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Cristián Edwards mueve sus piezas y con la salida de Jonny Kulka consolida su control de El Mercurio El ex ejecutivo de The New York Times es el nuevo hombre fuerte del periódico

Cristián Edwards mueve sus piezas y con la salida de Jonny Kulka consolida su control de El Mercurio

Desde su arribo a la vicepresidencia han renunciado nueve gerentes clave, algunos de ellos históricos del diario de Santa María. El hijo de Agustín Edwards ahora ostenta un poder sin contrapesos en la administración y su próximo objetivo sería el control del área editorial.


El miércoles 1 de julio de 2009 en la portada del Cuerpo C de El Mercurio una información apenas destacada consignó que Cristián Edwards del Río dejaría la presidencia de la División de Servicios Noticiosos de The New York Times para convertirse en vicepresidente de El Mercurio SAP.

El pasado miércoles 17 de mayo en el mismo cuerpo C una pequeña nota de dos párrafos informaba la renuncia de Jonny Kulka a la gerencia general del diario a partir del 1 de junio. Junto con agradecer el valioso aporte a la empresa se informaba que asumiría como asesor de la vicepresidencia ejecutiva y de los directorios de El Mercurio y sus empresas relacionadas.

La renuncia de Kulka no es la única desde la llegada de Cristián Edwards. Ocho altos ejecutivos, varios de ellos históricos, dejaron sus puestos en áreas como la comercial, de personas, operaciones, diarios regionales y desarrollo de nuevos productos.

Cuando tomó la propuesta de incorporarse a la empresa familiar en 2009, Cristián Edwards la consideró como cualquier oferta de trabajo: negoció su contrato a través de un abogado norteamericano y exigió garantías por escrito. Entre ellas, cláusulas, multas y “total independencia del padre”.

[cita]Al interior del diario señalan que Cristián está jugando un partido de ajedrez y moviendo sus piezas con cuidado. «Al interior del periódico pensaban que su toma del poder sería como una guerra entre las diferentes facciones del grupo, pero él se tomó su tiempo y ya nadie duda que tiene el control[/cita]

“Cristián estaba muy cómodo trabajando en The New York Times y no se quería venir”, sostuvo en su oportunidad uno de los consultados por este diario sobre la vida del ejecutivo en Nueva York, ciudad en la que se estableció después de su secuestro a manos de un grupo del FPMR en 1991. En Manhattan, Edwards, MBA de la escuela de negocios Wharton, tomó cursos de computación y realizó consultorías hasta que obtuvo un trabajo como asesor en el mayor diario de Estados Unidos. De ahí en adelante realizó una brillante carrera ascendente en el New York Times y llegó a convertirse en uno de los principales asesores de la compañía de la familia Sulzberger, siendo testigo directo de la crisis que azotó a los medios en 2008-2009 y golpeó especialmente al periódico de la Gran Manzana, que debió recurrir al magnate Carlos Slim para apalancar su sobreendeudamiento.

Kulka había regresado al diario de Agustín Edwards el 19 de marzo de 2001 en lo que fue calificado como un hito, ya que era la primera vez que un alto ejecutivo volvía a trabajar a la empresa. Muchos recuerdan que ese día el propietario del decano recorrió las dependencias de Avenida Santa María junto a Kulka como dos viejos amigos. Un paseo inédito que incluyó desde las rensas hasta el casino a la hora de almuerzo.

El ahora renunciado gerente general trabajó una década —desde 1983 a 1993— en el cargo que abandona por segunda vez, siendo el responsable de renegociar pasivos bancarios por US$ 130 millones que la crisis de los 80 provocó en el conglomerado periodístico. Esta operación incluyó un cuestionado canje de créditos que tenía el BancoEstado con El Mercurio y La Tercera y que pasaron a poder de la banca privada en ventajosas condiciones que fueron investigadas por la justicia.

La gestión de Kulka tuvo éxito, redujo las pérdidas a menos de la mitad, pero las diferencias con el propietario respecto a la estrategia a seguir tensionaron las relaciones entre ambos. Kulka era partidario de mantener una política de orden en los egresos, y Edwards sentía que las cosas estaban lo suficientemente bien como para comenzar a gastar. Cuando dejó las oficinas del decano en 1993 fue ovacionado durante 10 minutos en una comida en la que lo despidieron 500 personas.

