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La paranoia por el control total PAÍS

La paranoia por el control total

El viaje de una semana al extranjero sin prensa y la nueva normativa para las reuniones bilaterales con los ministros sectoriales, en las que se prohíbe el ingreso con teléfonos móvil, dieron cuenta de una parte de la estrategia de la actual administración de Piñera que busca lograr el mayor control posible de la información y los medios. El objetivo es, primordialmente, blindar la figura del Mandatario para atenuar así sus posibles improvisaciones, las que pocas veces le resultan con un saldo positivo, pero también reflejan, especialmente la de los celulares, la desconfianza que tendría el Presidente con su propio entorno.


El diseño comunicacional del último gobierno de la expresidenta Michelle Bachelet fue conocido por muchos como «la RDA», un ironía política que se basaba en el pasado de la exmandataria en la Alemania Oriental durante su exilio para graficar su estilo comunicacional estricto, frío y con excesivo secretismo que se impuso como relación con la prensa.

En el recuerdo de las historias palaciegas quedó el conflicto que tuvo Haydée Rojas, la entonces jefa de comunicaciones de Bachelet, cuando intentó -por orden del segundo piso de La Moneda-  cambiar el trato con los periodistas acreditados en palacio, restringiendo los cupos para cubrir los viajes presidenciales al exterior, utilizando aquella vez como argumento la necesidad de recortar gastos. Finalmente, luego de la lluvia de críticas que recibió la medida en columnas de opinión, editoriales y notas de prensa, Rojas tuvo que echar pie atrás, pues se hizo insostenible el nuevo estándar que se intentó imponer, que, entre otras medidas, consideraba la elección a dedo por parte del gobierno de los medios que viajarían y cuáles no.

Actualmente, en este regreso del Presidente Sebastián Piñera a La Moneda, el diseño comunicacional tomó mayor relevancia que la primera vez, debido a que en el análisis político de los aciertos y errores de su primer gobierno instalaron al principio de la lista de debilidades las filtraciones no controladas a la prensa, así como la exposición exagerada de la figura del Mandatario. Ambos puntos se definieron -desde las oficinas de Apoquindo 3000, previo a la instalación del 11 de marzo- como ejes del libreto que la administración piñerista no podía repetir bajo ninguna circunstancia.

El 11 de julio se conmemoró el día del periodista, fecha que pilló a Piñera en plena gira -la segunda al exterior desde marzo- por Jamaica, Costa Rica, Panamá y Estados Unidos, lo que lo mantuvo una semana afuera. El Presidente usó aquel día su cuenta de Twitter para saludar a la prensa: “Saludo con cariño en su día a los periodistas de Chile, que todos los días se esfuerzan por descubrir la verdad de la noticia e informarnos en profundidad lo que pasa en Chile y el mundo. A veces incomodan, pero prefiero el ruido de medios libres al silencio de medios amordazados”.

El Presidente no tenía otra chance para hacer llegar su saludo, porque La Moneda resolvió que a esta gira el Mandatario viajara sin ningún medio de comunicación para reportear sus actividades. Solo fueron funcionarios de gobierno, sin prensa, dejando abajo a los medios que tradicionalmente acompañan al jefe de Estado cuando cruza la frontera.

Los argumentos que se han entregado en palacio son los mismos que el intento fallido en la era Bachelet: el gasto que implica el traslado de la prensa, no se condice con el plan de austeridad fiscal implementado. Esta respuesta fue complementada con otra explicación: que el viaje “no era de gran interés para los medios”, si tenía en cuenta el detalle de las actividades presidenciales, como su participación en la Cumbre Anual de la Comunidad del Caribe, las visitas oficiales a Costa Rica y Panamá y su paso por Sun Valley, al cual la prensa no tenía acceso.

Además, el círculo cercano al Mandatario ha recalcado insistentemente que se envió “toda” la información de la gira a través de las diferentes plataformas web, imágenes, videos y contenidos, y se enviaron minutas informativas previamente a las actividades más importantes de palacio. Eso es cierto y, además, marca un punto distinto a la escuálida entrega de información en el gobierno bacheletista, pero también es real que así los medios pueden ver solo lo que La Moneda quiere que vean.

[cita tipo=»destaque»]La norma impuesta ha tenido apoyo bastante transversal, entendida como una medida que busca asegurar mayor privacidad y una mejor dinámica de trabajo; sin embargo, desde el seno del piñerismo pusieron el foco en el trasfondo real que motivó esta idea: “se nota que Piñera tiene dudas de su entorno y desconfía”, palabras que encuentran sustento en hechos concretos a raíz de cuestionadas filtraciones de documentos de análisis internos del gobierno.[/cita]

En palacio reconocen el punto. Uno de sus inquilinos explicó que efectivamente al “entregar todo molido, de esta manera se puede tener el control máximo posible de la información”, estrategia con la que -agregó- se protege la figura del Presidente, se intenta evitar su exposición gratuita a situaciones que lo complican ante sus conocidos problemas con la improvisación y la naturalidad.

Para el analista político y exdirector de la Secretaría de Comunicaciones de Bachelet, Carlos Correa, esta estrategia tiene una debilidad: “el exceso de control produce descontrol (…) el caso del avión no logro entender la explicación. A mí no me convence que es para abaratar costos, la comunicación es parte de las acciones del gobierno, el gobierno debe invertir plata en comunicar, llevar a los periodistas es un acto mínimo de transparencia”, sentenció.

