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“En el Mineduc no existe ningún interés en relacionarse con el Museo de la Memoria, eso se nos dijo explícitamente”

Patricio Olavarría
Por : Patricio Olavarría Periodista especializado en Política Cultural
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En una distendida conversación en su despacho, y ante los preparativos del 3er aniversario del emblemático proyecto Bicentenario del gobierno de Bachelet, Brodsky nos habla de su gestión en el museo, del problema mapuche, y de los 40 años del golpe de Estado que se conmemoran en 2013, lo que —a su juicio— debería abrir una amplia reflexión nacional.


-¿Cuál es su diagnóstico a tres años de la creación del museo, que se cumplen este mes?
-En este tercer aniversario, y a pesar de la juventud del museo, tenemos cierta claridad de que nos hemos convertido en una institución que ha logrado instalarse en la escena cultural del país, que ha logrado un alto impacto en materia de contenidos, de sus exposiciones, actividades, así como también de audiencias. Esto se ve reflejado básicamente en nuestra programación en donde hemos tenidos exposiciones, por ejemplo, algunas de carácter internacional importantes como la de Fernando Botero, y otras nacionales como reponer la obra de Gonzalo Díaz “Lonquén”. Hemos tenidos actividades internacionales como la visita de Tzvetan Todorov que generó un alto impacto de público y en los medios. Tuvimos un importante encuentro con Argentina sobre derechos humanos, que reunió artistas, intelectuales, críticos. En definitiva, este es un museo que está muy vivo y que está haciendo un aporte al desarrollo cultural de nuestro país, y que ciertamente ocupa un lugar en el imaginario de los chilenos. Quizá el resultado cuantitativo más importante que podemos mostrar es que pasamos de 123 mil visitas del año 2011 a 202 mil visitas el 2012. Un incremento de un ochenta por ciento del público.

-¿Y a qué atribuye este aumento?
-Creo que se debe a la programación del museo, y a que el 2012 hubo una polémica pública que también pudo incidir. Obviamente hemos desarrollado una política de extensión que ha significado abrir este espacio a festivales de cine, teatro, actividades como debates, y diez exposiciones temporales que han tenido una excelente cobertura de público.

-¿Por qué cree que nos demoramos tanto en tener un Museo de la Memoria en el país?
-Pienso que las políticas de memoria han tenido altos y bajos. El primer memorial que se construyó en el país fue el del Cementerio General en el período del Presidente Aylwin. Luego a pesar de que la Comisión Rettig recomendó apoyar a los organismos de derechos humanos con la creación de memoriales, como reparación moral, fue un proceso que se demoró y recién el año dos mil el gobierno decidió apoyar de forma más decidida los proyectos que venían levantando las agrupaciones de derechos humanos y las casas, los sitios de memoria, por ejemplo Villa Grimaldi, Londres, José Domingo Cañas, y tantos otros. A partir de este proceso se generó un apoyo institucional más fuerte y hoy tenemos en Chile más de 200 memoriales. De alguna forma, el Museo de la Memoria viene a consolidar este proceso cuando fueron declarados Memoria del Mundo los archivos de la Vicaría de la Solidaridad, de Teleanálisis y de otras entidades, de manera que se hizo necesario tener una institución que pudiera resguardar esos archivos en un nivel óptimo de conservación, que pudiera ofrecer acceso público a estos mismos. Ese fue originalmente el proyecto del museo, es decir la culminación de una serie de proyectos de reparación moral, y la posibilidad de conservar los archivos que estaban distribuidos en varias instituciones.

-¿Se puede hablar en Chile de una Institucionalidad de la Memoria y los Derechos Humanos?
-No sé si tanto. Creo que en el ámbito de los derechos humanos hay avances importantes como la creación del Instituto de los Derechos Humanos, lo que es relevante desde la perspectiva institucional. Se está hablando también de una Subsecretaría de Derechos Humanos, de manera que el país avanza en esa dirección. ¿Institucionalidad de la Memoria? no sé si es adecuado, porque la memoria es algo que pertenece a las personas y los grupos. No creo que deba existir una memoria oficial, creo más en que deben existir muchas memorias que puedan contribuir dialécticamente a construir los proyectos políticos y una historia lo más objetiva posible.

