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Locos por el New York Times

Desinformación. Daños. Falsedades. Esas son las palabras que el gobierno y los empresarios tienen para el diario donde ocupa un alto cargo ejecutivo el hijo de Agustín Edwards, Cristián, debido a su editorial contra el proyecto Hydroaisén. Se trata del mismo periódico que ha sido aplaudido cuando cita a Chile como ejemplo. Y también el medio que le pidió a la prima periodista de la presidenta Bachelet, Pascale Bonnefoy, que colaborara en su investigación sobre la industria salmonera en Chile, el


Entre los ex asesores del Segundo Piso de Ricardo Lagos, dirigido por Eugenio Lahera y Ernesto Ottone, se cuenta la historia que uno de los primeros diarios que el mandatario leía por Internet al llegar a La Moneda cada mañana era The New York Times (NYT). Obsesionado por la imagen de Chile en el mundo, este y otros periódicos como The Herald Tribune, The Washington Post y los europeos El País de España, The Times de Londres, el francés Le Monde y los italianos Il Corriere de la Sera y La Reppublica, eran su "cable a tierra" con los grandes temas internacionales, ajenos a la "petit histoire" de la chimuchina política local.



Uno de sus antiguos colaboradores explica que para Lagos, un estadista de corte republicano y sentido de país ligados a su interés por asentarse como figura a nivel planetario, lo que dijeran o dejaran de expresar dichos medios era esencial.



"Ninguno como el New York Times, el decano de la prensa mundial", agrega otro de los boys del Segundo Piso, que recuerda el disgusto de Lagos cuando ese medio publicó un artículo sobre la compra chilena de aviones F-16 norteamericanos, criticando la política "armamentista" de nuestro país.



El mismo estatus que el ex jefe de Estado le dio a los titulares en letra de molde del periódico de la familia Sulzberger, dueña de un imperio mediático que se ha visto enfrentado a sucesivas reingenierías debido al aumento de la competencia en el mercado de los medios, ha permeado al gabinete de Michelle Bachelet.



Talca, París, Roma, Berlín y Washington



Compuesto por varios profesionales "educated in USA" como los ministros Andrés Velasco, Marcelo Tokman, el ex vocero Ricardo Lagos Weber y la ex ministra de Minería Karen Poniachik, el equipo de Bachelet se divide entre los "anglo", que incluyen al asesor del Segundo Piso Francisco Javier Díaz, quien hizo un master en la London School of Economics (LSE), y los europeos que se vieron insuflados de otras miradas y estilos en Italia y la RDA, como el titular de Defensa José Goñi y el jefe de la SECOM Juan Carvajal.



Desde su arribo a La Moneda, la presidenta, quien al igual que Lagos pasó una temporada en Estados Unidos y domina perfectamente el inglés, vio en los medios extranjeros un aliado para construir el relato de la primera mujer presidente de Latinoamérica, apelando a su historia personal de tortura y exilio, pese a los problemas que los corresponsales han tenido en estos dos años para conseguir material de primera mano en Palacio.



Cuando fue electa, el Times no fue el único periódico que destacó la llegada de la hija del fallecido general Bachelet al poder pero sí fue el más influyente. De ahí que las primeras críticas del periódico a su gestión, o el artículo del Financial Times "Primera, entre desiguales" no fueron bien recibidos en La Moneda ni entre sus más fieles colaboradores. Uno de ellos, Camilo Escalona, cometió el gaffe de fustigar al Financial Times por el reportaje, apuntando a supuestas intenciones oscuras: "O sea, yo creo que la administración norteamericana está pasando por una de sus etapas más difíciles, más bajas, la popularidad del gobierno se fue definitivamente al suelo y lo que está haciendo ese articulista es traspasar una realidad que es la realidad de Estados Unidos a la realidad chilena que es completamente distinta", dijo el presidente del Partido Socialista, a pesar de que el periódico financiero es de origen británico y no norteamericano.



El fenómeno de las reacciones destempladas ante lo que diga la prensa extranjera y el Times en particular no es patrimonio del "mundo progresista". Tipos como César Barros, presidente del gremio de los salmoneros, la tercera generación del clan Luksic (que estudiaron en el Babson College, siguiendo el ejemplo de Andrónico Luksic Craig) o los intelectuales del Centro de Estudios Públicos de Eliodoro Matte también sucumben ante los dictámenes de la agenda del periódico, por razones parecidas a las de Escalona.



Bipolares



El tema también se extiende a columnistas locales que no comulgan con la lógica del "estás conmigo o contra mí" desplegado por el gobierno, pero que conocen muy bien a varios del gabinete que estudiaron en USA. Patricio Navia, cientista político identificado en sus orígenes con la Concertación, es uno de ellos. Rápidamente se tornó una molestia entre algunos de sus antiguos cercanos cuando escribió columnas poco halagüeñas sobre las administraciones Lagos y Bachelet.



