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‘Lo que más me preocupa son los próximos seis meses sin Congreso en Ecuador’

Sociólogo ecuatoriano estima que tras las elecciones de la Asamblea Constituyente de este fin de semana se deben seguir con atención dos fenómenos: los resultados a los que llegue la instancia -el menos importante a su juicio- y la forma en que se va a gobernar el país si se materializa la suspensión del Legislativo.


Felipe Burbano de Lara salió de su casa, el pasado 30 de septiembre, cerca de las 7:30 de la mañana, dispuesto a cumplir con su deber cívico en la Asamblea Constituyente del Ecuador.



Lo hizo a temprana hora para no sufrir los habituales atochamientos que se producen a boca de urna, un criterio de boy scout que a primera vista parecía ir por buen camino. Al llegar al colegio Spellman, su lugar de votación en la ciudad de Quito, no pudo más que sonreír: había sólo una persona delante de él.



Pero la sonrisa de Burbano demostraría ser bastante perecible. El señor que lo antecedía comenzó a demorarse más de lo aceptable en meditar su voto y marcar la papeleta, una sábana de 88 centímetros x 42 centímetros, que 14 días antes el diario El Comercio había decidido -"como un aporte cívico»- replicar en su matutino, con el objeto de que los quiteños ensayaran cómo votar por los 24 asambleístas nacionales y los 14 por la provincia de Pichincha que les correspondían.



La controlada molestia de Burbano se debía, sobre todo, a que la noche anterior se había sentado en su hogar a ensayar el sufragio, un simulacro que repitió al otro día, ubicando su votación entre el planchazo (marcar sin asco todos los candidatos de un partido, para no hacerse problemas en detectar individualidades en ese mar de retratos para cédula de identidad) y la dispersión absoluta del voto.



A eso de las nueve de la mañana, el sociólogo y subdirector académico de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso-Ecuador) partía a su hogar con la frente en alto, orgulloso por haber salido airoso de semejante destreza de motricidad fina, pero sin imaginar que su breve caminata de regreso, entre el colegio Spellman y su automóvil, la estaba realizando sobre un Ecuador horadado, lábil, con sus cimientos pútridos, por la voraz acción de una termita política, la rafaelius correis.



Competencia desigual



«El sábado en la noche me senté a decidir. Voté por tres listas en nacionales y por otras tres en provinciales. O sea, voté ocho, ocho y ocho. Y cinco, cinco y cuatro», detalla Burbano, desde su oficina en el piso 9 del impactante edificio de Flacso.



Aunque para un chileno la dimensión de la papeleta ocupada en la votación de los asambleístas podría resultar divertida, Burbano aclara que algo similar fue usado en la elección colombiana «donde el eje tradicional de partidos se rompió en los últimos años, abriéndose muchísimo hacia pequeños movimientos y nuevos partidos».



Sin embargo, Burbano es crítico con la gran cantidad de candidatos a los que se vio enfrentado el votante ecuatoriano, ya que «esa diversidad no es real, es excesiva. En ningún caso refleja diferencias ideológicas importantes o nuevos ejes de discusión. Y fue justamente esa dispersión política la que jugó a favor del presidente Rafael Correa, porque había figuras muy nuevas en competencia que, claramente, van a necesitar de más tiempo para posicionarse dentro de la opinión pública, dentro de los espacios electorales. Todos ellos competían con un señor que está en el poder y que puede repartir cosas y que te garantiza acciones concretas», destacó.



Fue tal el influjo de la estrategia de Correa que aunque todavía el Tribunal Supremo Electoral tienen resultados parciales, se presume que el Movimiento PAIS catalizará más del 70% de los sufragios de la Asamblea Constituyente, superando por más de 70 mil votos lo logrado por siete partidos y organizaciones que le siguen numéricamente.



No por nada el triunfo de Correa fue caldo de cultivo para que en las calles se comenzara a bromear, parafraseando el eslogan de Correa, con "la patria ya es de ellos".



-A la falta de experiencia de estos candidatos, se sumó la evidente intromisión del presidente Correa en el periodo de campaña de la Asamblea, a través de la sistemática propaganda del gobierno, con su eslogan "la patria ya es de todos". La OEA recalcó este asunto.
-Efectivamente hubo una campaña muy desigual. Mientras muchos candidatos tuvieron que sujetarse a los límites del gasto, el gobierno no tuvo ningún límite. El presidente se movió con mucha libertad, y utilizó recursos del Estado para hacer su campaña, para hacer ofertas de toda índole. Entonces, el gobierno tuvo competidores muy atados de manos, lo que destacó la misión de observadores de la OEA.



