el tema"- y la voluntad expresa del Presidente Lagos de resolver este problema.
-¿Qué avances hubo, a su juicio, en materia de derechos durante la era Lagos?
– Yo creo que hubo avances importantes porque se consolida el trabajo de la Mesa de Diálogo y luego el informe Valech se da un paso positivo, al asumir -no digo superar- los hechos y comprender que el perdón, el entendimiento y hacer públicos los hechos se puede convivir mejor. Creo que ha habido una participación importante del Ejército, el general Cheyre permitió dar pasos gigantes en este aspecto, con actos como un gran diálogo que ayudó a generar un clima de realismo que ayuda a avanzar en este sentido.
En los aspectos legislativos yo diría que no hubo muchos avances. Se hizo un gesto a los presos por delitos terroristas que no fue equivalente para nuestro sector. Se presentó un proyecto con parlamentarios de la Alianza y la Concertación (para entregar beneficios carcelarios a ex uniformados) pero no ha tenido mucho respaldo y probablemente no va a convertirse en ley.
Los tribunales han seguido trabajando dentro de lo que se puede. Las leyes que se dictaron luego de la Mesa de Diálogo no fueron las más efectivas porque el problema de fondo en materia de detenidos desaparecidos es extremadamente complejo de resolver. Sumando y restando, yo diría que ha habido avances pero no se zanjaron y todavía permanecen como una herida abierta.
Creo que pocas personas podrían haber hecho más para resolverlos que Ricardo Lagos, precisamente por ser el primer gobierno socialista post gobierno militar, con una legitimidad importante y, además, con la voluntad expresa de resolverlos. Pero no lo pudo hacer porque al final distintas iniciativas que apuntaban en esa dirección fueron boicoteadas por los propios socialistas, quienes se han opuesto a todas las propuestas que se han hecho en los tres gobiernos de la Concertación. Quien bloquea y quien dinamita esto es el Partido Socialista que, además, neutraliza la buena disposición de DC, PRSD, PPD para zanjarlos.
Una de las últimas iniciativas, la ley de empalme, que pretendía acortar los plazos de todos los casos pendientes en materia de derechos humanos, fue dinamitada por el PS.
"Falta ecuanimidad"
-Así como apoyó la entrega de beneficios carcelarios a los presos por actos terroristas con móviles políticos, promovió un proyecto para rebajar las penas a los ex uniformados. ¿Cree que se trató con ecuanimidad los casos de derechos humanos?
– Nosotros apoyamos ese proyecto sin condiciones. Pero uno supone que cuando hay criterios de justicia y equidad se aplican en forma similar para ambos lados, pero no los ha habido.
-Si no ha podido zanjarse el tema en la era de Lagos, ¿cree posible que se pueda solucionar en el gobierno de Bachelet?
-No es fácil. Ahora, ella tiene por situaciones personales, autoridad para impulsar algo si se lo propone. Pero no tengo certeza de que ella se lo haya propuesto
-¿Considera que aún no se han superado los esquemas de hace 30 años atrás?
– Diría que el país los tiene ultrasuperados. No hay chileno que no tenga una opinión formada sobre lo que ocurrió. Es cierto que en los últimos años se han conocido hechos nuevos, pero han ido ayudando para que la gente tenga conciencia y una opinión formada. El país aprendió a vivir con esto. La gente necesita seguir avanzando y la historia no la puede detener, pero eso no ha ocurrido igual en el mundo político, donde hay sectores que todavía quieren mantener la discusión vigente hasta que no se resuelva hasta el último caso. Sin embargo, pienso que cada día es un tema más marginal, de hecho, no fue materia de la última elección presidencial y no formó parte de ningún debate ni tampoco.
Todos los países avanzan, hasta los países que han sufrido más. Los países socialistas, tras la caída del muro de Berlín, a pesar de las matanzas, de los crímenes y violaciones sistemáticas que tuvieron durante décadas, no han hecho los procesos que hemos hecho en Chile y han logrado convivir. No porque hayan dado vuelta la página, sino porque piensan en el hoy y el mañana antes que en el ayer.
Cambio cultural en la UDI
-¿Percibe algún cambio en la postura de la UDI a este respecto en los últimos seis años, teniendo en cuenta que Longueira se reunió con familiares de detenidos desaparecidos de Pisagua y la UDI propuso, junto a otros parlamentarios, una fórmula de reparación de carácter voluntario?
-Sin lugar a dudas. La propuesta de la UDI en materia de DDHH incluye medidas, reconocimiento, y constituye ciertamente un avance. Probablemente hace 10 años, hubiera sido muy difícil que existiera ese documento. Antes era un tema que producía incomodidad e inconscientemente se evitaba. También había una carga política importante, pero al final la UDI se hizo cargo de la situación.
-Qué le pareció que Lagos haya indultado a un grupo de ex lautaristas y ayer le haya negado el indulto a Carlos Herrera Jiménez, el autor material del asesinato de Tucapel Jiménez.
– Creo que en el ánimo de buscar paz social es explicable y razonable que haya esos gestos, pero hay que tener el coraje para ser ecuánime y no hacerlo sólo para una parte del espectro, porque eso quiere decir que hay un cierto sectarismo un cierto prejuicio o falta de fuerza para poder hacer lo justo.
-Para el aniversario de la muerte de Tucapel Jiménez Bachelet señaló que "no habrá olvido" durante su gobierno. ¿Teme que en vez de superar una etapa durante el gobierno de Bachelet se vuelva atrás en materia de derechos humanos?
-El olvido no es algo que dependa de la voluntad de las personas, lo que tiene que ver con la voluntad es el perdón y la justicia y yo creo que ahí hay que seguir avanzando. Pero la verdad es que no tengo ninguna expectativa especial, porque no conozco acciones concretas que promueva Michelle Bachelet en esa línea, aunque ha señalado que no tiene ningún rencor y, como ministra de Defensa estuvo muy cerca del mundo militar. Eso demuestra una buena voluntad, pero no sé si podrá ejercer acciones más concretas para avanzar y que esto pueda ser resuelto.
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