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Analistas creen que acuerdo Caracas-La Paz no tiene implicancias para Chile

Para Armen Kouyoumdjian, se trata de »un montaje burdo para presionar al gobierno chileno por el voto del Consejo de Seguridad de la ONU», mientras que el analista José Higuera recuerda que »lo curioso es que cuando una real intervención foránea en los asuntos soberanos de Bolivia se produjo, en octubre del año 2005, nadie de preocupó aquí en Chile».


Ninguna implicancia tendría para Chile el acuerdo de cooperación militar firmado en mayo pasado por los gobiernos de Venezuela y Bolivia. En este punto coincidieron diversos analistas consultados por El Mostrador.cl que señalaron que se ha producido una alarma innecesaria sobre el tema a menos de una semana de que nuestro país dé a conocer su voto en el Consejo de Seguridad de la ONU.



Para el especialista en defensa Armen Kouyoumdjian, se trata de "un montaje burdo para presionar al gobierno chileno por el voto del Consejo de Seguridad de la ONU. De eso no me cabe la menor duda porque no sólo el convenio estaba firmado en mayo, sino que el 22 de septiembre, cuando yo estaba en Armenia, leí en una publicación latinoamericana el detalle de dicho acuerdo, que se encuentra en el dominio público".



Al ser requerido en relación a de parte de quien vendría ese montaje acusó que "no sólo podría provenir de la derecha sino que también de parte de la Concertación, en particular de la DC y de otros personeros del resto de los partidos oficialistas" y señaló que a nivel mundial ha existido una "satanización de Chávez".



Kouyoumdjian aclara que no existe ningún problema para Chile con la existencia de este acuerdo ya que a través de éste, "no se proporciona a Bolivia misiles crucero, ni bombarderos, ni nada, sólo se ayuda económicamente a un país que anda muy apretado financieramente para poner puestos militares, en sus más de seis mil kilómetros cuadrados de fronteras que tiene con varios países de América Latina, y que hasta ahora no existían".



Agrega que "cualquier país tiene derecho" a tener esa infraestructura y que "el escándalo que se esta haciendo parecería como ridículo, si no fuera por el hecho de que es puramente mercenario, en medio de una disputa que involucra no sólo a la oposición y al Gobierno sino que a varios actores de la Concertación".



Explica que en el plano estratégico militar no hay ningún riesgo. "Bolivia, con la ayuda financiera de Venezuela, está construyendo puestos militares en su frontera, cosa que es parte del mínimo derecho soberano de cualquier país. Y ocurre que Bolivia no tenía hasta ahora los recursos para hacerlo y Chávez se los está proporcionando". En forma irónica, asevera que "no veo como dos instalaciones fronterizas ponen en jaque la soberanía de Chile".



Sostiene que si bien no hay problemas para Chile, ello complica el debate producido por el tema del voto del Consejo de Seguridad. Para Kouyoumdjian las razones para votar por Caracas no son sólo "una vuelta de mano poque el gobierno de Caracas apoyó a José Miguel Insulza, en la OEA", sino que también está "el hecho que el país más influyente en América Latina es Venezuela y no Guatemala".



Por eso cree que "Chile, de acuerdo a sus criterios y su compromiso, debiera votar por quien piensa es el voto correcto y no dejarse influenciar por un viento que sopla de un lado para otro".



Ejes ideológicos



Una opinión un poco distinta tiene el abogado y cientista político Miguel Navarro, quien coincidió con Kouyoumdjian en el sentido de que el convenio "en un principio no nos afecta en nada, ya que es un acuerdo soberano entre dos estados".



Sin embargo cree que ello a futuro "puede implicar un potenciamiento militar de Bolivia que, eventualmente, podría ser con desplazamientos y ello si puede complicar el escenario estratégico chileno porque podría implicar tener un frontera militar con un país que no es fronterizo".



