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Camila, Karol y las tensiones internas que recorren al PC El debut de las dos diputadas símbolos de la colectividad

Camila, Karol y las tensiones internas que recorren al PC

El partido suma dos rostros emblemáticos al Congreso y retorna a La Moneda luego de 40 años. Lo hace junto a una alianza de centro izquierda que no convence a todos sus militantes por igual. Muchos dirigentes señalan la existencia de un conflicto en sordina que, creen, verá sus primeros brotes cuando se enfrenten las decisiones del Gobierno y las demandas de la calle. Las críticas internas a la diputada por La Florida –y principal figura del partido– dan cuenta de las diferencias entre el grupo de dirigentes sociales y de base –del cual Vallejo es el principal referente–, que sigue desconfiando de la elite política, y otro, que la mira con resquemor porque ve en su figura una amenaza para los intereses de la dirigencia partidaria.


La imagen de Camila Vallejo dio vueltas por las redes sociales. Sola, empuñando la mano izquierda en lo alto. Luego portando a su guagua. El debut de una de las figuras más importantes del histórico golpe estudiantil de 2011 fue uno de los más aplaudidos en el Congreso, pero también uno de los más pifiados por la barra de la derecha.

A pesar de los aplausos de sus compañeros de tienda, Camila se convierte en diputada en medio de un conflicto en sordina que define las dos almas del PC: las críticas internas que recibe de quienes la ven con poder de marcar agenda propia, menos dogmática que sus pares y con más poder en la calle.

¿Defender al Gobierno o al programa? Será una pregunta para la que no todos al interior del PC tendrán siempre la misma respuesta. “Hay una cultura de ser oposición a la Concertación que ya tiene 20 años y eso no es fácil de limar ni de atenuar. A partir de ahora se comenzarán a notar los contrastes entre el antiguo bloque y el de la Nueva Mayoría”, dice el sociólogo y analista político Max Colodro.

Quienes la hacen blanco de sus críticas, temen a la figura de Vallejo enfrentada a la disyuntiva del Partido (el Gobierno) o el movimiento social.

Un nombre que –a diferencia de muchos dirigentes de la colectividad– no nació en plenos ni reuniones, sino que creció al alero de las demandas de la calle.

Un “monstruo comunicacional”

En el PC dicen que cuando Camila habla, la directiva tiene que estar semanas dando explicaciones. Hay dirigentes que se refieren a ella con molestia. Aseguran que tiene agenda propia, que es “incontrolable”, y que es mirada con desconfianza por la dirigencia comunista. Dicen que internamente “no tiene peso”, dudan de su formación política y aseguran que no es capaz de pensar estratégicamente sus pasos.

Pero no todos piensan igual. Más bien –comentan otros tantos militantes–, es sólo un grupo interno el que la ataca cuando los micrófonos de la prensa se apagan. ¿Por qué miembros del llamado partido más disciplinado de Chile hablan mal de la ex presidenta de la FECh? Un alto dirigente de la tienda comandada por Guillermo Teillier se refiere a ella como un “monstruo comunicacional” que supera con creces la exposición mediática que pueda tener cualquier otro miembro del PC. La joven diputada que escaló a la lista de los cinco políticos con más futuro de la encuesta CEP provoca odios y amores.

Al interior del partido explican que no se trata sólo de algo personal. Si bien reconocen que varios le pueden tener envidia por su posicionamiento mediático, lo que opera en el fondo de la crítica es la forma de entender el partido. Algunos –comenta una militante– siguen creyendo que el PC debe operar en forma dogmática y sin permitir disensos públicos. “Algunos son más de obedecer las órdenes irreflexivamente. Entienden de forma distinta la organización”.

[cita]Al interior del partido explican que no se trata sólo de algo personal con Vallejo. Si bien reconocen que varios le pueden tener envidia por su posicionamiento mediático, lo que opera en el fondo de la crítica es la forma de entender el partido. Algunos –comenta una militante– siguen creyendo que el PC debe operar en forma dogmática y sin permitir disensos públicos. “Algunos son más de obedecer las órdenes irreflexivamente. Entienden de forma distinta la organización”.[/cita]

Cuando el 11 de noviembre del año pasado la madre del comunero mapuche Matías Catrileo –asesinado por una bala de Carabineros–, llegó a “funar” un acto de campaña de Michelle Bachelet junto a un grupo de activistas, fue agredida por algunos de los que participaban en el mitin de la ahora Presidenta de la República. Los registros de ese momento mostraron cómo un militante de las Juventudes Comunistas agredía a algunos de los manifestantes con un coligüe.

Camila reaccionó al día siguiente y salió a pedir explicaciones. “Quiero condenar rotundamente la agresión que sufrió la mamá de Matías Catrileo. Creo que eso es una cosa que tenemos que rechazar transversalmente. No puede ser que una mujer que ha luchado por tanto tiempo por hacer justicia respecto al asesinato de su hijo se vea hoy día tratada de esta manera”, dijo a la prensa.

