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Análisis: nada cambia en los debates si no son debates

Análisis: nada cambia en los debates si no son debates

Rafael Urriola U.
Por : Rafael Urriola U. Director Área Social Chile 21
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En suma, la gran ganadora del evento es Bachelet, esencialmente porque los otros candidatos no quisieron poner el acento en las diferencias. Considerando que necesitan apoyos muy significativos para competir con ella, más bien perdieron la oportunidad y en las primarias habrá una diferencia muy grande entre la ex presidenta y los seguidores que pelearán el segundo puesto, probablemente, con menos de dos dígitos de apoyo.


Un debate puede no serlo si cada uno hace y dice lo que se le antoja sin posibilidad de que los otros lo encaren o rectifiquen. Aun así, es bueno que se haya institucionalizado el sistema de primarias. Claro está, que la presentación de este lunes 10 de junio fue muy “educada”  y eso por cierto, no favorece a los “retadores” cuya posibilidad está dada por descolocar/interpelar al candidato ubicado en la parte superior desde el punto de vista de las encuestas. Más bien pareció que se desplegó el dicho mexicano de que “dos agujas no se pican” y, con tanta cortesía, somos todos iguales lo cual da toda la facilidad al que encabeza las encuestas, en este caso Michelle Bachelet.

En suma, la gran ganadora del evento es Bachelet, esencialmente porque los otros candidatos no quisieron poner el acento en las diferencias. Considerando que necesitan apoyos muy significativos para competir con ella, más bien perdieron la oportunidad  y  en las primarias habrá una diferencia muy grande entre la ex presidenta y los seguidores que pelearán el segundo puesto, probablemente, con menos de dos dígitos de apoyo. El segundo puesto en las primarias de la Concertación dejó de ser importante porque estarán seguramente a más de 40 puntos de diferencia con la candidata socialista.

Sin embargo, al pasar a la elección presidencial propiamente tal, los temas programáticos se harán menos amistosos. La derecha insistirá en la “izquierdización” de la candidata pero, ella no puede evitarlo,  pues corre el riesgo de que los demás candidatos de oposición (Marco Enriquez y M arcel Claude) capten sus adherentes menos incondicionales basados en que hay razones más que suficientes para no creer en que, esta vez, se hará lo que no se ha hecho en muchos años. Sus definiciones generales deberán enfrentar al conservadurismo de la coalición que nadie sabe cuánto pesa exactamente en la Democracia Cristiana.  De lo que no  cabe duda es que el candidato Velasco es la expresión simbólica del neoliberalismo enquistado en la concertación y, recordemos, además siempre contó con el apoyo de Camilo Escalona que instaló, sucesivamente, en la Subsecretaría de Hacienda a dos de sus mejores acólitos: primero a Mario Marcel y luego a Alberto Arenas, actual jefe de programa de Bachelet.

La candidata, sin duda, ha sorprendido a los analistas porque se ha identificado con las reivindicaciones que las encuestas dan por enormemente mayoritarias. Ella misma lo dice “donde yo voy la gente quiere cambios”. No es fácil para quienes ya decidieron en la elección anterior de 2010 hacer una crítica a la modalidad del binominal apoyando a Marco Enríquez en casi 20% y a Jorge Arrate en cerca del 8%  cambiar su voto en favor de la ex presidenta porque  ya en ese momento no se le creyó a la concertación. Los defensores de Bachelet argumentan que ella es más creíble que Frei pero no queda claro si los valores y principios de la candidatura de Frei son menos importantes ahora, es decir, si son solo un asunto de atributos personales y no de propuestas.

El debate queda inconcluso puesto que en los próximos días ya estarán en la vereda del frente la derecha y el resto de la oposición. El margen de maniobra se reduce, porque los unos y los otros la “tironean” en direcciones opuestas y ello no será de trámite tan ligero como en el debate presidencial inter concertacionista.

Al final, tal como lo he sostenido en otras oportunidades, el problema de Bachelet es cómo -y hasta cuándo- podrá cabalgar en dos caballos que pueden tomar direcciones divergentes en cualquier momento: o se mantiene en una actitud conservadora que caracterizó a su gobierno anterior o se renueva  para asumir las reivindicaciones de una sociedad cambiante. La explicitación de estas alternativas pueden generarle  enormes problemas electorales.

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