Precisa que "lo que a mí me complica en la formación de ejes ideológicos en la región se le está dando una connotación militar, que originalmente no tenía, y cuando Chile es totalmente excéntrico a estos ejes". Y puntualiza que "lo complejo es que este acuerdo militar revelaría la intención de que estos ejes ideológicos además tienen una connotación militar. Ese es el punto más relevante para mí".



El balance de fuerzas de Bolivia y Chile



Bolivia cuenta con unas fuerzas armadas integradas por 30.000 efectivos y destina a Defensa un presupuesto anual de apenas 160 millones de dólares, lo que es manifiestamente inferior respecto a los 70.000 efectivos que componen a las fuerzas armadas chilenas y a los cerca de 2.000 millones de dólares que Chile destina anualmente para gasto militar.



Las fuerzas armadas bolivianas han estado históricamente orientadas a tareas de control interno, lo que es reflejado en su equipamiento actual, centrado en armas livianas. Su ejército posee apenas 30 tanques Kurassier con cañones de 105mm, 50 vehículos blindados de combate con cañones de 76mm y apenas 80 transportes blindados sobre orugas y ruedas. Su artillería incluye apenas cuatro cañones remolcados de 105mm y otros seis cañones remolcados de 76mm.



La Fuerza Aérea boliviana está equipada con un par de decenas de reactores AT-33, que son aviones jet de fines de la década de los años cuarenta, que le confieren una muy limitada capacidad de defensa aérea y de de ataque. Se trata de aviones que la Fuerza Aérea de Chile también tuvo y que descartó hace más de veinte años. Completan el equipamiento de combate de la fuerza aérea boliviana otras dos decenas de aviones turbo-hélice Pilatos PC-7, que es un avión de entrenamiento que también puede operar como plataforma de ataque liviano y contra-insurgencia. En Chile la Armada opera nueve aviones del mismo tipo y con las mismas capacidades de ataque liviano.



Frente a esas capacidades, Chile despliega las más poderosa fuerza blindada de América Latina. El ejército está equipado con 200 tanques Leopard 1V y AMX-30 y está en proceso de recibir 100 tanques Leopard 2, que serán los más modernos y poderosos en servicio en América del Sur. La flota de transportes blindados de tropas del Ejército de Chile cuenta con cerca de 600 vehículos acorazados, en su mayoría adquiridos en la última década. La artillería cuenta con cerca de un centenar de cañones de 155mm, incluyendo 24 M109 recientemente adquiridos a Suiza, y un número similar de cañones de 105mm.



La Fuerza Aérea de Chile, en el proceso de recibir 28 cazabombarderos F-16 nuevos y de segunda mano adquiridos mediante una inversión cercana a los 1.000 millones de dólares -incluyendo el valor de contratos adicionales por las armas de los aviones- es la más moderna y poderosa de América del Sur.



La FACh tiene la capacidad de atacar cualquier objetivo en territorio boliviano, sin que Bolivia tenga esa capacidad. Nuestro ejército es substancialmente superior en tamaño e equipamiento.



«Es por eso que todo lo que se está planteando respecto de la amenaza que para Chile significaría el tratado de cooperación subscrito entre Venezuela y Bolivia en mayo pasado no tiene sentido», señala el analista de la comisión de Defensa del PPD, José Higuera.



Agrega que «Chile tiene muchos más tratados, incluyendo algunos con potencias externas a la región, sin que nadie haya planteado que ellos representan un peligro o amenaza a la estabilidad regional».



Precisa que «Bolivia es un país soberano, y sus autoridades democráticamente elegidas tienen todo el derecho y el mandato necesario para subscribir los acuerdos de cooperación militar que estimen convenientes».



Explica que «de igual forma, Chile ha estado gastando sumas significativas en la modernización del equipamiento bélico de nuestras fuerzas armadas. Aunque ellas tienen como objetivo básico reemplazar material ya obsoleto, las nuevas adquisiciones representan un incremento substancial de la capacidad militar de nuestro país, derivada de la más avanzada tecnología de los nuevos equipos y armas. Eso debe ser reconocido y tomado en consideración antes de lanzar estas acusaciones absurdas en contra de Bolivia y de asignar intenciones a Venezuela».



