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Medicinas y precios de oportunidad

A raíz del quiebre en el cartel de las tres cadenas de farmacias, ha estado saliendo a la luz  mucha información pero aún falta por conocerse y transparentarse la relación de propiedad entre las cadenas de farmacias y los laboratorios.


En la jerga de los laboratorios farmacéuticos se llaman «precios de oportunidad» aquellos que se fijan sin tener  en cuenta su costo, sino sólo  la posibilidad de venderlos al precio más alto posible considerando que no hay similares en el mercado y que hay un grupo de pacientes que necesitan indispensablemente usarlos.

El medicamento, que puede estar protegido por una patente exclusiva o no estarlo, sólo baja de precio si aparece un sustituto o si el grupo de consumidores resulta tan pequeño que bajando marginalmente su precio, ese número de usuarios aumenta y también así el beneficio total.

Para elegir los medicamentos «oportunos y convenientes» se utilizan varios criterios: el primero, que no exista  un sustituto en el corto plazo, el segundo que se trate de un medicamento que deba usarse «de por vida» y también, muy especialmente, que sea un antibiótico especializado y de venta con receta. Para impulsar las ventas se movilizan los llamados propagandistas médicos que visitan a los facultativos, les dan muestras gratis y les informan de las novedades del nuevo producto.

Los laboratorios nacionales y los extranjeros que tienen sus propias Asociaciones Gremiales forman carteles bien organizados que se reparten el mercado farmacéutico  para no hacerse daño mutuamente y tienen lazos directos o indirectos con las cadenas farmacéuticas.

A raíz del quiebre en el cartel de las tres cadenas de farmacias, ha estado saliendo a la luz  mucha información pero aún falta por conocerse y transparentarse la relación de propiedad entre las cadenas de farmacias y los laboratorios. Pues si bien los «precios de oportunidad» son  fijados por los laboratorios, es en el margen comercial que se aplica a los precios mayoristas de los laboratorios lo que finalmente resulta en el precio al público.

Se han publicado una serie de estadísticas mañosas en que se dice que el precio promedio de los medicamentos en Chile es inferior al de otros países. Para eso se hace una mezcla de algunos productos genéricos (no sometidos al régimen de patentes) que efectivamente en Chile son de bajo precio y se los mezcla con productos patentados o de marca, para hacer un promedio que sería más bajo que en otros países de la región. Pero en realidad lo que hay que comparar no son muestras «promedio» sino medicamentos con precio de oportunidad en Chile y  sus similares en el extranjero.

Tenemos un ejemplo muy ilustrativo de cómo funciona el mercado con precios de oportunidad: La droga finasterida se está usando masivamente para tratar la hiperplasia de próstata y reducir  su cáncer. El precio más económico en las farmacias chilenas lo tiene el VASTUS que cuesta $37.588  en caja de 30 tabletas. Lo distribuye el Laboratorio Tecnofarma S.A.  y está elaborado en Argentina por el Laboratorio Monte Verde. (HPB Panalab). Conviene aclarar que la droga finasterida  tiene su patente vencida desde 2006.

¿Cuánto cuesta el mismo medicamento en Argentina vendido en farmacias? $88 pesos argentinos que equivalen a $13.640 pesos chilenos, es decir la tercera parte.

¿Y cuánto cuesta el mismo medicamento importado en Chile por el Laboratorio Merck, con el nombre de PROSCAR?  $49.270, es decir casi 4 veces el  precio argentino.

Este ejemplo puede  ampliarse a numerosos medicamentos como antibióticos, antihipertensivos, las atorvastatinas que reducen el colesterol, las insulinas, los antiglicemiantes, los para tratamiento de la esquizofrenia, el alzheimer y muchos otros medicamentos de uso generalizado.

Simplemente no hay  explicaciones económicas racionales para explicar estas diferencias de precios.

Las autoridades tendrán que aceptar que  el mercado no está funcionando en el área de medicamentos y que los usuarios están siendo explotados por  proveedores organizados en carteles y en una compleja madeja de intereses entre laboratorios y cadenas de farmacias.

La propuesta del Ministro de Salud de exigir que los medicamentos que no requieren recetas se exhiban en las farmacias en bandejas para que el público las pueda elegir sin intervención de los dependientes, o bien que se autorice su venta en los supermercados no soluciona el problema, pues los precios pueden seguir siendo muy altos, y los con receta, seguir  con precios de «oportunidad».

Además se ha visto que las instituciones no funcionan oportunamente para defender a los consumidores: el alza de precios resultante de la colusión desde Noviembre de 2007 hasta Abril 2008 no fue detectada por el Sernac y no se informó a los consumidores de las alzas simultáneas en el mercado farmacéutico.

La Fiscalía Nacional Económica, FNE, sólo reaccionó ante la denuncia de una valiente consumidora afectada por la colusión de precios un año después de producida la colusión.

El Fiscal Nacional Económico ha logrado después de tres largos años que se tramite una ley que le de instrumentos para penetrar a los carteles. Sin embargo hubo una bizantina discusión entre los parlamentarios sobre el grado con que un delator podía ser compensado, ignorando lo extremadamente difícil que es penetrar un cartel.

Al quebrarse el cartel farmacéutico se ha iniciado una seudo llamada «guerra de precios» entre las cadenas destinada principalmente a quebrar  a las farmacias independientes y aumentar la concentración en el mercado. Pocas rebajas sustantivas se han observado en los precios de «oportunidad».

La Central Nacional de Abastecimiento (CENABAST) deberá jugar un rol regularizador  ya sea vendiendo directamente los medicamentos que no guarden relación con su costo de importación u ofreciendo estos medicamentos a las farmacias independientes que se comprometan a venderlos al público con un margen reducido que, permitiendo su  rentabilidad, obliguen a las rebajas en las grandes cadenas.

CONADECUS hace un llamado al gobierno  a romper con las rígidas normas del libre mercado, en un área  donde el mercado no funciona.

*Ernesto Benado es director de Conadecus, Asociación de Consumidores.

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