[cita]Se dice que el museo falsea la historia porque no la contextualiza, especialmente el periodo de la dictadura. Creo que ese debate es peligroso, uno es que mucha gente busca justificar la dictadura y las violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, si uno analiza el contexto, en Chile hubo un golpe de Estado que se consolidó en menos de 24 horas, por lo tanto todas las teorías del ejército clandestino, de la guerra de guerrillas, de la presencia cubana, y de los tanques rusos, son parte de la imaginación de la derecha.[/cita]

-Desde esa perspectiva ¿el museo dialoga con la sociedad chilena? ¿Cómo ve usted esa instalación en el mundo social, cultural, en la educación?
-Creo que hemos avanzado mucho en la instalación del museo en el mundo de la educación y en la relación básicamente con las universidades y los colegios. Tenemos una presencia de visitas escolares muy importante, lo que significa que entre marzo y diciembre tenemos copado el museo. Eso representa más o menos, 25 mil personas que hacen visitas guiadas y que son prácticamente todos escolares. Tenemos una relación muy fuerte con universidades. Por ejemplo, estamos haciendo un diplomado con la Universidad de Chile para profesores, también la Cátedra de la Memoria con la Universidad Diego Portales, y estamos trabajando en una nueva Cátedra con la Universidad de Santiago, también desarrollando proyectos de investigación con Arcis y un seminario con la Academia de Humanismo Cristiano. Hemos incentivado la investigación de tesis y vamos por una segunda versión el 2013. Tenemos muchas solicitudes de escuelas, estudiantes, que quieren hacer cosas con el Museo, lo que es muy alentador para nosotros. En lo concreto hay una gran demanda del sector universitario por venir al museo, hacer uso de sus archivos, su infraestructura, visitas, incluso de grupos de la sociedad civil que han venido colectivamente a conocer el museo. Hemos también conquistado la idea de que auditorio que es un lugar para proyectar y exhibir material audiovisual en donde hicimos un festival de cine de derechos humanos para jóvenes con una gran convocatoria. Mi convicción es que el museo se convierte en un lugar en donde la gente quiere venir, estar, exponer, hacer cosas, y eso nos parece que no es casual, porque la gente también quiere cargar sus actividades con lo que representa simbólicamente el museo.

-Sin embargo, no es fácil instalar una cultura de los DD.HH. y de la Memoria en Chile ¿Existe alguna relación con el Ministerio de Educación?
-Nosotros hemos hecho algunos esfuerzos en ese sentido e hicimos un estudio sobre el mapa curricular de la enseñanza básica y media para identificar dónde están los momentos en que podemos introducir como contenido el tema de los derechos humanos en la enseñanza. Incluso tenemos en nuestra página web una propuesta a los profesores para que, sin dejar el marco curricular, puedan introducir una conversación relativa a los derechos humanos con sus alumnos. También hemos tratado de trabajar con el Ministerio de Educación, pero ha sido bastante infructuoso. De hecho, en el Ministerio, especialmente en el sector que trabaja con la malla curricular, no existe ningún interés en relacionarse con el Museo de la Memoria. Eso se nos dijo explícitamente.

-¿Es la política del Gobierno?
Creo que más bien fue la política de un ministro, no del actual, sino que del anterior. Pero eso no ha cambiado. De hecho teníamos reuniones con las unidades curriculares, pero fueron suprimidas. Nos invitaron muy cordialmente para decirnos que el Ministerio no tenía interés en esta relación. Producto de ello convocamos a una reunión, más bien a una conversación, con la Fundación Chile, al Instituto Nacional de Derechos Humanos, a Educación 2020, y discutimos una propuesta de «Educación de Derechos Humanos» para el futuro, y pretendemos avanzar en este tema en el curso del 2013, de manera de entregar a los candidatos presidenciales una propuesta para que se haga más efectiva la formación en derechos humanos en los jóvenes chilenos.