Kulka pertenece al selecto grupo que ha recibido un “paracaídas de oro” (golden parachute), algo poco usual en Chile y que es seguir percibiendo la misma renta, en su caso de por vida, a cambio de no emplearse como ejecutivo en otra empresa. Esta fórmula vitalicia no se da ni siquiera en las grandes multinacionales, pero Agustín Edwards es dueño de un estilo poco común.

Por esa razón, Kulka sólo pudo aceptar ser parte del directorio de D&S, la cadena de supermercados de los hermanos Nicolás y Felipe Ibáñez, cargo que mantuvo cuando regresó a El Mercurio en 2001. Lo dejó en enero de 2009 cuando la empresa pasó a manos de Walmart.

Ocho gerentes renuncian a sus cargos

Como vicepresidente Cristián Edwards estaba por sobre Kulka y el resto de los gerentes. Aunque inicialmente su principal misión era hacerse cargo de un proyecto digital de pago de El Mercurio, que aún no ve la luz, fue ampliando su injerencia a otras áreas, en especial, la comercial.

Desde su arribo han renunciado ocho altos ejecutivos sin incluir a Kulka. Cuatro históricos, con más de dos décadas en la compañía, como Julio Manusevic, gerente general de diarios regionales; Patricio Moreno, gerente comercial; Juan Enrique Canales, gerente de nuevos negocios (productos asociados al diario); Rodolfo Álvarez, gerente de operaciones que manejaba las áreas digital y prensa.

También renunciaron Mauricio Pinto a la gerencia de personas, en la que permaneció un año y medio, y Roberto Massis, a la de ventas.

Otra salida emblemática fue la de Jorge Lesser, asesor de nuevos negocios de El Mercurio y también de Agustín Edwards en sus inversiones familiares entre 1999 y 2010. El cargo que ocupaba se dividió en dos. Alvaro Sostín, quien fue contratado por Cristián Edwards, tomó la gerencia de innovación y desarrollo de nuevos negocios, pero renunció. Y los negocios personales de la familia, ajenos a El Mercurio, quedaron a cargo de Juan Ignacio Eyzaguirre.

Sin duda, es sintomático que ocho gerentes y Kulka hayan decidido dejar una empresa donde la estabilidad es la tónica. Y que haya coincidido con la entrada a escena de Cristián Edwards.

Producto de estos movimientos, de Cristián Edwards ahora depende todo lo que no es editorial: el área comercial, de circulación, marketing, recursos humanos, diarios regionales y operaciones.

La partida de Kulka termina por sellar la posición de mayor poder que haya detentado un ejecutivo en El Mercurio desde la época en que su padre ocupaba los cargos de presidente (que mantiene actualmente) y director, aunque más allá de los nombres, él lo ejercía como dueño.

Su hijo sigue sus pasos, pero dentro de un organigrama que se reordenó de forma tal que no tiene contrapesos en la administración.

Próximo objetivo: la Dirección

Una persona cercana al grupo Edwards señala que estos movimientos no son casualidad. «Hace más de dos años que se acordó que Cristián asumiría el control. Tiene el beneplácito de sus dos hermanos que trabajan en el grupo y esto es parte de un plan. Ahora que Cristián terminó de mover sus piezas, lo deja a cargo de la administración y negocios de El Mercurio con gente de su confianza. Su próximo objetivo es la parte editorial», explica la fuente.

Al interior del diario señalan que Cristián está jugando un partido de ajedrez y moviendo sus piezas con cuidado. «Al interior del periódico pensaban que su toma del poder sería como una guerra entre las diferentes facciones del grupo, pero él se tomó su tiempo y ya nadie duda que tiene el control».

Su objetivo ahora sería el reino de Cristián Zegers, hombre de confianza de Edwards padre, pero con el cual Edwards hijo tiene importantes diferencias, cuentan fuentes al interior del grupo editorial.

A nadie le cabe duda que con la consolidación del poder de Cristián Edwards, Zegers tendría sus días contados. Con todo, su salida sería sin drama ni polémica y los más probable es que no ocurra sino hasta después de las elecciones presidenciales de noviembre próximo.

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