Desde Chile Vamos no existe cuestionamiento alguno al vuelo sin prensa, es más, los argumentos para explicarlo están en línea con los del Ejecutivo. “No nos incomodó, en general los viajes son con prensa, pero en esta ocasión era en un avión chico, podían ir por su cuenta”, afirmó la presidenta de la UDI, Jaqueline Van Rysselberghe.

Desde la oposición la visión es otra. Uno de los exministros voceros de Bachelet, el diputado PS Marcelo Díaz, dijo: “me sorprendió no positivamente el viaje sin prensa; la austeridad no lo justifica. Disminuir la capacidad de la ciudadanía de escrutar, es inédito e insólito”.

En la derecha, algunos advirtieron que el Mandatario cometió un error al dejar por escrito su nueva instrucción, la que debió comunicar verbalmente para evitar, precisamente, la filtración de la minuta. «Es correcto tratar de mantener el control de estrategias y políticas, pero la forma de hacerlo fue torpe», afirmaron.

Paranoia y desconfianza

El domingo 15 de este mes, El Mercurio reveló un nuevo mandato emanado desde presidencia para las reuniones bilaterales que constantemente sostiene el Presidente Piñera con sus ministros sectoriales, aunque la norma rige solo para los sectoriales, no para los integrantes del comité político de palacio. Entre otras, se exige que quienes se sienten con el Mandatario deberán dejar sus teléfonos móviles fuera de la sala, así como no podrá estar el mismo asesor durante toda la reunión si se tocan dos temas diferentes.

Las nuevas normas buscan, se explicita en la minuta, prohibir cualquier tipo de filtración a la prensa, a menos que esta sea consensuada con el segundo piso de palacio. “La reunión es privada entre el Presidente y cada ministerio, por lo cual los temas que se aborden deben mantenerse en el ámbito de la reserva y no entregar versiones de prensa, como tampoco filtrar documentos o hacer comentarios a los periodistas…” reza el documento. Lo irónico es que la información surgió de una filtración a El Mercurio, lo que ha sido calificado en la derecha como un profundo contrasentido.

La norma impuesta ha tenido apoyo bastante transversal, entendida como una medida que busca asegurar mayor privacidad y una mejor dinámica de trabajo; sin embargo, desde el seno del piñerismo pusieron el foco en el trasfondo real que motivó esta idea: “se nota que Piñera tiene dudas de su entorno y desconfía”, palabras que encuentran sustento en hechos concretos a raíz de cuestionadas filtraciones de documentos de análisis internos del gobierno.

Uno de los episodios que generó mayor ruido en palacio fue el documento publicado, también en El Mercurio, previo a la primera cuenta pública de Piñera, el que dejó en evidencia cómo el Mandatario debía poner énfasis en ciertos tópicos que eran los que más réditos generaban en las encuestas. También se han filtrado insumos claves para estrategias políticas y públicas, la mayoría de ellas, a destiempo, lo que -en el piñerismo recalcaron- ha perjudicando el trabajo de la propia administración.

Para Correa, en el caso de los teléfonos móviles, “si el objetivo es para darle formalidad a la cita, evitando mirar el WhatsApp, por ejemplo, es completamente razonable, pero si es para evitar filtraciones están perdiendo el tiempo, porque van a filtrar cuando quieran y a su conveniencia (…) siempre se tiene la tentación de controlar el flujo de información política, lo que uno debe hacer es tratar de encausar flujos, canalizar información positiva”.

En medio de la estrategia de blindaje aparece la polémica que estalló esta semana con TVN, ante la filtración del contrato de su director ejecutivo, Jaime de Aguirre, y la posterior “guerra interna” desatada en el seno del directorio del canal público, entre sus integrantes del oficialismo y de la oposición.

En la derecha esta situación ha generado mucho ruido interno, sobre todo en Renovación Nacional, partido en el que varios dirigentes y militantes reconocidos han cuestionado en reserva lo que calificaron como una “burda y torpe operación”, que fue  mal digitada desde la propia casa de gobierno. “Es demasiado evidente”, criticaron en el oficialismo, mientras que en el piñerismo agregaron que se nota demasiado que el objetivo “es sacar a de Aguirre, pasarle la factura, para tener un mayor control editorial”.

Ese control informativo se evidencia en el uso y abuso de las redes sociales, lo que se llama comunicación en 360 grados. A través de Facebook Live o Tuiter se canaliza la información dirigida a la ciudadanía -sin los medios de comunicación de por medio-, ya que es la única vía para acceder a varias actividades del Mandatario.

Fue así como se pudo apreciar cómo desde su escritorio en las oficinas de Avanza Chile, Piñera dio a conocer el nombre de los nuevos subsecretarios vía streaming, mecanismo que se repitió con los nombramientos de intendentes y gobernadores.  Fue a través de Facebook Live que el Presidente recorrió los pasillos de palacio, los rincones a los que la prensa no tiene acceso, para llevar a cabo lo que se conoce como la información a “escala humana”, lugares y momentos íntimos de la autoridad directo al ciudadano.

No era común, pero ahora sí lo es, que en temas específicos desde la Secretaría General de Gobierno se graban y difunden videos con la respuesta u opinión de la ministra Cecilia Pérez, una instancia que es sin preguntas de la prensa. Una tendencia que se hace más cotidiana a medida que avanzan los meses.

 

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