Publicidad

Doctores advierten que dormir mal provoca aumento de peso

Los especialistas afirman que existe directa relación entre la privación parcial y crónica de sueño con el desarrollo de obesidad.


No solamente un sueño poco reparador le pasará la cuenta al día siguiente en sus actividades cotidianas, sino también existe una alta probabilidad en que ese mal dormir facture en su contra ganando varios kilos extras.

Dormir poco aumenta la sensación de hambre, especialmente de alimentos hipercalóricos, al día siguiente. Esta sensación que todo el mundo ha experimentado tiene una explicación biológica: alteraciones en el metabolismo de la glucosa y en las hormonas del apetito. La Dra. Karin Papapietro, nutrióloga del Hospital Clínico Universidad de Chile comenta: “varios estudios en el mundo han mostrado que entre las personas que duermen poco se observa un mayor porcentaje de sobrepeso y obesidad.

«El dormir poco aumenta el riesgo de obesidad y diabetes por factores hormonales y conductuales;  Los que duermen poco tienen más riesgo de insulino-resistencia. Estudios han demostrado que deprivación de 4 horas de sueño en una semana aumentaba la resistencia insulínica y era reversible con la recuperación del ritmo de sueño normal», agrega.

«La deprivación de sueño disminuye la producción de hormonas que regulan el apetito como leptina, aumentando la posibilidad de obesidad. También está el aspecto conductual, esto porque los que se acuestan más tarde tienen más tentación por comer snacks  nocturnos que habitualmente son hipercalóricos. Las personas que que duermen poco tienen menos energía para la actividad física son más sedentarios aumentando el riesgo de obesidad”, afirma.

Asimismo, la falta de sueño afecta a la regulación del apetito al provocar un incremento de la hormona grelina (que aumenta el apetito), y un descenso de la leptina (que lo disminuye).

Para el Dr. Mario Díaz neurólogo y experto en sueño del Hospital Clínico Universidad de Chile “Las personas obesas tienen más riesgo de padecer apneas del sueño, lo que aumenta de manera importante el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares como hipertensión arterial”, indica.

El sueño es un proceso activo en el que ocurren importantes  cambios internos en el organismo, responsables de la sensación de bienestar y descanso.  Normalmente durante las horas de sueño se producen  cambios en los niveles de algunas hormonas que preparan nuestro metabolismo para las exigencias del día. Un ejemplo de esto es el cortisol, que típicamente alcanza su nivel más alto en las primeras horas de la mañana.

También mientras dormimos se produce relajación muscular, disminución de de la presión arterial y la temperatura corporal.  El sueño también tiene funciones en consolidar la memoria y las personas con mal dormir notan una disminución importante en sus funciones intelectuales que dificulta su rendimiento laboral y/o académico crónica.

En las personas adultas existe un mayor porcentaje de insomnio en las mujeres, especialmente después de la menopausia, por lo que constituyen un grupo especialmente susceptible de tener complicaciones metabólicas secundarias a la privación de sueño, explica el Dr. Díaz.

¿Cuánto dormir?

Las 8 hrs que se recomiendan habitualmente corresponden a un promedio estadístico de las horas que necesitan dormir la mayoría de las personas en la edad adulta. Sin embargo, las necesidades deben valorarse individualmente, una manera de acercarnos a esto es ver la diferencia de horas de sueño entre los días laborales y los de descanso. Por ejemplo, si una persona duerme 6 horas durante cada noche en la semana, pero los días que no tiene estas exigencias duerme hasta 8 horas por noche, podemos plantear que tiene una deuda crónica de sueño. Otro factor a considerar es que en general las necesidades de sueño disminuyen con la edad, especialmente en el adulto mayor.

Para obtener un sueño reparador debe dormirse una cantidad de horas suficientes, pero también debe tomarse en cuenta la calidad del sueño. Este último punto puede verse afectado por muchísimas circunstancias como por ejemplo: una enfermedad que cause dolor o insomnio, el trabajo nocturno, el consumo de alcohol o drogas, malos hábitos en cuanto a la higiene del sueño, dormir en un ambiente poco propicio para el descanso o incluso  un trastorno de sueño de la pareja de cama.

Publicidad

Tendencias