La agresión desató una batahola entre aquellos miembros de la Jota que protegían a su militante y quienes miraban su accionar de forma crítica. La postura de Vallejo molestó a parte de la dirigencia y dio cuenta de cómo la diputada PC puede desmarcarse de la línea oficial e imponer su agenda.

Lo mismo ocurrió cuando a fines del 2012 la ex vocera del movimiento estudiantil aseguró que “el PC mantendrá un pie en la calle y el otro en La Moneda”, refiriéndose a la participación comunista en el nuevo Gobierno. La declaración desató un festín de declaraciones en la prensa y el enojo de la DC, que afirmó que el ingreso del PC al Ejecutivo podía convertirse en una “bomba de tiempo”. En el partido reconocen que Vallejo no le preguntó a nadie, pero que finalmente forzó a la directiva a defenderla y asumir esa línea en la discusión pública.

No han sido los únicos casos. Fue Vallejo la primera que lanzó una piedra en contra de la designación de Claudia Peirano en la Subsecretaría de Educación. En entrevista con El Mostrador, señaló que “la trayectoria y opiniones públicas de Claudia Peirano parecen apuntar en una dirección distinta al mandato que el pueblo le dio al Gobierno de la Nueva Mayoría”. Una vez más, Camila se anticipó a la posición oficial de su partido y le marcó la agenda.

Para algunos, no es un problema. “Cada militante es libre de dar sus opiniones, no hay por qué preguntar”, señala un miembro del PC. Aunque otros se apoyan en estos casos para tildarla de “incontrolable” y de no entender que “no es cualquier militante”. Pero más allá de las formas, son diferencias políticas las que se esconden tras estas críticas.

Un partido en orden

Cuando se habla del Partido Comunista no se pueden establecer tendencias internas. Históricamente los militantes de la tienda de izquierda han hecho gala de su disciplina y han lucido uno de los menores índices de fraccionamiento dentro del escenario político chileno. “No somos el PS”, comenta un dirigente del PC, haciendo referencia a la conocida realidad del partido de Osvaldo Andrade, que agrupa a sus militantes en lotes definidos y diferentes que luchan por controlar la máquina partidaria.

En el PC las fisuras son internas, y no se usa ventilar las diferencias más allá de los márgenes establecidos por la estructura partidaria. Pero el explosivo aumento de influencia que ha experimentado el comunismo desde las movilizaciones sociales del 2011 ha hecho brotar distintas lecturas del quehacer político. De hecho, cuando el partido discutió si sumarse o no a la candidatura de Michelle Bachelet, sus espacios de debate crujieron ante la posibilidad de concretar una alianza con el centro político, postura que finalmente se impuso.

No hay tendencias, pero sí dos almas. “Está el militante clásico del PC. Con trabajo de base, dirigente social y muy ligado a lo que ocurre en la calle. Y está el burócrata del partido, el que se acostumbra a operar y hacer política por arriba”, dice un militante.

Es en este escenario que, desde la dirigencia del partido –comentan en el PC–, se ha tratado de levantar también la figura de la secretaria general de las JJ.CC., Karol Cariola; un hecho que tuvo su peak mediático en abril de 2012, cuando ambas visitaron a Fidel Castro, en Cuba. “La dirección de la Jota le sugirió a Camila que ayudara a posicionar a Karol. Por eso durante varios meses ella puso como condición para asistir a los programas de televisión que también invitaran a la secretaria general de la juventud”, señala un militante de la JJ.CC.

Según el sociólogo Tomás Moulián, Camila Vallejo tiene en su beneficio el hecho de que su liderazgo fue temprano. “Está vinculada a las primeras apariciones del movimiento estudiantil, lo que le otorgó mucha exposición pública. Además, tuvo la oportunidad de adquirir una imagen de ‘alta preparación’”.

Moulián dice que esto apareció claro en sus exposiciones ante los parlamentarios y en los programas periodísticos donde se genera discusión, lo que hizo que, además de su imagen, sumara un “carisma ilustrado”; aciertos que le proporcionaron un halo de seriedad. “Eso sirvió para que apareciera como algo más que una líder movilizadora”, comenta.

Sin embargo, sobre Cariola, Moulián plantea que ésta más aparece con la imagen de una dirigenta partidaria por su cargo como secretaria general de las JJ.CC. “Desde ese lugar logra aparecer también como una persona capaz de explicar sus puntos de vista con claridad y eficacia. Pero en su contra juega el hecho de que los dirigentes partidarios tienen una peor imagen que los dirigentes estudiantiles”, comenta el sociólogo que fuera cercano al Partido Comunista y que se alejó en las últimas elecciones presidenciales al elegir la opción de Marcel Claude.

