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La cultura de la cancelación desde la mirada feminista BRAGA Créditos: Freepik

La cultura de la cancelación desde la mirada feminista

Valentina Paredes
Por : Valentina Paredes Periodista en El Mostrador Braga
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La cultura de la cancelación es un fenómeno que se ha desarrollado en internet y que busca sancionar socialmente a personas que, por ejemplo, ejercen algún tipo de violencia. Sin embargo, desde los feminismos hay diferentes argumentos sobre la legitimidad de cancelar a alguien, según comenta la historiadora y académica de la UDP, Hillary Hiner. Ya que, para algunas puede ser una forma buscar ‘‘justicia’’, mientras que para otras se trata de un simple castigo que no tiene un verdadero fin o reparación.


La era del internet y las redes sociales ha traído consigo diversas cosas a nuestra vida diaria, desde trends en TikTok hasta memes de gatitos en Instagram. Sin embargo, todas/os sabemos que en el mundo digital no todo es likes y diversión. 

De hecho, distintas investigaciones sugieren que en internet también han surgido otros tipos de herramientas o contenidos más allá de solamente entretención, y que tienen grandes impactos en el desarrollo social. Por ejemplo, la cancelación. 

La cancelación se refiere a ‘‘un fenómeno que se desarrolla en las redes de internet que busca reprochar a aquellas personas que han asumido actitudes o comportamientos que son mal vistos socialmente’’, según indica el estudio, ‘La cultura de la cancelación en redes sociales: Un reproche peligroso e injusto a la luz de los principios del derecho penal’. 

Según explica la historiadora feminista y académica de la Universidad Diego Portales (UDP), Hillary Hiner, la cultura de la cancelación es algo que también ha estado presente en nuestro país y que, de hecho, particularmente en Chile existe un vínculo directo entre las funas y la cancelación. 

En conversación con El Mostrador Braga, Hiner señala que tanto la funa como la cancelación se usan como estrategia para visibilizar y sancionar socialmente a personas acusadas de violencia, por ejemplo, cuando no existe otra vía formal de denuncia. Un ejemplo de esto, se pudo ver en el mayo feminista, cuando cientos de estudiantes utilizaron estas herramientas para visibilizar a sus agresores. 

En esa línea, la académica subraya que aunque si hube un auge de estas acciones durante el mayo feminista ocurrido el 2018, lo cierto es que no existe un consenso total sobre estos fenómenos, ya que desde los feminismos hay diferentes argumentos sobre la legitimidad de funar públicamente y cancelar a alguien. 

Un debate presente

En primer lugar, la historiadora de la UDP considera importante señalar que la cancelación surgió también desde espacios antifeministas, que buscaban usar este concepto en contra de mujeres y diversidades que denunciaban hechos de violencia.

‘‘La cultura de la cancelación es un término bien sesgado, en el fondo, surgió más bien por parte de muchas figuras antifeministas, no como para impugnar las demandas feministas, en particular respecto a las denuncias sobre acoso y violencia’’, explica.

Sin embargo, con el paso del tiempo algunos feminismos, movimientos de mujeres, o simplemente internautas, han optado por utilizar también este fenómeno y buscar ‘‘justicia social’’ por su propia cuenta. ‘‘Es una estrategia para visibilizar, también ocupada en muchos casos cuando existe esta percepción de que no hay justicia’’, dice Hiner. 

Pero, esta herramienta social es algo que no haría sentido para todas/os. De acuerdo a lo que indica la historiadora, existen desde los distintos feminismos posturas que difieren sobre la cancelación, las funas y sus fines. 

‘‘Hay diferentes argumentos feministas respecto a la legitimidad de funar o de cancelar públicamente. Hay personas que van a ir más en la línea de lo antipunitivista y van a decir, ‘¿qué ganamos con esto?’ tiene que ver con esta lógica donde solamente estamos pensando en castigar, pero qué hacemos con esa persona después. Y, por otro lado, también hay quienes dicen ‘bueno, pero no hay justicia, por ende estamos tratando de visibilizar porque debe haber algún tipo de sanción, por último social’.  Ahí depende de las corrientes feministas’’, comenta la académica.

