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“Uno oye torpezas como que los más ricos tienen que pagar por la Educación” Jorge Arrate, ex candidato presidencial y ex ministro:

“Uno oye torpezas como que los más ricos tienen que pagar por la Educación”

Bastián Fernández
Por : Bastián Fernández Periodista de El Mostrador
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Histórico de la Concertación, conoce bien al Partido Socialista (PS) y al Partido Comunista (PC), colectividades de las que formó parte. Jorge Arrate es un hombre que respira en toda la tradición de la izquierda del siglo XX, que participó en el gobierno de Unidad Popular y en dos gobiernos de la Concertación. En buen chileno, conoce al animal por dentro y no es optimista de lo que viene: “Bachelet tiene condiciones muy favorables… creo que no las va a aprovechar, pero mi deseo es que sí lo haga”, afirma.


“La viga maestra, la llamó Eduardo Frei Montalva, el sueldo de Chile la llamó Allende”. Así como esa cita sobre el cobre, Jorge Arrate es capaz de hacer múltiples referencias a la historia, discursos e hitos que han protagonizado los actores políticos de Chile, para complementar sus argumentaciones marcadas por un lenguaje de otro tiempo.

Fue presidente ejecutivo de Codelco en 1971 y estuvo a cargo de nacionalizar los yacimientos de cobre, al mismo tiempo que ejerció, hasta 1972, como ministro interino de Minería de Salvador Allende. Con el retorno de la democracia, fue ministro de Educación de Patricio Aylwin. En el período de Eduardo Frei Ruiz-Tagle estuvo en la cartera de Trabajo, primero, y después en la Secretaría General de Gobierno. El 2009 renunció a 46 años de militancia en el PS. “Soy un socialista sin partido”, dice antes de tomar un sorbo de café.

Fuera de la Concertación se encaminó, el mismo año, en la carrera presidencial apoyado por el Partido Humanista, la Izquierda Cristiana y el PC, antes de que éste decidiera entrar de lleno a la hoy Nueva Mayoría. Incluso militó por algunos meses en la tienda de Luis Emilio Recabarren.

Arrate conoce por dentro al animal, las fuerzas que conviven en la Nueva Mayoría. Por lo mismo, cree que Bachelet no aprovechará sus opciones, “pero mi deseo es que sí lo haga”, aclara. Cree que el programa es “una carta de navegación bastante básica”, en la que lamenta la carencia de definiciones sobre el cobre y la aplicación de la Ley Antiterrorista a mapuches. “Bachelet dijo que había sido un error. Los errores deben corregirse. Por lo tanto, yo pregunto ¿cómo los va a corregir?”. Además, cree que el segundo gobierno de Bachelet estará marcado por la pugna entre los diversos sectores que se agrupan bajo el mismo paraguas.

-¿Qué le parece el último gallito que se dio entre el bacheletismo y la bancada estudiantil por el nombramiento de Claudia Peirano como subsecretaria de Educación?
-A mí no me sorprende. Lo que deja en evidencia es que hay y va a haber contradicciones que son bastante lógicas dentro de una coalición como la Nueva Mayoría. Ya las había dentro de la Concertación, aunque se habían ido aplanando. Desde el comienzo vamos a tener un permanente tira y afloja dentro del gobierno. El caso de Claudia Peirano –a quien no conozco y no tengo nada en particular contra ella– revela ese fenómeno.

-¿Cuáles son estas fuerzas que estarán en el tira y afloja?
-Creo que existen sectores que tienen un pensamiento muy conservador-liberal. No sólo en el área valórica, sino que también en el área económica. Critican en la prensa a quienes sustentan la gratuidad universal de la educación superior, calificándolos como dogmáticos, cuando en verdad los dogmáticos son ellos, que creen que todo debe ser entregado a la suerte del mercado. Son dogmáticos de la mercantilización y de sus supuestas bondades. Ese sector dentro de la Concertación ha estado siempre. Hay otro sector que se fue conformando, que fue limando sus uñas y se fue adaptando. Creo que es un sector bastante mayoritario, que perdió fuerza y el entusiasmo transformador. Se acomodó a los límites que existían en un cierto momento, olvidando que los límites son construcciones, que es uno quien las construye. La tradición de las fuerzas de izquierda, la naturaleza misma, es enfrentarse a esos límites y empujarlos. Yo creo que ese sector es uno que comulgó con demasiadas ruedas de carreta. Lo digo porque yo vengo de la Concertación, mi garganta se acostumbró a tragarse algunas ruedas de carreta. Pero no creo que eso se transforme en una virtud. Ellos se acostumbraron a eso y terminó gustándoles.