-Pero para ser justos habría que decir que el resultado arrollador del gobierno también se debe a la crisis que viven los partidos políticos en el Ecuador, desde el gobierno de Lucio Gutiérrez.
-Eso ayudó finalmente a este resultado ampliamente favorable al gobierno. Pero también hay otro factor importante, como por ejemplo la falta de representatividad política que había en el Ecuador, un vacío que ha estado ahí desde hace diez años. No olvidemos que los que intentaron llenarlo, como Gutiérrez, les fue muy mal. Y Correa logró convertirse en un líder, sin competencia. Un segundo factor es el no haber hecho concesiones al sistema político en estos seis meses. A los partidos y a las instituciones. O sea, trabajar para que la deslegitimidad del sistema político termine por hundir a los partidos. Y sobre esa demolición, levantar una promesa de cambioÂ… Y los ecuatorianos le creyeron.



Según un sondeo de la revista Vanguardia y la compañía de sondeos Informe Confidencial, realizado el pasado 15 de septiembre, la credibilidad de Correa llegaba al 60% en todo el país (indicador que en la capital llegaba al 65%), mientras que sólo un 34% decía no creerle.



¿Socialismo del siglo XXI?



-Correa volvió a atizar exitosamente el germen de la desconfianza contra la clase política. Sin embargo, esa premisa, ¿podría jugar en su contra en algún momento?
-Podría jugarle en contra más adelante, pero no ahora, porque recién estamos en un momento de apogeo, de consolidación de su liderazgo. Un liderazgo que en él tiene características peculiares, porque es un distante de la clase política, un extraño en ese medio, y que ha construido una imagen muy distante de todas las estructuras del poder: del sistema bancario, de los medios de comunicación, de los partidos políticos, de los grupos empresariales, etc., lo que genera una gran simpatía popular.



-Correa ha sido insistente en las últimas semanas con esta ampulosa frase «socialismo del siglo XXI», que se contradice con su cada vez más acentuado caudillismo.
-Lo del socialismo del siglo XXI es una etiqueta para darse algún tipo de identidad ideológica. Y yo no creo que el Ecuador se esté encaminando hacia un socialismo del siglo XXI. Además, nadie sabe muy bien qué es el socialismo del siglo XXIÂ… Lo que va a suceder es que el Ecuador va a organizar mejor con Correa su capitalismo. Y eso es parte de una tendencia de búsqueda que se está dando en América Latina.



-Tendencia que en el caso de Correa, aunque resulte maniqueo decirlo, huele a Chávez.
-Hay similitudes e identificación con líneas generales de interpretación de los problemas generales de América Latina. Antineoliberalismo, la crisis de la democracia representativa, un cierto nacionalismo y un antiimperialismo, que se liga con toda esta recuperación de la memoria de la lucha de los pueblos, en figuras, en el caso de Ecuador, como Eloy Alfaro, Bolívar, Manuela Sáenz, etc.



-¿Cuál es el plan que viene? Correa ya ha anunciado el deseo de llamar a elecciones anticipadas de presidente, vicepresidente y legisladores.
-El riesgo es alto cuando se acumula mucho poder. Comienzan los excesos, las arbitrariedades y los deliriosÂ… El riesgo aquí es que la nueva estructura termine articulándose desde las arbitrariedades del líder. Que es el caso de Venezuela. Por eso hay que estar atento a dos procesos: uno, la Asamblea Constituyente, lo que surja de ahí, pero para mí el menos importante; dos, y el más importante, cómo se va a gobernar este país una vez que se disuelva o se congele el Congreso, la Asamblea asuma las labores legislativas y fiscalizadoras, y que el presidente tenga la posibilidad de legislar a través de decretos leyes de emergenciaÂ… Lo que más me preocupa son estos próximos seis meses sin Congreso en el Ecuador.



-Pero el ecuatoriano tiene incorporado el chip de que no es difícil botar a un presidente.
-Este es un país que tiene una larguísima tradición populista, pero con un liderazgo que se desgasta rápidamente. Mi temor es que Correa, habiendo acumulado tanto poder y apoyo popular, comience a derrocharlo. Porque la pregunta que hay que hacerse ahora es si PAIS es sólo Correa o más que el presidente. Si es más que Correa, entonces en algún momento comenzará a salir del mismo PAIS las nuevas tensiones de este momento político. ¿Por dónde se van a manifestar las tensiones regionales, las presiones de las elites, los localismos políticos? El escenario es tan perfecto para Correa, que es posible que al interior del bloque de gobierno se comiencen a observar pronto algunas tensiones.



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lsolisdeovando@gmail.com

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