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Providencia: el nuevo poder salta de las calles a las urnas Triunfo de Josefa Errázuriz consagra fuerza de movimiento social

Providencia: el nuevo poder salta de las calles a las urnas

Al margen de los partidos, aunque con algunos conocidos concertacionistas en primera fila en el comando de la candidata independiente, la dirigente social logró lo que hasta ahora era impensable: ganar las elecciones desde afuera de la lógica partidista.


“¡Dueñas de casa al poder!”, gritaban los adherentes a la candidata independiente de Providencia pasadas las 20:00 horas del domingo, mientras una triunfal Josefa Errázuriz salía al balcón —quizás el único que se vestía de fiesta durante estas elecciones municipales— a celebrar su triunfo sobre el coronel (R) Christián Labbé.

El ambiente en el comando de la socióloga olía a triunfo desde poco después de las 7 de la tarde, cuando se rumoreaban los resultados preliminares que ya le daban ventaja a la dirigente social. Y así fue: Errázuriz se impuso con 55,3 % versus 44,6 % del edil que durante 16 años ocupó el cargo.

Pero más allá de enviar “de vuelta al cuartel” a Labbé, la llegada de una candidata proveniente del mundo social, que anunció luego de ganar las elecciones el fin del nombre de la Avenida 11 de Septiembre, marca una señal potente, transformando su triunfo no solo en una elección local, sino en un fenómeno político donde la Alianza perdió una plaza emblemática y la Concertación su aspiración a tomar la posta para canalizar en gloria y majestad el movimiento social.

 El triunfo del movimiento social

Antes de que Josefa Errázuriz llegara al comando cargando a su nieta Rafaela, el patio de la casona ubicado en María Luisa Santander era recorrido con celular en mano por el socialista Ricardo Solari, que con el diputado DC Jorge Burgos —que también estaba entre los asistentes—, fueron parte del consejo político de la campaña además de sus contendores en las primarias, Javier Insulza y Cristóbal Bellolio y el ex dirigente estudiantil Giorgio Jackson, cuyo movimiento Revolución Democrática fue clave en la campaña, especialmente en la fase de las primarias donde provocó una corriente en las redes sociales a su favor.

Según Solari —uno de los primeros impulsores de Michelle Bachelet en el PS—, para la llegada de Errázuriz al sillón edilicio fue clave el aporte de Revolución Democrática y ONGs vecinales”. Pero también la Concertación “y su generosidad de aceptar la singularidad de hacer un proceso de primarias con todas las fuerzas políticas del arco opositor a Labbé”.

[cita]Para el sociólogo Alberto Mayol, el triunfo de Josefa “pone en cuestión a todas las lógicas partidarias y la capacidad de las máquinas para ganar elecciones difíciles, ya que ningún partido habría logrado generar la potencia y el voluntariado de la campaña de Providencia. En ese sentido, no sólo la derecha queda derrotada, sino además la lógica partidista”. [/cita]

Visión que el gerente de Asuntos Públicos de Imaginacción Consultores, Carlos Correa, no comparte, ya que asegura que “esta fue una lucha épica donde la Concertación no llevó el liderazgo” y que la “obliga a replantearse: es la prueba de que los movimientos sociales no la necesitan para llegar al poder. En la Concertación pensaban que podían encarnar el cambio, pero esto demuestra que no es así”.

Correa destaca que se validó la idea de que “el movimiento social es capaz de llegar al poder y entrar en la lógica electoral. Se dice que el sistema está hecho para perpetuar la elite política, pero lo sucedido en Providencia demuestra que movimientos externos tienen la capacidad de movilizarse, de armar coaliciones y provocar cambios profundos”.

Opinión con la que coincide Bellolio, que asegura que “el triunfo de la Josefa es un llamado a la Concertación a cambiar sus formas. Significa que un movimiento ciudadano con nuevos actores fue capaz de lograr lo que ellos no pudieron hacer en 16 años. Por supuesto que para la gran familia concertacionista es buena noticia que Labbé no siga, pero sería un despropósito que trataran de atribuirse esta victoria como propia. Habría que bajarlos del carro tal como lo hizo Noam Titelman en su minuto con el ex vocero Vidal”.

Sin embargo, recalca Bellolio, “hay importantes dirigentes como Solari y Burgos —entre otros tantos— que pusieron su granito de arena y son tan dueños de esta empresa como el resto. Aquella Concertación radicada en Providencia es parte de un engranaje mayor y tiene todo el derecho de celebrar”.

En opinión del abogado Jorge Navarrete, “aunque la Concertación pudiera ser decisiva en el triunfo de Errázuriz, lo más significativo es demostrar que los independientes pueden competir y romper la geometría política tradicional. En ese sentido, no sería raro que Velasco o Jackson quieran capitalizar un eventual buen resultado para sus propios proyectos y propósitos”.

Para el sociólogo Alberto Mayol, el triunfo de Josefa “pone en cuestión a todas las lógicas partidarias y la capacidad de las máquinas para ganar elecciones difíciles, ya que ningún partido habría logrado generar la potencia y el voluntariado de la campaña de Providencia. En ese sentido, no sólo la derecha queda derrotada, sino además la lógica partidista”.

En todo caso, Mayol recalca que “los movimientos sociales no necesitan triunfos electorales, pues no caminaron por esa senda en general”.

Visión que es compartida por el historiador Gabriel Salazar, que señala que “cualquiera sean las aventuras electorales de la clase política ya profesionalizada o con ambiciones de hacerlo, en el estado actual de la opinión pública, es irrelevante para la emergente cultura autonomista/soberana de los movimientos sociales gremiales y territoriales. Los ‘líderes’ sociales que se aventuren en ese juego, pueden ganar o perder, pero, históricamente, se quemarán igual. En cuanto a Josefa, tal vez sea algo distinto, en cuanto su triunfo permitirá aliviarnos de un personaje tan desagradable como el actual alcalde de Providencia”. Pero, recalca Salazar, “los movimientos sociales tienen su propia lógica interna de desarrollo, que es un aprendizaje cultural de política ciudadana, y sobre ella no pesan significativamente los avatares de una política desahuciada ya  hace rato por la opinión cívica de la mayoría”.

Y en el comando de Labbé…

A las siete ya se respiraba la derrota. Bárbara Coombs, la mujer de Cristián Labbé, salió del comando, donde pasó la tarde, dejando a la prensa que corrió tras ella en la calle. La puerta de acceso se cerró y unos pocos partidarios con cara de funeral pudieron entrar.

Media hora después su hijo José, concejal por Ñuñoa, que no se repostuló, anunciaba la próxima llegada de su padre mientras algunas bocinas tocaban el sonsonete “y va a caer”.

Labbé apareció a las 8:15, habló 20 minutos escoltado por sus hijos Cristián y José y su mujer, y se fue. Toda la responsabilidad de su derrota apuntó a los medios. “Venció la comunicación, no la gestión”.

Al interior de la sede no había más de 30 personas; en su mayoría, mujeres que lloraban, y algunos hombres mayores con los ojos lacrimosos. El único rostro conocido: el del abogado Christian Espejo. Un refrigerador con bolsas de hielo, una bandeja de frutillas y otra de limones cortados era todo lo que quedaba para celebrar un triunfo que no llegó. Ni una bebida ni una botella de alcohol.

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