[cita]»No sé de donde les bajó esto de hacer pagar a los más ricos. ¿Por qué no pagan los más ricos por entrar a las plazas, usar las calles, los parques, las playas? Porque son universales, son de todos, son colectivos. La educación es lo mismo. Entonces, los más ricos pagan más impuestos. Pero no pagan, aunque sean ricos, por educar a sus hijos si quieren hacerlo en la educación pública. Eso es una batalla de ideas con un fuerte contenido cultural. Dentro del gobierno y la coalición van existir esas diferencias. El punto es cómo se enfrentan”. [/cita]

-¿Cree que hay un sector que esté por impulsar los cambios que se han prometido en el programa, pese a las ambigüedades presentes en éste?
-Hay un sector en la Concertación, dejo fuera al Partido Comunista, que auténticamente se ha hecho una autocrítica, que tiene una mirada transformadora, que quiere recuperar las banderas que representó desde 1989 en adelante y que no realizó, o no pudo realizar, o no quiso realizar durante sus gobiernos. Creo que existen esos tres sectores y que van a estar enfrentados en el próximo tiempo por este tipo de diferencias. Y el PC, que ingresó a la Nueva Mayoría, cumplirá, creo yo, espero y estoy seguro de que va a ser así, un rol de poner los puntos sobre las íes al ambiguo programa de Bachelet, que es el mínimo de lo cual podemos conversar.

-Sobre la ambigüedad del programa, ¿hay una intencionalidad para que las fuerzas de la coalición no choquen prematuramente?
-Hay ambigüedad. Sin duda. En educación hay ciertas cosas que apuntan en una dirección, pero no está claro. Creo que el área que ha tenido una situación compleja también es el área de género. Aquí el haberse guardado en el bolsillo el tema de la paridad es muy serio. Ahora, al mismo tiempo, ha designado en el Sernam a dos personas extremadamente capacitadas (Claudia Pascual y Gloria Maira), con una visión muy precisa de los problemas de género. Entonces, hay ahí una suerte de ambivalencia. En fin, hay muchas áreas en las que hay espacios abiertos y en las que se van a manifestar dentro del gobierno las distintas posturas. Bachelet tiene una posición privilegiada para zanjar. Yo nunca había visto un Presidente con tal grado de sometimiento y apoyo de los partidos.

-¿Es realmente así? Las nominaciones en las Subsecretarías e Intendencias reflejan que aún permanecen las lógicas partidarias y de equilibrio en la selección de funcionarios para el aparato público.
-Yo creo que sí. Ella ha tenido en su mano todas las cartas. A mí el gabinete en general me provocó un sentimiento positivo. Espero que lo hagan bien. Vi gente de regiones y de universidades regionales, eso me pareció interesante. Este es un gabinete que pone por delante los capitales humanos de la propia Presidenta. Los ministros de Interior, Educación, Segpres, Hacienda, son el equipo más próximo a ella. Para mí fue una señal de que está decidida a jugarse. Habrá que ver.

PARTIDOS Y MECANISMOS DE PODER

-Hace un tiempo usted dijo en una entrevista que ella tenía condiciones favorables, pero que no iba a ser capaz de aprovecharlas, porque acarrea con el modo de hacer política de la Concertación. Un modo en el que hay una mentalidad de elite y una burocracia particular.
-Sigo teniendo esa impresión. Para resumírselo, creo que Bachelet tiene condiciones muy favorables. Si tuviera que hacer una evaluación, creo que no las va a aprovechar, pero mi deseo es que sí lo haga.

-Pese a que los partidos parecieran estar disciplinados, la mentalidad de burocracia sigue estando ahí, ¿no es así?
-Creo que han bajado su nivel de protagonismo en parte por el poder mediático que tiene la Presidenta. Mal que mal es una candidata que cultivaron desde el primer día en que dejó de ser Presidenta. Pero también porque la opinión pública ha sancionado fuertemente a los partidos. Entonces se inclinan. No tienen condiciones para abrir un frente dentro del gobierno. Si hay un eslabón en la cadena de funcionamiento de las instituciones que es el más débil, ese es el de los partidos. Creo que enfrentan una crisis muy seria. La ley de partidos es algo que hay que revisar de arriba a abajo. Más bien tirarla al canasto y pensarla de nuevo. Es una ley que se ha ido perfeccionando para estas élites, estas castas que se han constituido en los partidos. El propio Partido Socialista dejó de ser lo que era. Esa es la realidad. Y el síntoma más claro es que hay cuatro o cinco corrientes en el PS. El problema es que nadie sabe en qué se diferencian. La única diferencia es que son clubes que administran ciertas herramientas dentro del sistema de poder.