Navia, que hizo sus primeros nexos con el poder trabajando con José Miguel Insulza, comulga con el liberalismo norteamericano "a la Expansiva". Y aunque votó por Bachelet, no tiene inconveniente en disparar a La Moneda cuando lo estima necesario. La columna de Navia, "La familia concertacionista", detallando las becas Presidente de la República recibidas, entre otros, por la nuera de Insulza para estudiar afuera mientras seguían recibiendo sueldo del aparato del Estado, fue "la gota que rebalsó el vaso". El jefe de gabinete de Insulza en la OEA, Pablo Gutiérrez, terminó escribiéndole una furibunda carta a Navia, tildándolo poco menos que de traidor.



El domingo pasado, en cambio, cuando el autodesignado "mejor columnista de Chile" escribió una dura columna titulada "Piñera: Lan o Chile", en La Moneda volvió la sonrisa a la boca al hablar de Navia.



Por una contradicción similar, a José Miguel Insulza, quien mantiene una buena relación mediática con el Washington Pos, debido a su cargo de secretario general de la OEA, se le hizo difícil "tragar" una columna de Marcela Sánchez pidiéndole definiciones sobre su candidatura presidencial en Chile.



Entre los masters y los PhD



Así como el viejo "red set" cultivado en Europa se despierta los domingos leyendo Le Monde o Il Corriere de la Sera y se pregunta "por qué no tenemos diarios así en Chile", los becarios de las aulas de Iowa, Harvard, Pittsburgh, Austin, Boston, UCLA y Columbia se mueren por una prensa seria donde el canon va de del NYT en diarios, a The Economist en revistas.



La relación del establishment chileno con ambos medios es de amor-odio. Los alaban cuando citan a nuestro país como ejemplo en alguna materia pero basta que el Times se mueva dos grados más allá del frame económico local, para que de inmediato los brindis se tornen en escándalo y rechazo.



Lo mismo ocurre con la revista de origen británico. La "gringodependencia" de la elite criada entre los Master y PhD de la escuela norteamericana vive a través del magazine de negocios británico, y cada vez que su corresponsal Ruth Bradley detalla un lunar del oficialismo, "más le vale desparecer", dice un amigo suyo.



Comunicacionalmente pésimo



De ahí que las reacciones al artículo sobre la industria salmonera chilena, que criticó sus procesos de producción, junto al editorial del matutino de la Gran Manzana condenando el proyecto Hydroaisén en la Patagonia, no se hicieron esperar.



El ministro de Energía Marcelo Tokman rechazó punto por punto el editorial sobre el proyecto de represas de Endesa y el clan Matte, a través de Colbún, y se mostró sorprendido por "el nivel de desinformación y sesgo que presenta el editorial". Además advirtió que "no necesitamos que vengan desde el extranjero a decirnos cómo hacer las cosas".



Por su parte Juan Gabriel Valdés, jefe del departamento de Imagen País, dijo sobre la nota de las salmoneras que "el gobierno no mirará distante un artículo que daña la industria" y dio todo su apoyo a los salmoneros comandados por el empresario y columnista de Copesa, César Barros.



En definitiva el gobierno convirtió el tema en estratégico y le subió el perfil. ¿Provincianismo? Para nada, asegura Alfredo Sepúlveda, académico de la Escuela de Periodismo de la U. Alberto Hurtado y graduado de Columbia University, cantera de reporteros del Times.



"Lo que diga el NYT para bien o para mal -dice Sepúlveda- es noticia en todo el mundo. Entonces Tokman está actuando como la persona de relaciones públicas que es. No le queda otra que salir a defender su posición. Chile gasta millones en imagen país pero llega un editorial del Times y hace la imagen. Por más que uno pueda decir que el editorial está dictado por Robert Kennedy, el New York Times sigue siendo el diario más importante del mundo".



Cristian Calderón, experto en imagen de organizaciones y comunicación de crisis de la Universidad Católica hace un duro balance de la reacción del gobierno en este caso. "Enfrentado a la situación, se actuó muy en caliente. No pueden responder desprestigiando a la fuente, sobre todo cuando estamos hablando del New York Times", dice.



De acuerdo al "manual del cortapalos" de la comunicación de crisis, enumera Calderón, el diseño de la defensa gubernamental de los salmoneros y las represas fue deficiente. Ante casos así hay varias alternativas. La primera es no decir nada y bajarle el perfil al tema. La segunda: reconocer los dichos del Times en algunas de sus apreciaciones pero corregir las que consideras que no son correctas. Y la tercera: el choque frontal, relata. "Cuando haces análisis de escenario ante un medio tan potente como el New York Times no puedes desvirtuar el origen de la fuente porque su poder de convocatoria e influencia merece una respuesta más meditada e inteligente. Además que Sernapesca no respondió cuando le preguntaron por la industria salmonera, siendo que lo que hace una autoridad competente comunicacionalmente es convertirse en la mejor fuente", agrega.


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