En cambio, sostiene que «Bolivia tiene una capacidad militar que apenas le permite desplegar una capacidad de defensa de su territorio. Chile tiene la capacidad no sólo de defender el propio, sino una capacidad considerable para atacar blancos en profundidad dentro los territorios de los países vecinos. Si un país inspira temor en la región, es Chile».



Sin embargo, puntualiza que «sobre este punto es conveniente señalar que los contenidos completos de los acuerdos subscritos entre la Paz y Caracas son de conocimiento público desde hace varios meses, y no materia reservada como algunos medios de prensa en Chile han afirmado».



Sobre las acusaciones de intervención de Venezuela en los asuntos internos de Bolivia, indica que «debemos asumir que las autoridades bolivianas son las únicas con derecho y competencia para señalar si dicha intervención existe».



Los misiles chinos en el 2005



Higuera recuerda que «lo curioso es que cuando una real intervención foránea en los asuntos soberanos de Bolivia se produjo, en octubre del año 2005, nadie de preocupó aquí en Chile. Me refiero a la forma en que Estados Unidos incautó un arsenal de 28 misiles tierra-aire de fabricación china, que constituían la única defensa antiaérea de Bolivia».



En esa oportunidad, explica que «el gobierno de Bolivia, en conjunto con parte de sus mandos militares, entregó estos misiles a los estadounidenses, sin proceder a solicitar la autorización del congreso para hacerlo. Los estadounidenses llevaron los misiles a la Base de Guantánamo, en Cuba, en donde los destruyeron. Una investigación posterior demostró que, junto con ejercer presiones políticas, los estadounidenses también sobornaron a autoridades del ministerio de Defensa y de las Fuerzas Armadas bolivianas, para obtener la entrega de los misiles».



Los 28 misiles antiaéreos HN-5 de fabricación china fueron sacados de Bolivia entre el 2 y 4 de octubre del 2005 y fueron, según fuentes locales, "comercializados" a un "precio" de varios millones de dólares y trasladados a Guantánamo, Base Militar de Estados Unidos en Cuba, comenta Higuera.



Recuerda que «los misiles fueron sacados desde el cuartel Bilbao (Viacha) y trasladados a la Base Aérea militar de El Alto, en donde fueron embarcados en un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, con rumbo a Guantanamo».



De acuerdo a lo publicado por la prensa boliviana, tres de las personas que conocen el detalle de ese traslado son Invar Ellefsen, José Rodríguez y Juan Arteaga, todos sindicados como funcionarios del Ministerio de Defensa, entidad que ingresó en varias contradicciones públicas. Por ejemplo el propio ministro, Gonzalo Méndez, no pudo explicar ante el Parlamento el tiempo de uso y situación de utilidad de dicho armamento, supuestamente obsoleto.



Dos de los nombrados tendrían antecedentes como expertos en inteligencia y en operativos de fuerzas de élite antiterrorismo. Otro funcionario mencionado es el actual comandante militar, Gral Gonzalo Antezana, quien al igual que el ministro Méndez y el propio Presidente de la República, Eduardo Rodríguez, así como funcionarios de Palacio de Gobierno, no pueden dar hasta ahora una explicación coherente acerca de este delicado tema de seguridad nacional.



«Este hecho constituyó una flagrante intervención en los asuntos internos de Bolivia, atropellando no sólo su soberanía sino que también sus derechos a contar con medios de autodefensa. Es curioso que aquellos que hoy demuestran tanta sensibilidad ante la supuesta intervención de Venezuela en los asuntos bolivianos, no hayan reaccionado entonces ante una situación clara de intervención por parte de Washington», concluye Higuera.



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