-¿Y cómo se relaciona el museo con el Gobierno?
-Existe una relación institucional fuerte con la Dirección de Archivos, Bibliotecas y Museos, Dibam y el Ministerio de Educación porque a través de ellos recibimos el presupuesto, lo que implica que tenemos que hacer un convenio en donde ellos conocen nuestra programación anual, y rendimos cuenta tanto de las actividades como de los recursos.

-¿A pesar de que la Directora de la Dibam no parece ser muy amiga del museo?
-Pero esto es una cosa más institucional que va más allá de las personas. Ahora también tenemos una relación de trabajo más allá de esto con la Dibam, por ejemplo con el centro de restauración a través de profesionales de primer nivel que nos han apoyado en proyectos importantes. También cada vez que la Dibam organiza eventos internacionales traen a sus invitados porque es una visita obligada. Yo mismo publico artículos en las revistas de la Dibam. Es decir, no existe ningún problema con esa institución, al contrario, tenemos un nexo que va más allá de la coyuntura política.

-¿Y el Presidente visitó el museo?
-El Presidente vino el primer semestre del año 2012. Hizo una visita bastante larga y recorrió con detalle la exposición permanente y creo que salió bastante convencido de la utilidad de este Museo. Sobre todo como dispositivo educativo. La verdad es que quedamos muy contentos con esa visita porque la consideramos un respaldo, sobre todo, porque sabemos que dentro del gobierno no todos comparten la misma opinión.

-¿No todos son muy memoriosos?
No todos tienen buena memoria y algunos preferirían olvidarse de ciertas cosas.

-Cuál es su reflexión en torno a las diferentes miradas en donde parece que hay dos países. Me refiero puntualmente a la polémica desatada por Sergio Villalobos y las cartas de Magdalena Krebs al Mercurio.
-Mira, mi reflexión es que hay que entender que este museo se inscribe dentro de las políticas de reparación. Si uno no entiende eso, le pide cosas que no puede dar. El museo existe en la medida que es una reparación a las víctimas. Por lo tanto, su mirada busca generar empatía con la experiencia de las víctimas. No es un museo que pretenda una cierta objetividad, por lo mismo es de la memoria y no de la historia, aunque siempre hay una interpretación. La memoria es mucho más subjetiva, lo que no quiere decir que sea arbitraria porque se apoya en miles de testimonios que coinciden. Hay casi 40 mil víctimas de tortura en Chile que declaran y describen la tortura, y son relatos que coinciden y se constituyen en una verdad. Primero, hay que entender ese carácter para entender qué se le puede exigir.

-Pero se llegó a decir que falseaba la historia
-Se dice que el museo falsea la historia porque no la contextualiza, especialmente el periodo de la dictadura. Creo que ese debate es peligroso. Uno es que mucha gente busca justificar la dictadura y las violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, si uno analiza el contexto, en Chile hubo un golpe de Estado que se consolidó en menos de 24 horas, por lo tanto, todas las teorías del ejército clandestino, de la guerra de guerrillas, de la presencia cubana, y de los tanques rusos, son parte de la imaginación de la derecha. En menos de 24 horas el país estaba en control absoluto de las fuerzas armadas y la mayoría de los dirigentes de la Unidad Popular se entregaron voluntariamente.

-¿Sería entonces un contexto trucado históricamente?
-Todo ese contexto es una invención y hay que plantearlo con suficiente fuerza. Y luego no se entiende por qué entonces la Junta Militar tuvo que cerrar el Congreso, suprimir la prensa, tuvo que quedarse 17 años de los que 10 de ellos fueron con Toque de Queda y Estado de Emergencia. Es decir sin garantías institucionales para las personas. Entonces, lo que importa es justamente este contexto de las violaciones a los derechos humanos en que se instala una dictadura que suprime las instituciones de un Estado de Derecho, y en que predomina la ideología de la seguridad nacional que convierte al adversario político en un enemigo interno al que hay que destruir. Creo que es lo que hay que analizar y hacer más presente.