-¿Qué es el PS hoy?
-Queda una gran historia, una gran memoria que es muy importante. Es algo que los jóvenes tienen que rescatar. No para hacer lo que hicieron los viejos. La memoria es también la memoria de nuestros padres, de nuestros abuelos, es como un pendrive. Uno se enchufa la memoria de su familia. Los grandes movimientos de izquierda hoy tienen que recuperar esa memoria en las claves de hoy, que es completamente distinta de la anterior. Esto no significa ni imitar a Allende, ni hacer las cosas que él hacía necesariamente. Pero recuperar esa memoria que se caracteriza por su impulso transformador. Por la idea de cambiar el mundo. Por la idea de luchar permanentemente. Eso hay que recuperarlo. La gente socialista de abajo lo siente, eso queda en el PS.

-Resulta difícil creer que esas ideas son parte de las cúpulas que dirigen la tienda o, bien, de los caudillos que lideran las diferentes facciones.
-Yo creo que probablemente a nivel individual sí. Pero colectivamente eso se anula cuando entra en un sistema político que está en un estado crítico. Porque se transforma en una maquinaria que opera dentro de ciertas reglas y que apunta, cada vez más, a que éstas beneficien la sustentación de esa misma maquinaria. Por ejemplo, tome usted el proyecto de ley para que no se reelijan los parlamentarios más allá de ciertos períodos. Mire usted las votaciones y los criterios. Se empieza a aplicar como en 20 años más, no se les aplica a los que están actualmente.

-¿Cómo definiría la lógica de tomas de decisiones que existen dentro de las facciones del PS?
-Primero le quiero decir lo siguiente: yo soy un socialista sin partido. Tengo un cariño enorme por el PS y un reconocimiento por todo lo que el PS significó para mí. Así que en esto pongo las cartas sobre la mesa. Yo, antes que nada, soy un admirador de la historia del PS, de algunas de sus figuras históricas y tengo un gran respeto por la gente que se declara socialista. Ahora, en el cuadro de un sistema político que está deteriorado para todos, el PS tuvo una evolución, al promediar los años noventa, hacia la cristalización de corrientes internas que se fueron transformando lentamente, en contacto con las posibilidades del gobierno, en máquinas de poder. Ya no hay, salvo excepciones, intelectuales que opinen. No hay un debate. Tampoco lo hay en los otros partidos, no lo hay en la DC, no lo hay en el radicalismo. Lo que nos encontramos en todos estos partidos son grupos internos que se cristalizaron como corrientes que tienen determinadas aspiraciones de poder y que en algunos casos presentan matices importantes. Donde son menos visibles esos matices de diferencias políticas es en el PS. No sé cuál es la diferencia entre Escalona y Solari.

-En general, resulta realmente difícil identificar las ideas tras las cuales están los partidos de la Nueva Mayoría hoy…
-Creo que las tienen, pero devinieron en ideas desgastadas que están marcadas por el signo del conformismo. Además, los partidos se han transformado en un territorio donde los lobbistas corren de arriba abajo. Se pasean los lobbistas. Los partidos se han habituado a eso.

“LA EDUCACIÓN ES COMO EL AIRE”

-Volviendo al programa de Michelle Bachelet, ¿qué tan presentes están las ideas del modelo neoliberal y cuánta intención hay por cambiarlo?
-Hay que examinar muy bien la reforma tributaria que se está proponiendo. Yo no lo he hecho, pero ya escucho y leo voces autorizadas que dicen que es una reforma muy tímida, que no toca realmente lo que son los puntos centrales del modelo. Hay que verlo. Ahora, lo neoliberal va a seguir estando ahí por mucho tiempo, porque Chile adhirió a ese modelo con mucha fuerza. El país está organizado en torno a un modelo de esas características. Por lo tanto, en el período que viene es donde se van a dar batallas sobre ese tema. Como la de la educación. Si todavía le cuesta a mucha gente entender por qué se ha planteado la educación superior pública y gratuita. Eso, en la cabeza que el modelo les puso a los chilenos, es difícil de entender. Y la razón es muy simple.

