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Policía de Investigaciones crea grupo especial para combatir la piratería

La copia ilegal es una de las cinco grandes guerras de la globalización junto al lavado de dinero y los tráficos de drogas, armas y personas. Anualmente mueve a nivel mundial más de US$ 500 mil millones y se instala como una de las formas del crimen organizado. En Chile, aunque incipiente como ilícito, las detenciones aumentan cada año.


La piratería se ha convertido en una de las cinco grandes guerras de la globalización, junto al lavado de activos y los tráficos de drogas, armas y personas.



Chile no está fuera de la línea de fuego de este delito contra la propiedad intelectual que mueve a nivel mundial miles de millones de dólares y que se instala como uno de las tantas formas que adopta el crimen organizado.



Por esta razón, es que la Policía de Investigaciones prepara el estreno de un grupo dedicado especialmente al combate contra la piratería y que estará integrado a la Jefatura Nacional de Delitos Económicos.



Ésta es una de las primeras respuestas concretas que ha dado el gobierno chileno, luego de que a comienzos de este año Estados Unidos bajara la calificación del país en materia de protección a la propiedad intelectual.



Fuentes policiales explicaron que a más tardar en septiembre u octubre la unidad -que aún no tiene un nombre definido- comenzará a operar, sobre la lógica de que la piratería es una mafia como tantas otras, incluso como la del tráfico de drogas.



En Chile, la comparación suele parecer escandalosa, ya que la adquisición de material falsificado, copiado o plagiado es una práctica que al mismo tiempo permite la democratización de contenidos y objetos que, de otra forma, no llegarían a una parte de la sociedad y no produce un daño biológico a quien lo consume.



Las organizaciones internacionales denominan a esta clásica percepción que suele primar en los países en vías de desarrollo como el "delito sin víctima".



Sin embargo, esta actividad ha provocado que algunas empresas hayan debido recortar su número de empleados o ampliar su rubro para equilibrar las pérdidas. El caso más paradigmático lo constituye en Chile una conocida casa de venta de música.



Market of ideas



Las cifras que revelan la complejidad del eufemísticamente llamado "tráfico de ideas robadas" son alarmantes. Por ejemplo, a nivel mundial las falsificaciones como industria y mercado han aumentado ocho veces en los últimos 20 años. Así se pasó de cinco mil millones de dólares a nivel global a 500 mil millones de dólares en los últimos dos años, según las estadísticas del Banco Mundial y del Departamento de Comercio de Estados Unidos.



La importancia de esta nueva unidad policial es que por primera vez habrá un grupo de personas dedicadas no sólo a la persecución de quienes hacen de la piratería un negocio lucrativo, sino que también a la reflexión y la renovación de conocimientos de un problema que afecta al Estado y evita que perciba impuestos.



Actualmente, el combate a la piratería o a la venta de objetos falsificados, incluso pinturas, perfumes, zapatillas, libros, entre otros, se lleva a efecto por distintas unidades policiales, lo que no permite un seguimiento especializado del problema, como por ejemplo lo hace la Brigada Investigadora de Lavado de Activos (Brilac).



La legislación chilena aplica bajas penas a quienes venden piratería, como también a quiénes las producen. Las sanciones van desde 61 a 541 días y, si es reincidente, llega a aumentar en un grado hasta tres años. En cualquier caso se trata de una condena remitida, es decir, se cumple en libertad.



En el Parlamento se encuentra pendiente una modificación que aumenta los castigos y multas a quiénes fabriquen, importen y comercialicen los productos, pero agrega la figura de la asociación ilícita cuando se trate de una organización de mayor tamaño.



El proyecto de ley sobre comercio ilegal entrega también nuevas herramientas, muy similares a la que tiene la actual legislación de drogas, como la entrega vigilada, agentes encubiertos, reveladores e informantes.



Número y paraísos



En la actualidad es China el gran universo y paraíso de la piratería y falsificación. Tanto así que en 2005 el New York Times Magazine dedicó un reportaje especial a ese país y lo tituló "Manufaketure", aludiendo a una mezcla entre el estilo industrial y la nomenclatura, palabra con la que se identificó a los países del bloque socialista.



El gigante oriental tiene un comercio anual mínimo de 16 mil millones de dólares sólo en ventas interna de objetos falsificados, con productos Procter & Gamble y motos Honda.



A éste se suman Filipinas, Vietnam, Ucrania, y Paraguay, pero este último como el edén de lo falsificado en Ciudad del Este, donde se genera también el fenómeno de la triple frontera, seguido de cerca por los servicios de inteligencia del primer mundo como el centro neurálgico del terrorismo en América Latina.



Internet tampoco hace la vida fácil a quienes persiguen este tipo de delitos. Según The Economist, anualmente sólo a través de la red se mueven unos 25 mil millones de dólares en productos sin patentes, que van desde obras de arte, películas, libros, remedios o el artefacto u objeto de moda.



Chile, aunque en cifras menores, no está lejos de poder convertirse en un mercado atractivo para este crimen organizado. Las estadísticas que maneja la Brigada Investigadora de Delitos Económicos (Bridec) entrega también una interpretación al respecto.



Por ejemplo, en 2003 hubo cerca de mil investigaciones, con poca cantidad de detenidos. En 2004 las indagatorias subieron a casi 1200. Sin embargo, en 2005 las causas bajaron, pero aumentó el número de presos por el ilícito, llegando a más de mil 500 en 2006 y las investigaciones sólo a 200, aproximadamente.



Así, ¿cómo el virtual cliente puede determinar si, por ejemplo, el perfume que compra en la Zona Franca de Iquique, en el Duty Free del aeropuerto o en casas comerciales, es original, o lo es la motocicleta de marca famosa, la ropa Polo, el último libro o incluso las propias medicinas? Los especialistas siempre recomiendan comprar en lugares autorizados, pero lo concreto es que los falsificadores globales siempre llevan la delantera a quienes los persiguen.



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* Algunas estadísticas fueron reproducidas del libro "Ilícito" de Moisés Naim, ex director de la revista Foreign Policy.

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