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La definición acerca de la estrategia presidencial de la Alianza por Chile

Uno de los efectos que visualizan en la UDI a raíz de la postura de Joaquín Lavín y Pablo Longueira, dejada en evidencia a raíz de su propias declaraciones, es que con ello se hace inminente que el sector defina de qué manera enfrentará los comicios de 2009. Las alternativas son oposición constructiva y teoría del desalojo. La discusión está abierta.


Transcurridos los días, lejos de declinar la tormenta provocada por Joaquín Lavín y Pablo Longueira, esta parece ir tomando mayor fuerza al interior de la UDI. La declaración pública que dio a conocer la directiva gremialista el pasado viernes no contribuyó a bajar los decibeles de la polémica a raíz de la cual se tejen una serie de análisis. El más serio habla de que lo sucedido en estos días deberá apurar la "definición de fondo" que debe tomar la Alianza en cuanto a la estrategia presidencial: Si opta por la oposición constructiva o por la teoría del desalojo.



Este es un tema que, según altas fuentes del gremialismo, hay que abordar, pero que se estaba postergando. Y las declaraciones de Lavín, de alguna manera, contribuyen a que pese a que la UDI aún no tiene candidato presidencial, se abra en el sector el debate acerca de cuál es la estrategia por la que se definirá el sector. Todo, a pesar de que en el gremialismo admiten que los dichos del ex abanderado generan "confusión".



Frente a esta tesis, el bacheletismo-aliancista sería una especie de sinónimo de la oposición constructiva que Lavín y Longueira han defendido con hechos concretos. Basta con recordar el acuerdo entre el entonces presidente de la UDI y el ex mandatario Ricardo Lagos, que fue tan criticado incluso desde las propias filas de la tienda opositora.



Dados los últimos acontecimientos en la Alianza, nuevamente la unidad del sector está tambaleando, pues se le hace difícil transmitir a su electorado una posición clara. De hecho, en los últimos meses se ha profundizado el contrasentido entre la habitual postura de Piñera y la de Lavín.



El primero siempre había sido el más férreo defensor de la política de los acuerdos y la oposición constructiva, mientras que estas últimas semanas su tono se ha ido endureciendo paulatinamente, llegando a ser absorbido casi en su totalidad por la teoría del desalojo, promulgada por el senador de RN Andrés Allamand. Postura que, según el propio Piñera, no es bien recibida por la ciudadanía que está cansada de ver a los políticos peleándose sin dar solución a los problemas que la afectan. Lo que es ratificado por las encuestas.



Según el entorno del empresario, él no se siente cómodo en esta posición, pero llegó a ella como forma de autodefensa ante los constantes ataques del oficialismo que ve en Piñera un peligro real. Por otra parte, la actual situación de Lavín -según su entorno- resulta bastante más confortable, pues el hecho de no cargar con la presión de ser candidato le permite tomarse muchas más libertades. A ello se suma el hecho de haberse convertido elegido de turno de la Concertación, posición de la que Piñera también gozó en su momento.



Sin embargo, una fuente aliancista estima que pronto todo se decantará y que Piñera volverá a su habitual estado de opositor constructivo. Aunque -la misma fuente advierte- que eso dependerá de la definición que tome la Alianza respecto de la estrategia presidencial con la que enfrentará los comicios del 2009, tema que no se debe seguir postergando.



Lavín el visionario



Pero quienes en la UDI se han tomado su tiempo para estudiar con cabeza fría los acontecimientos que tienen revolucionado el mundo político, ven en las reacciones de Lavín un sentimiento de que "puede construir una cosa diferente, más transversal". Esta nueva "apuesta política" tendría su origen en el hecho de que, aparentemente, ni la Concertación ni la Alianza por Chile están respondiendo a las necesidades de la gente.



Lo que no resulta tan alejado de la realidad si se considera que todas las encuestas revelan que cada vez aumenta más el número de personas que no se siente identificada por ningún sector político.



Si bien en el gremialismo observan con cautela esta posible estrategia de Lavín, tienen la convicción de que el único que podría sacar adelante algo tan novedoso es él, pues ya cuenta con un capital político propio que no se concentra en un solo sector político y que con una propuesta de este tipo estaría "adelantándose a los tiempos", incluso algunos sostienen que en este sentido sería un "visionario".



Mientras tanto, las mismas fuentes, estiman que el rol que tendría Pablo Longueira en este propósito sería el de acompañar a Lavín, servirle de apoyo y que el liderazgo que ambos ostentan se lo deben al hecho de que en su historia política "siempre han sido capaces de romper esquemas", por lo que "tienen personería propia".



Pero existe conciencia de que cuesta que estos cambios se comprendan al inicio, pero que con el tiempo terminan asimilándose. Como cuando el entonces senador Jaime Guzmán promovió el apoyo de la UDI para que su par DC Gabriel Valdés fuera el primer presidente del Senado tras el retorno a la democracia. Si bien en esa oportunidad muchos gremialistas no entendieron la postura de Guzmán, con el tiempo se dieron cuenta de que era lo mejor para el país en ese momento, explica una fuente del partido.



Volviendo al caso de Lavín, las mismas fuentes sostienen que lo que está sucediendo, en ningún caso, significa que haya una crisis al interior del partido, sino que la UDI llevaba mucho tiempo sin generar situaciones nuevas y que se estaba quedando estancada. "Lo que nunca hay que perder en política es la capacidad de generar hechos", concluye un parlamentario gremialista.

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