Max Colodro cree que Camila Vallejo es una figura singular dentro de la cultura comunista, porque aunque ella es “muy organizada e ideológica”, también tiene una faceta mediática ligada a su “imagen y su belleza”.

“Karol Cariola tiene atributos parecidos. Es menos estrella, pero es una figura femenina atractiva… y el PC ha hecho una apuesta inteligente en ella en ese sentido. Karol tiene más apego a la ideología tradicional. Camila es menos orgánica y Karol es una figura que se generó no en una lógica mediática, sino una lógica interna”.

Ambas dirigentas –las estrellas de la colectividad en la pasada elección parlamentaria, tal y como comentan en el PC–, mantienen una relación cordial, pese a que sus cercanos tienden a compararlas y a decir que en ellas se encarnan las diferencias que incomodaron internamente al partido desde el momento que eligieron sumarse a la campaña de Bachelet.

Son varios los dirigentes del partido que comentan que la apuesta de la tienda fue aprovechar la tribuna mediática de Vallejo para posicionar a Kariola como una figura con proyección nacional, pero también una que fuera más obediente a la línea oficial.

“Camila se formó en la calle, desde la dirigencia estudiantil, mientras que Karol es mucho más una construcción partidaria. A ella tuvieron que hacerle más cursos, la prepararon mucho más. En su formación fue muy relevante Daniel Núñez”, comenta otro militante, haciendo referencia al rol que jugó el nuevo diputado del PC por Coquimbo.

A ninguna de las dos les falta carisma, pero –como cuentan varios militantes– la preparación y el discurso de cada una se diferencia por su apego a la línea oficial. “La Camila es capaz de imponer agenda, de saber cuándo y sobre qué hablar. Reflexiona e interviene en temas que son claves para el partido. La Karol se desenvuelve bien, pero siempre repite el discurso del partido, no se sale de ahí”, asegura un dirigente partidario, quien agrega que, cuando Cariola fue pareja de Juan Urra –ex asesor del Colegio de Profesores y actual concejal por Peñalolén–, era influenciada por las posturas de éste.

Dirigentes versus operadores

“Camila viene del movimiento social, es cercana a los militantes que se han formado en las organizaciones, como Cristián Cuevas y Lorena Pizarro. El diputado Hugo Gutiérrez también la defiende harto. Son militantes más clásicos”, asevera un histórico miembro de la Jota.

Al contrario, Cariola es vista como un rostro de los militantes que han crecido en la estructura interna, operadores y funcionarios del partido que muchas veces tienes posturas más rígidas sobre cómo conducir el PC. En enero las JJ.CC. llevaron adelante un proceso de control de cuadros contra algunos militantes acusados de generar lazos con otras organizaciones de la izquierda, y de reírse en redes sociales de dirigentes como el ex Feusach Camilo Ballesteros, que es mencionado como un operador dentro de la tienda y cercano a la postura de Juan Andrés Lagos –miembro de la comisión política del partido y desde la semana pasada secretario general (s)–, el ícono de los llamados “operadores”.

El proceso de control de cuadros fue impulsado por la dirección de la Jota, encabezada por Cariola, y secundada por militantes como Paz Carmona y Susana Zúñiga, quienes entraron en cólera cuando el hecho trascendió a los medios. Al contrario, quienes son más cercanos a Vallejo consideraron desproporcionada la medida, y con visos de autoritarismo.

Si bien el Comité Central, máximo órgano de decisión interno, está conformado por más de 80 militantes –y donde existe una diversidad de posturas–, el control de la estructura interna lo tienen los cercanos a Juan Andrés Lagos, periodista y ex militante del MAPU.

El 6 de noviembre del 2013, Lagos concedió una entrevista a La Segunda y señaló que «entre la DC y el PC hay una alianza estratégica muy fuerte hacia el futuro». La declaración fue muy criticada en la interna. Incluso, la hermana de Camila Vallejo, Javiera, lo emplazó públicamente a través de su Twitter:

“Si realmente @PC_JAL dijo todo esto, debo expresar q no me representa y estoy segura que a la mayoría del PC tampoco”.

La controversia dio cuenta de otra de las características del “juanandréslaguismo” –como algunos militantes se refieren a quienes rodean a Lagos–: su predisposición a llegar a acuerdos con los partidos de la Concertación, “haciendo política por arriba”, según comenta un militante crítico de su actuar. Un estilo que puede ser un reventón de pus cuando enfrente las demandas ciudadanas a la dirigencia del partido y los líderes de la misma colectividad que forjó la calle, por ejemplo, en temas como la Asamblea Constituyente.

“Hay quienes siempre nos preguntamos qué va a hacer la Camila enfrentada a conflictos que tienen que ver con el movimiento social y que no pueda resolver el Gobierno”, señala un dirigente de las JJ.CC.

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