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‘Bachelet debe radicalizar agenda con fuerza, a lo Chávez, para no fracasar’

Premio Nacional de Historia y estudioso de los organizaciones populares estima que las condiciones para un estallido social en el país están dadas y que sólo falta una »señal» que lo gatille. También cree que el movimiento secundario se »oligarquizó» con María Jesús Sanhueza a la cabeza.


El Premio Nacional de Historia 2006, Gabriel Salazar, galardonado por escribir sobre la realidad social a partir de los actores anónimos, plantea que un estallido social está cerca, que las condiciones ya están dadas y que sólo falta una "señal" para que los golpeados por el modelo económicos se rebelen con fuerza.



Es por ello que plantea que la Presidenta Michelle Bachelet, a quien tuvo la oportunidad de conocer de cerca en una reciente gira por Colombia, con motivo de la feria del libro de ese país, le recomienda "radicalizar la agenda con fuerza, a lo Chávez" si no quiere que su gobierno pase al olvido.



Las señales a las que hace alusión pueden ser variadas, como la trágica muerte de un obrero forestal a manos de la fuerza pública, en el marco de una negociación colectiva con Bosques Arauco, firma perteneciente al grupo Angellini, uno de los más poderosos de Chile.



A lo anterior se suma, coincidentemente, la preocupación que han expresado personeros del oficialismo en el documento denominado "La disyuntiva: una Concertación conservadora o una Concertación al servicio de la mayoría", en que se cuestiona el actual modelo económico y la conducción que de él ha hecho la coalición oficialista.



Salazar asegura que si la mandataria provoca el giro, las bases populares y, en especial los pobladores, le brindarán el respaldo que requiere. Sin embargo, ve que dicha posibilidad es lejana, considerando la llegada al gobierno de ex miembros del MAPU, como el ministro secretario general de la Presidencia, José Antonio Viera Gallo, a quienes identifica como pro modelo neoliberal.



Por estos días el académico sigue ligado a su alma mater, la Universidad de Chile, y trata de levantar en la Universidad Bolivariana la historia social, luego de que fuera «expulsado» de la Arcis por una alianza entre el Partido Comunista (PC) y ex militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), como él mismo la describe.



Además, comenta que está próximo a terminar el libro "Mercaderes, empresarios y capitalistas en el Siglo XIX" y comenzando otro junto al ex secretario general del Partido Socialista (PS) durante la UP Carlos Altamirano, cuyo título tentativo es "Memoria a dos voces", que sin duda tocará el tema del quiebre democrático de 1973.



Levantamiento en ciernes



Le preocupa la mirada policial que está teniendo el gobierno sobre los movimientos sociales. El 1 de mayo vimos como cada vez más se perfeccionan los métodos para capturar manifestantes, pero ¿cree que se está viendo el tema de fondo?

-Hoy hay muy poca asistencia de trabajadores al acto del 1 de mayo, aumenta el número de no trabajadores que participan, que son jóvenes, el acto ya no tiene una connotación política como en antaño y la noticia se vuelve policial. La pregunta que hay que hacerse en verdad es ¿cuál es la naturaleza del movimiento popular hoy? No hay duda que cincuenta años atrás el movimiento tenía un esqueleto central que era muy obvio: la clase obrera, que hoy es minúscula, débil, no tiene presencia. Entonces, lo que están haciendo noticias todos los días son los cabros de pobla’, y el problema de fondo es cómo entender el eje del movimiento.



Pienso que los trabajadores aquí son menos relevantes y los pobladores más, pero no estamos pensando en toda la lógica subversiva y rebelde de los pobladores, seguimos pensando en el 1 de mayo, no tenemos un día del poblador, del ciudadano, no pensamos el movimiento popular a partir de los pobladores y los cabros jóvenes, el único concepto que tenemos es policial.



-¿Observa un problema de conducción? ¿El Partido Comunista podría jugar un rol?

-Yo creo que los partidos de la izquierda parlamentaria ni siquiera se preocupan de pensar al movimiento obrero como base de apoyo, en ese sentido no hay izquierda. Y el Partido Comunista, que es demasiado minoritario, sigue pensando mucho con categorías tradicionales, por eso es que está empantanado y su convocatoria es escasa. Los cabros nuevos entran ahí y al poco tiempo se salen.



Además, provoca desconcierto porque conversa con la derecha para entrar en el Congreso, en vez de mirar cómo insertarse en este movimiento juvenil que es el más poderoso en Chile y reconstituir el movimiento popular sobre esa base. Entrar al Congreso es aceptar la ley y la Constitución del 80 ¿Aceptar de que se puede cambiar la Constitución por dentro o hacer la revolución desde la ley?… Por eso, creo que el PC está equivocado.



Los "pingüinos" se están moviendo por sí mismos, los cabros en las calles y poblaciones se están moviéndose por sí mismos y desarrollando una cultura propia, no tienen apoyos de partidos políticos.



-¿Qué está pasando en las poblaciones, quién tiene el control? Cada vez es más evidente que el lumpen en muchos casos irrumpe en las protestas y no obedecen a las dirigencias clásicas ¿Dónde están los dirigentes que tenían las poblaciones bajo su mando, como en los ’80?