-¿Cuál es?
-La educación es como el aire en la sociedad contemporánea. La educación significa poder respirar en el mundo social. ¡Es como el aire! y éste no puede ser mercantilizado. Neruda ya pidió que por favor no lo mercantilizaran. Es un derecho universal. Ese concepto topa con la penetración del neoliberalismo en la cultura. Y uno oye torpezas, de las que abusa la derecha y que incluso han entusiasmado a alguna gente de la Concertación, como que lo más ricos tienen que pagar. No sé de donde les bajó esto de hacer pagar a los más ricos. ¿Por qué no pagan los más ricos por entrar a las plazas, usar las calles, los parques, las playas? Porque son universales, son de todos, son colectivos. La educación es lo mismo. Entonces, los más ricos pagan más impuestos. Pero no pagan, aunque sean ricos, por educar a sus hijos si quieren hacerlo en la educación pública. Eso es una batalla de ideas con un fuerte contenido cultural. Dentro del gobierno y la coalición van existir esas diferencias. El punto es cómo se enfrentan.

-¿Cuáles debieran ser las señales de Bachelet, en educación, que indiquen que está avanzando hacia la educación pública y gratuita?
-En materia de educación, lo que se necesita es precisar las ambigüedades. Y eso es bueno que se haga pronto, para que se pueda dar la batalla en torno a las banderas que, con mucha seriedad, levantó el movimiento estudiantil.

“LA AC PRODUCE EL SIGUIENTE EFECTO: TODO SE DISCUTE”

-Durante su candidatura, el 2009, se planteó la idea de poner una cuarta urna, en donde se votara sobre el cambio de Constitución. En este sentido, ¿cómo ve las iniciativas de Marca Tu Voto (MTV)?
-A mi juicio hizo un aporte, pero no es lo mismo. Además, MTV no fue donde los candidatos a decirles «mire, usted ¿apoya o no?». Me parece extraño. Yo creo que hubo una forma de complicidad con la candidatura de la Nueva Mayoría. No la querían poner en aprietos. Se perdió la oportunidad de plantear la cuarta urna. Se limitaron las posibilidades que tenía MTV de haber empujado las cosas más lejos. Hoy está la idea de una enmienda constitucional donde se va a abrir una gran participación, pero ¿para qué estamos con cuentos? Acá la forma de hacer una nueva Constitución es la Asamblea Constituyente. Y en particular la DC tiene que dar una respuesta clara en esta materia. La primera que planteó en este ciclo una AC fue la DC en 1983, en un documento que se llama “Una patria para todos”.

¿Y qué pasó en la DC entonces?
-Eso no lo sé, pregúnteles a ellos. Pero si se acuerda del V Congreso Ideológico de la DC, ahí hay AC. Y el PS, en el último Congreso al que fui, también, AC. Lo que pasa es que todos esos acuerdos de esos congresos se engavetan. Pero la DC, donde pareciera que muchos de sus dirigentes son renuentes a la idea de la AC, tiene una tradición en esta materia muy valiosa y no tiene por qué echarla por la borda. ¡Ah, pero es que antes había una dictadura! Bueno, pero ahora seguimos con esa Constitución, con parches, reformas, pero con la misma ilegitimidad de origen que denunció en el Teatro Caupolicán en 1980 Eduardo Frei Montalva. Aquí hay una contradicción en la DC. Yo no sé por qué no es partidaria de la AC.

-Esa contradicción trasciende a la DC. También está en el PS, en la derecha. Pareciera ser que la AC genera miedo en todos los sectores que se oponen a ella.
-He tratado de identificar a qué se debe el miedo. Si los partidos tienen los porcentajes que tienen en un reducido espectro de la mitad de los ciudadanos, si hubiera elecciones para una AC, creo que los resultados variarían. Mucha gente que está en el 50% que no vota, votaría. De todos modos, la derecha, la DC y la Concertación van a sacar porcentajes importantes. Entonces, ¿es un miedo a las mayorías? No. El miedo es, creo, porque la AC produce el siguiente efecto: todo se discute. Todo pasa a discutirse. Cómo vivimos, entra en discusión. Cómo nos organizamos, cuáles son las bases de nuestra convivencia, sobre que principios, eso en discusión. Y a eso le tienen pánico. Porque, en el Chile de hoy, los argumentos que sustentan el modelo neoliberal y la Constitución de base pinochetista no se sostienen más. Es a eso a lo que temen. A que todo entra a discutirse. Es una desconfianza rotunda al debate, voto y participación ciudadana. Eso es lo que yo creo.

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