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Antisistémicas y anticapitalistas: la definición política del movimiento Ni Una Menos Antecedentes históricos explican la corriente ideológica

Antisistémicas y anticapitalistas: la definición política del movimiento Ni Una Menos

Un grupo feminista que lleva casi seis meses de existencia en Chile ha logrado convocar a miles de personas en todo el país. Las dos marchas realizadas demuestran que la manifestación es transversal. Mujeres y hombres exigen terminar con la violencia machista y el lineamiento político del movimiento es evidente: proclaman la igualdad y la justicia social y estan contra el sistema político y su modelo neoliberal.


La irrupción en Chile del movimiento internacional Ni Una Menos tuvo un hecho concreto: apoyar las protestas en Argentina tras el femicidio de la adolescente de 16 años Lucía Pérez, asesinada en Mar del Plata. La acción, sin embargo, no fue una mera manifestación de solaridad de género, detrás de sí existía un objetivo político claro y contundente: denunciar que la extrema violencia contra la mujer no era una cuestión encerrada en las fronteras de un país, sino más bien era la consecuencia cultural de un sistema político y económico que ha tolerado la violencia contra la mujer durante muchos años, y de la cual Chile tiene experiencia de sobra.

En octubre de 2016, miles de chilenas autoconvocadas respondieron al llamado y salieron a las calles a exigir “ni una menos”. El éxito de convocatoria pareció ser la consecuencia natural de una compaña de conciencia que rápidamente se viralizó en redes sociales, pero, antes de este llamado, mujeres de distintas organizaciones y colectivos feministas ya se reunían el segundo lunes de cada mes, desde hacía un año, para organizar manifestaciones contra el femicidio.

Alrededor de 150 mujeres son las que conforman actualmente la coordinadora Ni Una Menos Chile, quienes, a pesar de representar a distintas organizaciones sociales de colectivos de mujeres y pertenecer a movimientos y partidos políticos, aseguran que trabajan desde la individualidad y apuestan por un movimiento que no necesite capital para serlo.

La marcha derivó en la organización. Queremos que Ni Una Menos en Chile funcione como una coordinadora efectiva de todas las mujeres que se están organizando en contra de la violencia machista a lo largo de todo el país”, señala Bárbara Brito, una de las cinco voceras del movimiento y vicepresidenta de la FECH.

¿Cuáles son los lineamientos políticos de este movimiento? ¿Ni una Menos es la respuesta cultural a nuestros tiempos o existieron en el pasado antecedentes históricos que expliquen la corriente ideológica?

Obreras anticapitalistas

Las primeras organizaciones feministas en Chile comenzaron a surgir a fines del siglo XIX y formaban parte de movimientos obreros, donde buscaban protección ante las precarias condiciones en las que trabajaban. Una de las primeras dirigentas que luchó por los derechos de los trabajadores y de la mujer fue Juana Roldán, quien formaba parte de la Sociedad de Socorros Mutuos “Emancipación de la Mujer”, que nació en 1888 y que luego pasó a llamarse Sociedad de Protección de la Mujer.

La académica de la Escuela de Historia de la UDP, Hillary Hiner, explica que “dentro del feminismo hay raíces históricas bien profundas. Hubo feministas obreras de fines del siglo XIX o principios del XX que eran profundamente anticapitalistas. Pensamos también en las mujeres activas de los 70, años en los que no se hablaba de términos necesariamente feministas, pero en el MIR existía el Frente de Mujeres Revolucionarias y ellas hablaban de la revolución socialista, de ser anticapitalistas”.

La historiadora también dice que posteriormente, en los años 80 y 90, muchas feministas se van a identificar como radicales. “Victoria Aldunate es feminista hace muchos años y siempre ha sido anticapitalista y antirracista. Existe mucho antecedente del feminismo anticapitalista”, afirma.

Estos antecedentes históricos explican las corrientes ideológicas que tienen hoy las actuales dirigentas feministas chilenas, quienes afirman estar en contra del sistema capitalista que actualmente está instalado en el país.

Ximena Riffo, otra vocera de la coordinadora Ni Una Menos Chile y perteneciente al colectivo Funa Feminista, señala que “la transversalidad de lo que nos reúne políticamente es ser antipatriarcales. Pero como feministas también somos anticapitalistas, porque criticamos la sociedad de consumo y cómo nos tienen instaladas a nosotras y a las personas en general, como mujeres objetos y deshumanizadas”.

Antisistémicas

La posición política contra lo que llaman el sistema antipatriarcal es lo que las define como ansistémicas y eso no tiene naciolidades. En Argentina hay organizaciones feministas que también intentan conseguir cambios en políticas públicas y en la concienciación de las mujeres en cuanto a sus derechos. Ahí cumple un rol fundamental la principal ONG en este tema, “La Casa del Encuentro”, que además fue la impulsora inicial de la etiqueta #NiUnaMenos.

Tanto en Argentina como en Chile ha habido feminismos muy pujantes desde fines del siglo XIX y los primeros años del XX. Alicia Moreau fue una de las mujeres destacadas dentro del feminismo y socialismo argentino, fundando en 1902 el Centro Socialista Feminista y la Unión Gremial Femenina.

Es en estos antecedentes históricos contra el sistema donde se pueden apreciar los lineamientos políticos contemporáneos y en los que las propias representantes del movimento Ni una Menos reconocen una profunda raíz de izquierda.

[cita tipo=»destaque»] “No es casual que seamos la izquierda quienes tomemos las banderas de lucha en contra de la violencia machista y por el derecho de decidir sobre nuestro propio cuerpo. Al final también es una lucha contra este sistema capitalista. El capitalismo se sostiene y se fortalece sobre la base de la histórica opresión de las mujeres”.[/cita]

Ximena Correa, feminista y académica de la Facultad de Comunicación y Letras de la UDP, plantea que “es más consistente ser feminista y de izquierda porque, en lo concreto, sabemos las desigualdades y explotación que genera el capitalismo, donde la mujer se constituye como un objeto útil para este sistema”.

Brito, como presidenta del movimiento, despeja las dudas y afirma que no hay nada fortuito en la comunión entre femenismio e izquierda.

No es casual que seamos la izquierda quienes tomemos las banderas de lucha en contra de la violencia machista y por el derecho de decidir sobre nuestro propio cuerpo. Al final también es una lucha contra este sistema capitalista. El capitalismo se sostiene y se fortalece sobre la base de la histórica opresión de las mujeres”, expresa.

Elena Dettoni, otra de las voceras de la coordinadora, agrega que a través del movimiento quieren acabar con “este modelo que perpetúa aún más las desigualdades y las violencias que debemos enfrentar cotidianamente las mujeres. Por ejemplo, la brecha salarial, el acceso a la salud, cómo está proyectada nuestra jubilación. Mientras más estudios tienen las mujeres, más alta es la brecha salarial, etc.”.

Pero ser feminista y de izquierda no es lo mismo que ser de izquierda y respetar los derechos de las mujeres, enfatizan las miembros de la coordinadora.

Correa señala que, en el caso de las personas que se consideran de izquierda y luchan por igualdad de derechos en todos los ámbitos, “deben plantearse las temáticas de igualdad de género. De lo contrario, me parece que la izquierda clásica cojea, porque está desestimando una explotación histórica que es previa al surgimiento del capitalismo”.

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