-¿Y cómo ve usted el actual contexto con el pueblo mapuche?
-Una de las cosas que nos dijo Todorov cuando estuvo acá, es que hay que evitar sacralizar la memoria. Es decir convertir los hechos del pasado en una cosa que se asila del resto del mundo. La memoria tiene sentido estudiarla, conservarla y construirla para el futuro. Sirve para movilizar ideas de justicia, y tomar en cuenta los sufrimientos actuales y no solo los del pasado. En ese sentido, creo que un lugar de memoria como este y otros, tiene obviamente que hacer una reflexión sobre lo que ocurre en nuestro país en el tema indígena y otros temas. No estamos aislados y nuestra fuente de inspiración, es lo que ocurrió durante la dictadura pero eso debe servir para algo en la actualidad y el futuro.

-Sin embargo se habla de Ley Antiterrorista, de tortura, maltrato, Estado de Excepción en la zona mapuche, me refiero a que existen elementos que claramente implican que algo pasa con los derechos humanos hoy en Chile.
-Las últimas acciones que han ocurrido en el país, y el crimen contra el matrimonio Luchsinger son cuestiones completamente inaceptables, que deben ser rechazadas porque son acciones desquiciadas que terminan desprestigiando la causa del pueblo mapuche. En eso coincido con lo que afirma la CAM que condenó este hecho diciendo que se trata de un evento irracional que debe ser sancionado. Ahora el tema mapuche no se va a resolver con más represión, ni anulando las garantías de los derechos de las personas a través de Estados de Excepción. El tema se resolverá en la medida en que seamos capaces como país de enfrentar un diálogo real con los líderes indígenas, asumiendo que estos líderes, son diferentes a los que había hace veinte años. Son no solo más jóvenes, sino también, más informados, preparados, con una conciencia de sus derechos mucho más desarrollada y con redes globales producto de lo que ha pasado en el mundo y no porque exista una conspiración, sino porque existen las redes a nivel global.

-¿Pareciera que no existe un diálogo?
-Es que hay que tomarlo en serio y buscar un acuerdo que parta por reconocer los derechos políticos del pueblo mapuche. No lo circunscribo solo a un problema de pobreza y de tierras. Lo que ha fallado no es la devolución de tierras, sino el reconocimiento político, a sus autoridades legítimas, al interlocutor. Pero tampoco sirve un movimiento indígena disperso, con acciones aisladas. Es importante que se convierta en un interlocutor válido frente al Estado. Es necesario que los pueblos originarios sean capaces de negociar lo que tengan que negociar y que cuenten con la legitimidad necesaria para ello.

-¿Participan en el Museo?
-Hemos tenido actividades y hemos hecho exposiciones importantes con el tema. Estamos investigando además con bastante dedicación con lo que pasó con los pueblos originarios durante la dictadura para incluirlo en nuestra exposición permanente. De manera que estamos muy abiertos a esta problemática, y en especial con el pueblo mapuche.

-¿El gobierno les ha solicitado a ustedes algún apoyo u orientación con respecto del problema con el pueblo mapuche y sus comunidades?
-No, por lo menos a nosotros no.

-Este año se cumplen los cuarenta años del golpe de Estado ¿El museo será una caja de resonancia importante, me imagino?
-Hay mucha agitación con los cuarenta años, y estamos en cierta forma en el centro de la demanda, y tenemos una programación de exposiciones y eventos que tienen que ver con la reflexión, y con mostrar cosas no conocidas. También estamos preparando itinerancias en regiones, a través de los municipios y los centros culturales. También vamos a realizar un evento de debate internacional como lo que hicimos con Todorov, pero específicamente sobre lo que nos deja los cuarenta años. Que podemos seguir aprendiendo como país de esta experiencia política, social, cultura. No todo lo que se hará está programado porque también tenemos que tener la flexibilidad para cosas que podamos hacer muy bien cuando el momento lo indique, y cuando la coyuntura sea propicia. Hay que estar muy abiertos, y tener una mirada muy amplia en estos momentos.

