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Ena bajo el síndrome Bachelet

Claudia Rivas Arenas
Por : Claudia Rivas Arenas Periodista de El Mostrador @crivasa
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Cuando el diputado de la UDI Iván Moreira planteó que el Presidente debía hacer un cambio de gabinete antes de que se cumplieran cien días de su gobierno, mucha gente en el mundo político, incluso en su propio partido, creyó comprender hacia donde iba dirigido el comentario. Pero la última encuesta Adimark dejó perplejos a los políticos que no entienden que una gestión que ha sido tan criticada, aunque siempre soterradamente, sea tan bien percibida por el público. Nada muy distinto de lo que ocurrió a la ex Presidenta Michelle Bachelet.


Como un balde de agua fría cayó la última encuesta Adimark para gran parte de la derecha y del mundo político en general. En esta, la vocera de La Moneda, Ena von Baer, aparece disputándole a Rodrigo Hinzpeter el segundo lugar entre los ministros mejor evaluados por la opinión pública tras Joaquín Lavín. La sorpresa se debía a que para nadie es un secreto que la gestión de la ministra no ha sido bien evaluada, debido a múltiples errores -algunos comunicacionales-, que ha cometido en estos casi dos meses de la administración de Sebastián Piñera.

La clave, según algunos analistas, es tan simple como que la forma en que la ciudadanía percibe las cosas no es igual a como lo hacen los políticos. Algo así como el efecto Bachelet.

Al mediodía del jueves 29 de abril, el director del centro de estudios de opinión pública y asesor cercano al  Presidente Sebastián Piñera durante la campaña presidencial, Roberto Méndez, daba a conocer las cifras de evaluación del gobierno y el gabinete. Y un número llamó profundamente la atención del mundo político: el 74 por ciento de aprobación de la gestión de Ena von Baer no calzaba con la percepción que la mayoría de éste tiene acerca de su desempeño. Y esto considerando que a la vocera sólo la conoce un 49 por ciento de los consultados para el estudio.

Para el decano de Ciencia Política de la Universidad del Desarrollo, Eugenio Guzmán, el fenómeno que se genera a raíz de esta “supuesta contradicción” entre la opinión de la clase política y la de la gente común y corriente tiene dos aspectos. Por un lado, el hecho de que son muy escasas las personas que siguen las noticias diariamente y que se mantienen informadas de los vaivenes políticos, por lo que no están influenciadas por las opiniones que se formulan en este ámbito en el día a día. Por otra parte, y sin ánimo de crítica, Guzmán explica que “en estos temas comunicacionales, basándose en una serie de factores, los actores políticos siempre creen que ellos lo harían mejor”.

Este analista opina que un ejemplo vívido de lo que señala es el caso de la ex Presidenta Michelle Bachelet. Quien pese a iniciar su gobierno con muchas críticas que aludían a su falta de liderazgo y conducción política, a los problemas con los “pingüinos” y el Transantiago, finalmente comenzó a recibir una muy buena evaluación de parte de la opinión pública que terminó por blindarla. En ese caso, señala, se impusieron los factores emocionales por sobre los factores de poder.

Credibilidad en un gobierno en que escasea

Algo similar estaría pasando en el caso de la vocera. Sus cualidades emocionales estarían siendo percibidas positivamente por la opinión pública, hasta el punto de convertirla en una figura creíble. “La gente ve una imagen, un rostro, escucha una voz”, todos elementos que constituyen “cualidades personales que se traducen en las emociones de la gente” y que lejos de significar un problema para la ministra, se han convertido en un punto a su favor.

[cita] “Si Ena von Baer debe modificar sus posiciones, lo hace de manera honesta. A diferencia de Francisco Vidal, por ejemplo, a quien la gente percibía como acomodaticio, justamente porque no reconocía sus errores”, sostiene Patricio Gajardo. [/cita]

En la misma línea, el cientista Patricio Gajardo sostiene que “en la política de hoy, las imágenes y percepciones importan más que la realidad”. Y, en su opinión, von Baer “da una imagen de credibilidad, en un gobierno cuya debilidad es justamente esa”. A su juicio, el hecho de que la vocera reconozca sus errores o que desconoce una información determinada, como en el caso del listado de fallecidos durante el terremoto del 27-F, la hace más creíble para la gente común y corriente, que la ve complicada a través de la pantalla, a pesar de que para los políticos ese solo hecho implique que no está haciendo bien su labor. La gente, dice Gajardo en coincidencia con Guzmán, no evalúa de la misma manera que los políticos.

Pero Gajardo además tiene la convicción de que a la larga la credibilidad genera liderazgo, porque la gente se da cuenta que “si ella debe modificar sus posiciones, lo hace de manera honesta. A diferencia de Francisco Vidal, por ejemplo, a quien la gente percibía como acomodaticio, justamente porque no reconocía sus errores, sino que cambiaba de discurso”. Gajardo también asimila a Ena von Baer con Bachelet, aunque “no sé si es tan carismática como Bachelet, pero eso podría darse con el tiempo”. Que para algunos políticos de la Alianza por Chile es justamente lo que no tiene. De hecho, cuando se conocieron las declaraciones del diputado Moreira en que planteaba que antes de cien días el gobierno debía haber un cambio de gabinete, todas las miradas se posaron en la secretaria general de Gobierno.

Apoyo popular

Aunque otro parlamentario de la derecha reconoce que hay mucha gente en su sector que evalúa mal la gestión de von Baer, él discrepa. Coincide con los expertos en que tiene una actitud similar a la de Bachelet y que eso es tan bueno en esta etapa de instalación que “Piñera no la puede sacar del gabinete. Nadie lo haría con la evaluación que le dio la última encuesta Adimark. Lo más que podría hacer es rotarla”.

Un senador gremialista incluso comenta que si bien von Baer ha cometido errores, algunos graves, como la polémica del diario La Nación, atribuye todo a su juventud. A juicio del parlamentario “transmite credibilidad y por eso está bien evaluada en las encuestas”. Además cree que para la gente debe resultar difícil no creerle, porque “tiene cara de niña buena, aplicada y se nota que se esfuerza por hacerlo bien”.

El martes 4 de mayo, la ministra se reunió al almorzar con los senadores de la Coalición por el Cambio. En la oportunidad, relata uno de los parlamentarios presentes, ella supo explicar y abordar de manera muy clara las preocupaciones de algunos de nosotros respecto a qué pasará con el diario La Nación o por qué están tardando tanto los nombramientos en regiones. El mismo legislador plantea que no es lo mismo hablar delante de un grupo de políticos de su coalición, donde se está en confianza, que ante los micrófonos de la prensa y que esto último siempre es más tensionante.

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