Por ejemplo, Hiner indica que un debate similar se puede ver principalmente entre feminismos negros, chicanos o indígenas versus feminismos punitivistas. Esto, ya que desde un lado se plantea que el acceso a la justicia no es igualitario para todos y todas, existiendo discriminación y sesgos hacia ciertos grupos, por lo que proponen la incorporación de ‘‘justicia restaurativa o justicia transformativa que superan las lógicas, entre comillas tradicionales, de lo que es o debe ser la justicia’’, dice la historiadora.

La justicia restaurativa sugiere alternativas de mediación, que buscan la reparación a la víctima y la asunción de responsabilidad de parte del ofensor. Y deja atrás la lógica del castigo, lo que vendría siendo similar a la cancelación. 

La cancelación a mujeres

Uno de los casos más conocidos de cancelación en todo el mundo, tiene que ver con la escritora J.K Rowling, autora de la reconocida saga Harry Potter. Principalmente, esto se ocasionó porque la autora de renombre publicó una serie de comentarios transfóbicos en redes sociales.

Por ejemplo, en junio del 2020 dijo en Twitter: ‘‘Si el sexo no es real, la realidad vivida por las mujeres a nivel mundial se borra. Conozco y amo a las personas trans, pero borrar el concepto de sexo elimina la capacidad de muchos de hablar de manera significativa sobre sus vidas. No es odio decir la verdad’’.

La autora fue catalogada como TERF, (feministas radicales trans excluyentes o trans-exclusionary radical feminist en inglés) y cancelada, principalmente, por feminismos trans inclusivos, que dicen que sus mensajes son discursos de odio contra la comunidad. 

Por otra parte, feministas vinculadas a las corrientes radicales apoyan los comentarios de Rowling y consideran que su cancelación es algo injusto, ya que sus argumentos se ven respaldados por sus teorías que proponen a las mujeres cisgénero como las sujetas políticas del feminismo. 

Entonces, en este caso, se cruzan los pensamientos y teorías que cada tipo de feminismo sugiere como su bandera de lucha, y que pocas veces pueden llegar a un punto de encuentro. Por lo tanto, para algunas Rowling sí es una persona cancelada y que promueve discursos de odio, mientras que para otras no. 

Aunque dada esta situación, la académica de la UDP dice que, ‘‘pensar en que Rowling es una víctima de la cancelación es difícil, ya que no ha enfrentado consecuencias negativas reales’’. En esa línea, añade, ‘‘yo creo que ella y otras personas utilizan de alguna forma esto de pintarse como víctima, algo que también les sirve para sus luchas políticas. Es también un recurso, una estrategia para tratar de situarse y justificar sus discursos. Pero, yo no veo que realmente haya enfrentado algún tipo de consecuencia real’’. 

‘‘Yo considero que sí hay personas que tienen responsabilidades individuales y también colectivas, donde de alguna forma, deben reconocer que les están haciendo daño a otros seres humanos. Ahora, la forma de tratar ese daño y llegar a algún tipo de reparación integral me parece que es bien complejo’’, agrega. 

Por último, sobre estas diferencias que surgen entre los distintos feminismos a raíz de temas como la cancelación, las funas, el punitivismo, entre otros, Hiner señala que finalmente es algo que ocurre naturalmente, dadas las diferentes ramas que existen dentro de las corrientes feministas. 

‘‘No necesariamente todas las corrientes de pensamientos deben caminar juntos. O sea, por supuesto que hay muchas diferencias. Hay diferencias que también son históricas. Por ejemplo, la típica es las feministas más políticas que creen en el Estado, que creen en los partidos, versus las feministas que son más autónomas, que creen en hacer feminismo por fuera’’, comenta la historiadora. 

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