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La desconocida historia de Eugenio González: el lobbista que desenmascaró al Fiscal Jorge Abbott

Felipe Saleh
Por : Felipe Saleh Periodista El Mostrador
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Un discreto funcionario de la Cancillería durante la dictadura, se convirtió en el hombre clave que, durante mucho tiempo, hizo de puente informal entre la Corte Suprema y el mundo político. Con los años ha ido perdiendo poder, pero fue protagonista del proceso mediante el cual fue elegido el actual Fiscal Nacional.


Nadie sabe por qué Eugenio González rompió una regla básica entre los lobbistas y habló media hora en la radio para relatar una reunión privada en la casa del senador Guido Girardi (PPD) con Jorge Abbott, cuando este era candidato a Fiscal Nacional en septiembre de 2015.

Tal vez, dicen sus cercanos, la razón está en que Eugenio González Astudillo no se define como lobbista ni menos como un “operador”, uno conocido hace años en los pasillos del Poder Judicial y del Congreso. Algunos lo atribuyen a la amistad que lo une con Iván Núñez, conductor de ‘La Prueba’, de ADN, que lo invitó a propósito del complejo momento que ha vivido el Fiscal Nacional, sobre quien incluso podría caer una solicitud de destitución impulsada por parlamentarios del Frente Amplio (FA).

Pero hay otras versiones. Una que parece evidente al escuchar esa entrevista del 8 de mayo, cuando pide unos minutos para hablar sobre Tomás Mosciatti, el director de Radio Bío Bío, quien hace un año lo mencionó en uno de sus comentarios, mientras le respondía a Abbott por acusarlo de mentir sobre la reunión en que se había negociado su nombramiento a cambio de terminar con los casos de financiamiento irregular de la política.

En ese momento, Mosciatti recordó que González era identificado como un operador de Girardi y que era ampliamente conocido como “El Pingüino”. No fue la última vez que lo mencionó, en enero de este año, en otro comentario relacionado con los entonces fiscales Carlos Gajardo y Pablo Norambuena, volvió a referirse a él con su sobrenombre, lo que –según sus cercanos– terminó por agotar la paciencia de González.

Por eso se dio el lujo de recordar en una radio de la competencia que el director de la Bío Bío tuvo el mismo abogado de Pablo Longueira y Fulvio Rossi; que Alejandro Espinoza también se había reunido con Abbott mientras se desarrollaban los casos Penta y SQM. “Él sabía todo esto, pero ese detalle no lo cuenta”, dijo González en ADN y remató llamando a Mosciatti «el Spiniak del periodismo».

Otras fuentes afirman que una razón potente para que Eugenio González entregara tanta información, poniendo más leña al fuego que ha quemado al jefe del Ministerio Públic, fue precisamente que cuando Abbott explicó la cuestionada reunión lo ninguneó y dijo que no había visto a González “ni en pintura”.

El lobbista no se guardó nada. Contó que Abbott se juntó en términos similares a los de Girardi con el entonces senador Patricio Walker (DC) y el diputado Aldo Cornejo (DC), quien siempre fue cercano a la entonces Presidenta Michelle Bachelet, y condimentó el relato añadiendo que sobre Gajardo el Fiscal Nacional había reconocido que  esperaba “que no saque tantos votos”, refiriéndose a la postulación del ex persecutor del caso Penta para encabezar la Fiscalía Oriente.

[cita tipo=»destaque»]Un episodio que marcó su trayectoria fue la solicitud en 2001 que le hizo Domingo Kokisch, quien postulaba a un puesto como ministro de la Corte Suprema y debía ser nominado por Ricardo Lagos y ratificado por el Senado. Kokisch llamó a González para pedir que armara reuniones con algunos parlamentarios para gestionar respaldo. Fue elegido y la fama de González como influyente gestor se propagó, por lo que de ese momento en adelante recibió varias llamadas del mismo tipo para tender puentes entre los políticos y el mundo judicial.[/cita]

A pesar de que en público González ha dicho que Abbott “es un caballero impecable” y que solo fue a pedir el apoyo del bloque de senadores PPD a la casa de Girardi, lo que contó sobre ese encuentro no dejó bien parado al actual jefe máximo del Ministerio Público, de quien dijo que fue percibido como el candidato más débil entre todos los postulantes: inexpresivo, más bien abúlico y que estaba muy conforme en su lugar como Director Ejecutivo de la Fiscalía Nacional.

Edecán de postulantes

Este retrato que poco favorece a Abbott, tiene sustento en el hecho de que el candidato “preferido” de González era el fiscal José Morales, a quien también acompañó a una reunión en la casa de Girardi, igual que con el otro candidato, Juan Enrique Vargas.

Morales era quien estaba bien aspectado frente a la mayoría de los políticos, pero testigos de los manejos tras bambalinas de la elección de Fiscal Nacional, afirmaron que el abogado fue imprudente al expresar en público que ya estaba listo e, incluso, organizar anticipadamente un cóctel para celebrar. Estas y otras características fueron percibidas como falta de habilidad, sobre todo entre parlamentarios vinculados a la entonces Nueva Mayoría, como Felipe Harboe, importante también para asegurar los votos del sector, y la entonces ministra de Justicia, Javiera Blanco.

