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Luces y sombras de la gestión Bernales

Logró levantar el prestigio de Carabineros frente a la opinión pública. Cultivó estrechas relaciones con todo el espectro político y generó una sensación de eficiencia, cercanía y popularidad como ninguno de sus predecesores recientes. Pero también instaló un punto negro alrededor de los excesos policiales, especialmente en la zona del conflicto mapuche, así como en la represión de las manifestaciones públicas.


No es que todos los muertos sean buenos, pero mientras fue General Director de Carabineros nadie hablaba mal de José Alejandro Bernales. Su muerte es tan cinematográfica como la frase que dijo en octubre del año pasado, cuando uno de sus hombres murió baleado en el asalto al banco Security. "No se duerman porque los vamos a encontrar", fue el mensaje que envió a los delincuentes, entre los que hay ex lautaristas. Hasta ahora, de esos cinco asaltantes, tres han sido capturados. El trabajo de inteligencia fue una de las áreas en las que estuvo en los ’80, donde tuvo una labor secundaria canalizando información entre carabineros y los servicios de seguridad durante el secuestro del Coronel (r) Carlos Carreño.



Graduado como subteniente en la rama de Orden y Seguridad, su mirada siempre estuvo en la calle y trabajó especialmente para controlar la delincuencia. "El general Bernales traspasó los limites del trabajo y me dio una amistad muy sincera", dijo emocionado el Fiscal Nacional Sabas Chauán. Los dos se hicieron amigos cuando Chauán estaba a cargo de la zona Occidente de la Fiscalía.



Quemándose las manos



"La esencia del carabinero" como lo describió el fiscal, se manifestó en su carácter accesible, sencillo y franco, que lo acercó estrechamente a Ricardo Lagos, quien lo designó como director de Carabineros. Entre ambos hubo buena sintonía, la misma que Bernales alcanzó a mantener con la presidenta Bachelet. En el contexto de la "revolución pingüina", en mayo de 2006, Bernales destituyó al jefe de Fuerzas Especiales. "No quiero excesos", dijo con la voz golpeada, la misma que usó también para defender al jefe de la escolta presidencial, Aldo Vidal, sorprendido en mal uso de un auto fiscal. El general lo reubicó en otra división, desafiando a quienes dijeran que se "quemaba las manos" por un subordinado. "Me las quemé dos veces", añadió.



Probablemente el carisma de José Alejandro Bernales, influya en el 57% de aprobación que tiene Carabineros según la encuesta de los cinco centros de estudio más importantes, publicada hace dos semanas.



Catrileo, Cisternas y el fotógrafo



Pero eso no quita que en su gestión, marcada por el concepto de "cercanía" con la comunidad, haya significado en muchos casos el aumento de la violencia policial. Durante las últimas protestas del 21 de mayo, el fotógrafo Victor Salas fue gravemente herido en un ojo por un carabinero. Bajo su mando murió el obrero forestal Rodrigo Cisternas en mayo del año pasado. Bernales se cuadró con los efectivos que, según él, "actuaron ante un hecho flagrante", en alusión a los manifestantes que cortaban un camino en la VIII Región.



El punto débil de la "era Bernales" en términos de la imagen benévola que quedará del fallecido general, está precisamente en la inusitada violencia que la policía ha utilizado en contextos emblemáticos como el conflicto mapuche. Distintos organismos internacionales y organizaciones de Derechos Humanos lo han acreditado, en visitas recientes a la zona de la Araucanía. Uno de los episodios más cercanos ocurrió en enero de este año. El estudiante Matías Catrileo, murió después de recibir la bala de un carabinero que cuidaba el fundo del empresario Fernando Luchsinger.



El informe de Amnistía Internacional sobre la situación chilena en el último año, publicado hace poco, consigna el allanamiento en julio de 2007 a la comunidad mapuche de Tenucuicui, cerca de Ercilla, en la Novena Región. Ahí la policía disparó gas lacrimógeno, balas de goma y fuego real contra miembros de la comunidad, que iban desarmados. "Varias personas resultaron heridas y algunas casas, destruidas. El gas lacrimógeno afectó a algunos menores, y varios huyeron a los montes colindantes", dice el documento.



Otras organizaciones similares como un comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas o la Federación Interamericana de Derechos Humanos han descrito situaciones similares que siguen ocurriendo, y que contrastan con la modernización, el prestigio y la eficiencia en otras áreas de la labor policial, y que se destacan como el gran legado del general fallecido trágicamente ayer.


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