-Lo que pasa es que la dirigencia histórica se quedó pegada en el pasado y tienes una crisis terrible en materia de empleo, si pensamos que tenemos un 46% o 48% de empleo precario… La gente que lo tienen no se casa, no funda familia y si lo hace, se va después, y quedan los cabros chicos (abandonados), más de la mitad de los niños que nacen son guachos. En consecuencia, los cabros están viviendo una situación de falta de afecto, de agresividad, que los transforma en energúmenos. En cierto modo son lumpen, pero creo que hay abandonar la cultura del lumpen, porque es una manera de separarlos y despreciarlos. No es de extrañarse que podamos tener un estallido como en 1957.



-¿Bajo las condiciones anteriores el altamente probable?

-Es altamente probablemente, porque las cifras lo indican. Si tenemos el 56% de cabros guachos, con alta frustación afectiva; si tienes un 46% de empleo precario, que no sirve para casarte ni tener hijos; si en este momento el 60% de los ingresos de los quintiles más pobres está ocupado por deudas, y eso implica una tensión terrible. Otro porcentaje de chilenos tiene una grave enfermedad neurológica; el 46% no entiende lo que lee; el 60% en 2005 no leyó ningún libro; entonces hay una tensión interna que va a tener que buscar una señal una salida al igual que el 57′ en que una revuelta de estudiantes terminó en saqueos.



A radicalizar la agenda



-Usted dice que falta una señal ¿y el Transantiago?

-Pero se dio (algo).



Â…sin embargo, los problemas con el plan de transporte siguen igual de complejos y la gente sigue pasmada, las movilizaciones disminuyeron

-Es que está poco claro para todo el mundo quién es el verdadero culpable, el enemigo no está claro, la gente usualmente la gente se rebela contra el gobierno, un patrón o contra los pacos.



-A su juicio, ¿qué corriente política puede capitalizar el descontento?

-La verdad es que no creo que el Partido Comunista vaya a tomar la iniciativa de desarrollar o ayudar a desarrollar esto que está en ciernes, la tradición le pesa mucho y de una manera negativa. Todo lo que viví en el Arcis, ahí se produjo una alianza entre el PC y una par de empresarios de origen miristas, del lado guerrillero frustrado, Max Marambio y Andrés Pascal, que lo único que hizo fue destruir y expulsar los académicos que le daban más prestigio a la universidad y tanto fue así que la matrícula cayó en 50% y están en gravísimos problemas.



Pienso, por tanto, que ningún partido está en condiciones de asumir eso y lo que va a ocurrir que el movimiento está latente en todas partes y va a seguir su curso natural y se ha dado a sí mismo mecanismos de autoeducación, no de conducción, por eso es que ha aparecido en todo Chile lo que se ha llamado la red popular de autoeducación.



-En ese sentido ¿qué le queda hacer al gobierno de Bachelet? Una administración muy golpeada, de la que incluso a un año de iniciarse se dice que está acabada, prueba de ellos son la serie de candidatos presidenciales

-Por ser premio nacional me invitaron al viaje que hizo la Presidenta a Colombia, ahí la conocí más de cerca, la pude ver de cerca en acción y la impresión que me dejó es que es una mujer con una muy buena capacidad de análisis político coyuntural, lo hace con fuerza, con calor y fogosamente y de corrido, además, tiene un don de simpatía natural en las relaciones directas que fascinó a los colombianos, tiene carisma.



Pero resulta que la coyuntura política y social hoy es muy compleja y requiere un líder que tenga una gran visión de futuro, que sea capaz de leer los movimientos sociales. O sea, se requiere un gran estadista, ella es médico, no tiene la formación sociológica, histórica, política de ver eso y proyectarlo. En segundo, lugar ella está metida en el ascenso de una clase política de la que no puede desembarazarse, está prisionera, no puede dar grandes pasos. Su única posibilidad para que no sea un fracaso es que radicalice la agenda con fuerza, a lo Chávez, a sabiendas que la clase política se le va a ir quedando atrás. Si ella tira sola, el movimiento popular la apoya, estoy seguro de eso, ¿pero tendrá los cojones para tirarse solita sin los políticos?



-¿Es lo único que le queda?

-Es su última alternativa, pero si va a meter gente MAPU… Los mapus son neoliberales. Si da un paso audaz, la gente la apoya.



Posibles hombres de Estado



-Sin que usted sea partidario de él ¿qué candidato reúne las condiciones de visión de Estado?

-Creo que hay dos personas que tienen personalidad para eso, una mezcla de Ricardo Lagos con Insulza, una mezcla entre ellos da, pero da en el temperamento, aunque ninguno de ellos despertaría la empatía en el movimiento social.



-¿Y en la derecha? ¿Qué opinión le merece Longueira?
-La verdad es que, de los hombres de la UDI, Longueira parece ser el más definido y sólido, en particular desde que ha venido limando un poco sus tradicionales exabruptos. Es seguro que lo designarán a él como precandidato, pero con pocas posibilidades ante el populismo adinerado de Piñera. Ahora toda la derecha política es populista, pero una vez electo Piñera, dudo de que gane, tendrán que mostrar sus verdaderos dientes y comillos.



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