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Mucho antes que Karadima: nuevas denuncias contra obispo Cox confirman los abusos de larga data en la Iglesia católica PAÍS

Mucho antes que Karadima: nuevas denuncias contra obispo Cox confirman los abusos de larga data en la Iglesia católica

Desde 2002, el obispo emérito de La Serena reside en una casa de la Congregación de los Padres de Schoenstatt en Alemania dedicado a una “vida de silencio, la oración y la penitencia”. Pero su pasado de abusos lo persigue y en su contra fue presentada una denuncia en Alemania que se suma a otras dos causas judicializadas en Chile.


Una denuncia en Alemania fue presentada contra el obispo emérito de La Serena Francisco José Cox, un religioso emblemático en el historial de abusos de la Iglesia católica chilena y quien desde 2002 reside en ese país europeo dedicado a una “vida de silencio, la oración y la penitencia”.

Cox, de 85 años, habita en una casa de la Congregación de los Padres de Schoenstatt en Alemania, y la denuncia en ese país se suma a otras dos judicializadas en Chile también por abusos.

Una de ellas corresponde a la causa abierta en la Fiscalía de Rancagua en contra del obispo emérito a partir de la denuncia de Abel Soto. Otra querella fue interpuesta en junio pasado por Hernán Godoy en La Serena, y el denunciante ya prestó declaración esta semana ante el ministro de fuero Christian Le-Cerf, quien llevará el caso.

Una tercera denuncia contra Cox en Chile –pero no llevada a la justicia- es la que entregó a El Mostrador Edison Gallardo. El sobreviviente de los abusos del obispo tenía 5 años cuando desde el hogar Redes de Coquimbo, dependiente del Sename, comenzó a ir de paseo al Arzobispado de La Serena. Ahí fue abusado por el entonces arzobispo de la zona.

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El currículum del obispo

Entre 1986 y 1987, Cox se desempeñó como secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de la Visita de Juan Pablo II. Luego fue obispo de La Serena entre 1990 y 1997, y sucedió a Bernardino Piñera en el cargo. Las acusaciones en su contra eran ampliamente conocidas en la Región de Coquimbo y de hecho el reportaje en La Nación “Los archivos secretos Cox” señalaba que hacia mediados de los años 90 “la obsesiva inclinación sexual de Cox hacia los jóvenes era un secreto tan conocido como bien guardado”.

En 1997, Cox terminó renunciando a la diócesis y fue trasladado a Colombia. Recién 5 años después, la Iglesia católica dio explicaciones por su caso: «Tiene una forma de afectuosidad excesivamente expresiva», comentó en 2002 el cardenal Francisco Javier Errázuriz, amigo y compañero de congregación del obispo emérito, al referirse al caso. Se trata de uno de los primeros episodios oscuros del historial de abusos sexuales contra menores que estalló en la Iglesia católica chilena, incluso mucho antes que el mediático caso Karadima.

Las denuncias de Godoy y Soto

Uno de los denunciantes de Cox, Hernán Godoy reveló que los abusos se remontan a cuando era un acólito de 13 años y el obispo lo encerraba en su despacho. Guardó silencio por varios años pero cuando surgieron las primeras denuncias públicas contra Cox decidió hablar, pero no tuvo respaldo. “Pagué caro el haber hablado, porque nadie más lo hizo. Estuve solo (…) Tú sabes que la iglesia era una mafia, y la influencia que podía tener en cualquier ámbito era tremenda, y todavía lo es”, dijo al diario El Día de La Serena.

Soto, en tanto, asegura que fue abusado por el obispo en dos oportunidades: a los siete años, en Chillán, y a los 18, en La Serena, donde se alojó mientras estudiaba en la universidad.

Su testimonio revela que en el caso de Cox se configuró –como en otros casos- una la red de protección en el episcopado chileno: “Cuando la gente dice ‘¿cómo don Ricardo (Ezzati) no va a saber qué hacen los curas?’ ¡Ellos lo saben! Yo viví con Bernardino Piñera y con Cox en el arzobispado, comía todos los días con él y veía cuando Cox me manoseaba y me daba besos en la boca, delante de él y de la familia que nos atendía. Piñera lo encubrió, lo protegió y permitió que tantos cabros como yo siguieran ese camino”, dijo a La Segunda.

Otro testimonio que apunta al encubrimiento en el caso de Cox lo ha entregado el sacerdote Manuel Hervia. Según su relato, revelado en ese reportaje de La Nación y luego en otras entrevistas, denunció ante el obispo Alejandro Goic y el ex presidente del episcopado, Carlos González, que sorprendió a Cox en actividades sexuales con un joven. Pero los obispos, en su oportunidad, le respondieron que la situación era «conocida» en la comunidad Schoenstatt. Hervia, en todo caso, también debió enfrentar a la justicia por casos de abusos de menores.

 El futuro judicial

Respecto al futuro de su denuncia, Soto asegura que “los fiscales me dijeron que el caso estaba prescrito, pero no me importa. Lo que yo quiero es que se dictamine que me abusó, que Cox es un abusador y es miembro de la Iglesia”.

En tanto, Godoy tiene esperanza en que se hará justicia.  “Mi abogado dice que hay alguna posibilidad de que venga voluntariamente a declarar, esperemos, Karadima tiene más edad y ha tenido que enfrentar los tribunales ¿Por qué no Cox?”, se preguntó.

En paralelo, Cox tiene el flanco abierto de Alemania. Según confirmó la Congregación de los Padres de Schoenstatt a El Mercurio, Cox “efectivamente, enfrenta una denuncia en Alemania. Él depende jurídicamente de la Congregación para los Obispos y por tal motivo, esta denuncia ha sido enviada a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Este dicasterio tiene en sus manos el desarrollo de este proceso”.

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