Los cercanos a González insisten en que el ingrediente vital para que se decidiera a “desenmascarar” a Abbott estriba en que lo haya ninguneado. Cientista Político de la Universidad Católica y Magíster en Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, contaron que entró al Ministerio de Relaciones Exteriores en plena dictadura, en 1985, a través de un concurso público que buscaba un especialista en asuntos antárticos.

El año del plebiscito, 1988, fue clave para González, porque ahí empezó a cultivar relaciones con quienes formarían parte del Congreso con el regreso a la democracia, como el ya fallecido Adolfo Zaldívar.

Estuvo en la Cancillería hasta 1995, cuando fue destinado a la embajada de Chile en Jamaica y, de regreso a Chile, activó las redes que históricamente había cultivado con su militancia en el PS, donde fue cercano al lote de Camilo Escalona, con quien años después quebró relaciones, por lo que dejó la colectividad, igual como lo hizo uno de sus grandes amigos hasta hoy en el Congreso, el senador Alejandro Navarro, quien lo habría presentado a Girardi.

Otros dicen que González y Girardi se conocieron a través de un pariente mutuo en la época en que el segundo perdió la elección a diputado por Las Condes en 1989, que engancharon por su interés con el tema medioambiental.

Escalón a la Suprema

En este contexto, episodio que marcó su trayectoria fue la solicitud en 2001 que le hizo Domingo Kokisch, quien postulaba a un puesto como ministro de la Corte Suprema y debía ser nominado por Ricardo Lagos y ratificado por el Senado. Kokisch llamó a González para pedir que armara reuniones con algunos parlamentarios para gestionar respaldo. Fue elegido y la fama de González como influyente gestor se propagó, por lo que de ese momento en adelante recibió varias llamadas del mismo tipo para tender puentes entre los políticos y el mundo judicial.

Consciente del error que significó aparecer públicamente en la radio hablando de una gestión privada, González ahora intenta bajar el perfil que se ha construido sobre su figura, diciendo que se trata de “fantasías” propagadas por personas como la periodista Alejandra Matus, autora de El Libro Negro de la Justicia chilena, quien lo apuntó como determinante en “seis de los ocho nombramientos” en la actual composición del máximo tribunal.

Sus cercanos dicen que ha perdido poder, porque muchos de sus contactos en la Corte ya están por cumplir la edad reglamentaria de los 75 años para jubilar y que la última vez que pisó el edificio de la Suprema fue en enero de 2016, cuando Hugo Dolmetsch lo invitó a su asunción como presidente del máximo tribunal.

Es que en los tiempos de la transparencia no tiene cabida la manera en que Eugenio González concibe las relaciones sociales entre gente poderosa. Hábil diplomático, es un gran conversador, que maneja mucha información en los más variados temas, desde la historia del café Juan Valdés al origen del himno partisano Bella Ciao, que aparece en la serie de Netflix ‘La Casa de Papel’. En la reunión a la que asistió Abbott, entabló también una amena charla con su hija, Luz María Abbott, también sobre un criadero de perros que ella tiene en Buin.

El hombre de los perros

González es un animalista confeso, preocupado de alimentar a los perros callejeros que frecuentan los jardines del Congreso y de rescatar a los que han sido abandonados. De hecho, fue asesor de Girardi en la autoría de la Ley de Tenencia Responsable de Animales.

Un puesto clave que ha tenido es el de asesor del senador PPD en la gestación y puesta en marcha del Congreso del Futuro, donde González supervisa el protocolo en torno a los invitados internacionales, generalmente premios Nobel y otras eminencias de la comunidad científica. De esta forma, ha estrechado lazos con parlamentarios que quieren acercarse a la iniciativa.

Entre sus amigos no hay barreras ideológicas. Es cercano al senador RN Francisco Chahuán, así como al UDI Iván Moreira, quien se permitió en broma postularlo a ministro de Ciencia y Tecnología cuando en enero se encontró con el Presidente Piñera en el marco del Congreso del Futuro. Otro de sus amigos es el senador ex DC Pedro Araya. Se ha preocupado de recordar entre sus conocidos que la pareja del senador, Javiera Blanco, fue la que cerró por ineficiente el programa ASCAR del Sename, cuestionado por la Contraloría a partir del mal uso de los recursos.

Otros concuerdan en que González nunca ha tenido tanto poder. “No es ni la sombra de gente como Darío Calderón, que cobra por sus gestiones, o Enrique Correa, que es un especialista. Eugenio es más bien un voyerista que disfruta codéandose con el poder”, afirmó uno de sus amigos.

Ese gusto por el poder explica que –aseguraron– sus gestiones hayan sido ad honorem, como la de organizar otras dos concurridas comidas en la casa de Girardi en 2014, una para despedir de la Cámara Alta al entonces senador DC Mariano Ruiz-Esquide y otra para dar la bienvenida al entonces nuevo Presidente de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, donde estaban desde el ex Presidente Eduardo Frei hasta el entonces Fiscal Nacional Sabas Chahuán, pasando por integrantes del gabinete de Bachelet, que todavía no asumían.

González vive de los réditos que le dejó la venta de una fábrica de ventanas de PVC hace 11 años y de los informes que periódicamente escribe sobre coyuntura política y económica para proyectos de inversión extranjera. Según sus cercanos, la cercanía con el poder es un hobby, pero muy adictivo.

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