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En Cuba está carta secreta escrita por Carlos Carreño durante su secuestro

A 20 años de su cautiverio, el ex coronel e ingeniero de Famae quiere ser reconocido como exonerado político y reabrir un proceso para limpiar su imagen. Uno de los detalles inéditos del caso lo constituye una epístola sobre construcción y venta de armas que aún permanece guardada en La Habana.


Aunque han pasado casi 20 años desde que el 1 de septiembre de 1987 el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) secuestrara para liberar en Brasil al coronel Carlos Carreño, el ex ingeniero de Famae sigue siendo noticia y no puede dejar atrás su pasado. Y es que una serie de detalles se conocen por primera vez ahora que se acerca la fecha clave.



Actual profesor de balística en una universidad estatal, Carreño, ha querido guardar silencio sobre su cautiverio y nunca ha dado una entrevista, pero uno de los detalles inéditos es que el FPMR guarda una carta que escribió sobre construcción y venta de armas y que está guardada en La Habana, Cuba.



Quien la tiene en su poder es "Pedro" -cuya identidad se desconoce-, uno de los jefes de la internación de armas a Carrizal Bajo, y no puede volver a Chile. Es representado por el abogado Alberto Espinoza para lograrlo algún día y, de hecho, el profesional presentó un amparo sondeando esa chance.



Carlos Carreño estuvo a cargo de una serie de proyectos secretos en Famae, entre ellos el de las bombas "avispa" -malas copias de las llamadas "racimo"- y los negocios que se hicieron con Irán a mediados de los 80. Estos fueron investigados en el marco del proceso por las millonarias cuentas que Pinochet mantuvo ocultas en el banco Riggs y otras instituciones de Europa.



Escolta de gran tamaño



Otro de los secretos que siempre se ha guardado celosamente es por qué fue secuestrado Carreño y no otro oficial que estuviera más vinculado a la represión o tuviera un cargo más importante.



Uno de los comentarios habituales en estos círculos es que había otras posibilidades antes que Carreño. En el libro "Operación Príncipe" -escrito por Miguel Bonasso y Roberto Bardini-, Simón, el jefe del comando guerrillero, relata que hubo cinco alternativas, las que se redujeron a tres.



Este diario consultó a una serie de fuentes militares que confirmaron la información. El elegido era uno de los escoltas que tenía Pinochet en 1987. Se trata de Gerardo Ramírez Chovar, actualmente coronel en retiro del Ejército.



Ya en 1986, el FPMR había hecho dos acciones similares. Una contra el cabo de Carabineros Germán Obando, quien estuvo retenido por 62 horas en abril de ese año, y otra con el teniente coronel Mario Haeberle, jefe de protocolo de la Guarnición de Santiago, pero en agosto.



En 1987, Ramírez Chovar vivía en la avenida Salvador con José Domingo Cañas. La decisión de no secuestrarlo se basó en dos elementos: las medidas de seguridad del lugar y la estatura y estado físico del militar, quien cuenta con cursos de comando.



Detalles inéditos



Una vez que Carreño fue secuestrado por el FPMR, todo el mundo comenzó a moverse. No sólo la CNI y las Fuerzas Armadas, sino también sus cercanos. Uno de ellos fue Washington García, entonces jefe del Comando de Industrias Militares (CIMI), y quien a través de un oficial del Servicio Secreto de Espionaje del Ejército, Fernando Suau, contactó el jefe de esa unidad, Maximiliano Ferrer Lima.



Hecho el vínculo, este último concurrió a la oficina de García para sondear la posibilidad de obtener algo de información, pero nada se concretó.



La búsqueda aquel septiembre de 1987 era frenética. La CNI encontró uno de los barretines donde estuvo escondido Carreño en la comuna de Macul, en una población de Carabineros. Llegan tarde dos días. Lo habían cambiado a otra casa de seguridad.



El ex jefe operativo de la CNI Álvaro Corbalán y los agentes de la CNI revisaron el lugar. Pero Corbalán, por esas cosas que sólo la historia puede explicar, se acostó en la cama que había en el "tatoo", cómo le llamaban en la jerga de esos años, y ordenó que le tomaran una fotografía para inmortalizar el momento y congraciarse con la superioridad.



Otros detalles del FPMR podrían estar contenidos en el libro que será lanzado los primeros días de septiembre por la editorial Debate, llamado "Fusileros", del periodista Cristóbal Peña. Si bien es cierto este medio conoce el contenido del texto, se lo reserva por ahora por respeto a la labor de la investigación periodística.



Las últimas



Pese a que Carlos Carreño rehizo su vida, en los últimos tres años ha tenido que prestar declaración en distintos procesos. El primero de ellos fue el que se tramita por la desaparición de cinco militantes del FPMR en 1987 y que, supuestamente, habían sido detenidos para canjearlos por el coronel. Se trata de Gonzalo Fuenzalida, Julio Muñoz, José Peña, Alejandro Pinochet y Manuel Sepúlveda.



En este caso, que actualmente tramita el ministro Mario Carroza, hay varios militares procesados por el secuestro y el lanzamiento de cuerpos al mar, mas no por los homicidios.



Se trata de los militares Hugo Salas Wenzel, ex jefe de la CNI, Alvaro Corbalán, Krantz Bauer Donoso, los ex agentes Manuel Morales, César Acuña, René Valdovinos, Víctor Ruiz, Manuel Ramírez, Luis Sanhueza, Luis Santibáñez, Gonzalo Asenjo y Rodrigo Pérez.



Carreño también debió declarar también en el sumario que sustancia el ministro Claudio Pavez por la muerte de coronel Gerardo Huber, involucrado en la venta ilegal de armas a Croacia en 1991.



Todo ello, según fuentes cercanas a estas investigaciones, dejaron a Carreño con un sabor amargo y le hicieron recordar el secuestro. Se suma, además, la teoría de que su rapto fue digitado por los servicios de inteligencia del régimen militar como una forma de sacarlo de la escena cuando estaba a punto de concretar ventas de armas al Medio Oriente y tapar el negocio.



Por esta razón, ha buscado ser reconocido como un exonerado político y reabrir el proceso que en su oportunidad llevó la justicia militar para limpiar su imagen.



Vea además:



El casete que Carreño le envió a Pinochet cuando estuvo secuestrado



Lea la Operación Príncipe

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