-En el ámbito de las artes y la cultura, pensando en Víctor Jara, que quizá sea el ícono de la cultura más importante, ¿cómo lo piensan abordar?
-Estamos pensando en una línea de homenajes en la que Víctor Jara obviamente está. Pero también estamos pensando en el General Carlos Prats, Bernardo Leighton, Orlando Letelier, como personas emblemáticas. En el caso de Víctor Jara hemos conversado con la Universidad de Santiago en donde él trabajaba para hacer un tributo muy especial a su figura. Como evento de homenaje queremos presentar un concierto sinfónico que está preparando la Universidad, que también se presentará en el Teatro Municipal.

-¿Y cómo es la relación del museo con las agrupaciones de familiares de las víctimas? Pensando en este año tan complejo.
-Pienso que cada día ha ido mejor. De hecho, con la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, hemos organizado en el último mes dos actividades importantes. Conmemoramos juntos el 10 de diciembre que fue «El día de los derechos humanos» con más de tres mil estudiantes. Fue una maravillosa experiencia. Y esta semana presentamos la película “Vivas Voces” que cuenta la historia de la agrupación. Pienso que nuestra relación es óptima gracias a la confianza. No sé si era tan fuerte hace dos años. Y también con otras agrupaciones como la de los 119, y por cierto con el resto de las casas de memorias como Villa Grimaldi, Londres, y en regiones a través de las itinerancias lo que nos ha permitido tener una relación directa con las agrupaciones regionales. Por ejemplo estuvimos en Calama en donde hay una agrupación importante, también en Antofagasta, Osorno, Valdivia, Coquimbo, La Serena, de manera que hay un desarrollo, una red en torno al museo muy interesante.

-¿Cuál es su expectativa para los 40 años?
-A mí me gustaría que pudiéramos preguntarnos qué hemos aprendido en estos 40 años. No va a ser, creo, la manera en que todos lo vayan a enfrentar. Creo que la tendencia será reivindicar ciertas ideas o algunos liderazgos, a mistificar cosas. Personalmente, pienso que el aporte del museo debe ser otro, y en ese sentido el espíritu en que entramos a esta conmemoración es preguntarnos ¿qué éramos como país, y qué somos ahora, qué hemos aprendido, y en qué medida una experiencia tan dolorosa nos ha servido para construir un mejor país y una sociedad más justa.

¿Y cuál sería la deuda con los derechos humanos cree usted?
-Creo que estamos en deuda obviamente con los mapuches, con las personas que están privadas en libertad que viven en condiciones que no se corresponde con el nivel de desarrollo del país, y que impide cualquier política de rehabilitación. Con nuestra memoria estamos en deuda en muchas cosas. Este país perdió mucho sus vínculos, sus redes sociales, y de su Estado como una entidad que da protección y garantías, por ejemplo en el ámbito de la educación. Hoy prácticamente la educación pública es una sombra de lo que fue. Ya no es el lugar de integración ni de movilidad social, es al contrario un lugar de segregación y ahí hay una deuda gigante con nuestra historia y memoria como país. Lo mismo se puede decir en otros ámbitos. Pienso que tenemos un gran déficit todavía y estos 40 años deberían servir para reconocer estos déficits y reencauzar al país a una sociedad más solidaria, de mayor integración social.

-Con respecto al museo, y sin ánimo de comparar, en el plano internacional ¿cómo está el museo?
-Con respecto de América Latina somos una institución emblemática. Casi el modelo. Muchas observan el museo, y aprenden de este lugar, cómo se hizo, se organiza, lo que hace. También en España, por ejemplo, en el país Vasco. Creo que este es un museo de nivel mundial y no tengo dudas. Obviamente tenemos que aprender de otras experiencias de las que hay que aprender muchísimo. Tenemos un diálogo internacional que inspira y somos parte de una coalición global de «Sitios de Conciencia» en todo el mundo. Este es un problema universal del cual todos aprendemos de las experiencias de unos y de otros.

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