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Los perfiles psicológicos de Gamaliel Soto Segura, Felipe González Astorga, Hernán Portillo Aranda, Manuel Pérez Santillán, José Quintanilla Fernández, Moisés Retamal Bustos y Emilio Robert de la Mahotiere presentaban temas que se repetían en cada caso, lo que había llevado a concluir a la Comisión de Libertad Condicional de que no debían concederles la libertad. Dentro de todos los informes hay otro tópico que se repetía, que es la «buena conducta» presentada por los favorecidos por la decisión, quienes se dedicaban a cultivar huertos en su dependencia o a retirar la basura.
Esta semana estuvo marcada por la decisión de la Corte Suprema de conceder la libertad condicional a siete condenados por violaciones a los derechos humanos que cumplían condena en Punta Peuco.
Este hecho evidenció la nueva postura del máximo tribunal para zanjar este tipo de causas, a pesar de que la Comisión de Libertad Condicional había indicado, con los informes de conducta y las evaluaciones psicológicas elaboradas por Gendarmería, que no debían concederles la libertad.
Dentro de los perfiles psicológicos de Gamaliel Soto Segura, Felipe González Astorga, Hernán Portillo Aranda, Manuel Pérez Santillán, José Quintanilla Fernández, Moisés Retamal Bustos y Emilio Robert de la Mahotiere, a los que tuvo acceso el diario La Tercera, se repiten patrones de conducta entre los siete condenados.
Uno de los que se repite en todos es que no tienen conciencia del delito que cometieron, como es el caso, por ejemplo, de Emilio Robert: «niega haber efectuado mal alguno a terceros y centra su discusión únicamente en el daño percibido por sí mismo y su familia, producto de la reclusión”. O el de Felipe González, quien el texto indica que tiene una conciencia de delito «ausente».
En el ámbito empático, los perfiles siguen con la misma tendencia: nadie reconoce que le hizo daño a alguien, con excepciones, como el caso de Moisés Retamal: «aunque niega su participación en los hechos delictivos, entrega un discurso de empatía general hacia las víctimas de derechos humanos”. Caso opuesto es la descripción de Gamaliel Soto: presenta “bajos niveles de empatía y una mermada capacidad para enjuiciar críticamente su comportamiento (…), refiriendo insistentemente que se encuentra privado de libertad por una venganza política y que es inocente, porque no ha cometido delito alguno”.
Dentro de todos los informes hay otro tópico que se repite, que es la «buena conducta» presentada por los favorecidos por la decisión, quienes se dedicaban a cultivar huertos en su dependencia o a retirar la basura.
