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Presión sexual: una violencia poco visibilizada en las relaciones de pareja BRAGA Pexels

Presión sexual: una violencia poco visibilizada en las relaciones de pareja

Karina Simao
Por : Karina Simao Estudiante de periodismo de la Universidad de Chile, colaboradora en El Mostrador Braga
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“Muchas mujeres me comentan que, una vez iniciada la relación sexual, no pueden decirle a la pareja que no quieren seguir, porque si lo hacen las tachan de dejarlo con las ganas”, comenta en esta entrevista, la psicóloga y sexóloga Gloria Arancibia, quien profundiza en las diversas presiones sociales que siguen afectando la sexualidad de las mujeres. Desde la presión de mantener una imagen corporal idealizada, hasta los roles o comportamientos de sumisión en la intimidad. Además de resaltar la importancia de la educación sexual y la necesidad de desafiar estas normas.


A pesar de los significativos avances que han logrado los movimientos feministas en las últimas décadas, las presiones sociales y los mandatos de género aún siguen afectando notablemente a todos los ámbitos de la vida de la mujer, extendiéndose desde el área laboral hasta la sexualidad.

Estas presiones están estrechamente relacionadas con la heteronormatividad, que nos dicta el rol tradicional que las mujeres tienen que ejercer en una relación de pareja. En este suele imponerse la idea de que las mujeres deben adoptar roles sumisos y complacientes en la intimidad, incluso a costa de su capacidad para tomar decisiones y disfrutar plenamente del acto sexual.

Para profundizar en las presiones sociales que no permiten a las mujeres conocer ni disfrutar de la sexualidad, además de resaltar la importancia de la educación sexual y la necesidad de desafiar y transformar estas normas arraigadas, conversamos con la psicóloga y sexóloga, Gloria Arancibia.

 

-¿Cuáles son las mayores presiones sociales que sufre una mujer respecto a su sexualidad?

-Bueno, han ido cambiando a lo largo del tiempo, a veces pensamos que para mejor porque las mujeres han reivindicado sus derechos, como el derecho al placer. Pero lamentablemente aún tenemos internalizadas muchas presiones o mandatos de género que seguimos cumpliendo por miedo al rechazo.

Partiría por lo más visible, que es el cuerpo, la presión social de la belleza, la juventud y un cuerpo perfecto. Creo que es una de las presiones que hasta hoy en día nos limita bastante. Esto se puede ver cuando voy a quedar con una pareja sexual, y siento la necesidad de ir depilada, de estar perfumada, por supuesto lavada, limpia, etcétera.

La otra se relaciona a cómo debe ser el comportamiento sexual de las mujeres en la cama. Creo que también ha ido cambiando en la medida en que la mujer se ha hecho dueña de su cuerpo y de su sexualidad, pero aún quedan muchos temores como el ser sumisa, no demostrar demasiado en la cama o la idea de que él tiene que llevar la batuta (…) Te puedes expresar, pero siempre hay un límite, si eres demasiado expresiva o llevas demasiadas veces la iniciativa, eso puede crear algún tipo de problema con tu pareja.

El tema también de que la propia mujer muchas veces no se atreve a expresar ni demostrar su deseo sexual. Sobre todo, porque nuestro papel en la sexualidad es ser deseada más que desear. Entonces muchas veces las mujeres no tienen un conocimiento de lo que les gusta realmente (…) hay un desconocimiento muy grande con el propio cuerpo por esta idea de ser deseada.  Muchas mujeres me comentan que no se atreven a tocarse mientras están teniendo una práctica de coito, porque es él es el que sabe dónde, cómo y cuándo tocar.

Otro tema que afecta la sexualidad es cuando las mujeres llegan a la menopausia, y la sociedad piensa que hasta ahí llega su vida sexual porque se acabó su ciclo vital de reproducción. Hasta a esos niveles hemos podido llegar, cuando en realidad las mujeres después de la menopausia se sienten libres y viven la sexualidad mucho mejor que antes, justamente por la presión de no quedarse embarazada.

También, hay un alto porcentaje de mujeres que no habla de la autoplacer, no habla de la masturbación, porque según el rol pasivo que tenemos a nivel sexual la masturbación en las mujeres no debería existir o no existe.

-¿Qué impacto tienen las representaciones idealizadas del cuerpo para la vida sexual de las mujeres?

-Eso depende de qué representación idealizada estamos hablando, porque hay varias.  Una de ellas y la más común en la intimidad es que muchas mujeres se limitan sexualmente para no parecer putas o prostitutas, porque en la sexualidad de las mujeres, sobre todo heterosexuales, nos movemos en dos extremos: o eres casta y pura o eres una puta.

Eso limita e impacta mucho en la sexualidad de las mujeres, por la idea de no ser demasiado expresiva en tu deseo sexual, cuando realmente el trabajo está justamente en expresar de manera exacta lo que quieres, cuando quieres, como quieres y con quien quieres.

-Algunas mujeres se sienten presionadas a cumplir el rol tradicional de ser sumisas y complacer a sus parejas sexualmente, ¿cómo esto afecta en la vida sexual de la mujer?

-Esto es un tema que tiene que ver con los mitos de la sexualidad que están arraigados en la sociedad, sobre todo la heteronormatividad, que dice que el coito es lo principal en una relación sexual.

El coitocentrismo piensa que tiene que haber en las relaciones sexuales una determinada frecuencia para medir, por ejemplo, la salud de la pareja, el amor, la atracción o el rechazo. “Y si me rechazas entonces, ¿qué vamos a hacer?, yo me tendré que ir con otra mujer para que te sientas fatal”.

Y para evitar esas presiones las mujeres ponen excusas como quedarse viendo la serie, o no ir al mismo tiempo a la cama, o comenzar a alejarse en la relación y no tener comportamientos cariñosos, como darle un abrazo y un beso , aunque se mueren de ganas por hacerlo, pero no lo hacen porque él puede pensar que quieren ir más allá y no tienen ningún interés en eso.

También, muchas mujeres me comentan que, una vez iniciada la relación sexual, no pueden decirle a la pareja que no quieren seguir, porque si lo hacen las tachan de “dejarlo con las ganas”. Entonces eso se transforma en un círculo vicioso, cuando en realidad la sexualidad no es más que una forma de comunicar placer, que no tiene normas o una lista de las cosas que hacer y cómo comportarse. 

-¿Consideras estas presiones como violencia sexual no visibilizada?

-Eso es tremendo, si a eso no le podemos llamar violencia, ¿qué sería la violencia? Todas las mujeres vivimos una violencia cotidiana, en todos los aspectos de la vida, y no solamente a nivel sexual. Y el problema no es que no sean visibilizadas, el problema es que esta violencia es normalizada y naturalizada, y lo peor es que es normalizada por las propias mujeres también. Obviamente esta presión que tenemos viene desde generaciones anteriores.

Bueno, y la pareja lo podrá hacer consciente o inconsciente, pero es una violencia y eso yo lo hago ver en la consulta (…) Me ha pasado que mujeres me han dicho que su pareja le está dando el ultimátum, es decir, que si no reanuda la vida sexual él se va a separar, eso es una violencia tremenda. Algunas parejas para presionar también les hacen malas caras, no les hablan o lo mencionan delante de los amigos “estamos en secano”. Eso es tremendo y me parece super injusto además.

Después nos preguntamos por qué las mujeres tenemos bajo deseo sexual o la sexualidad no forma parte de las prioridades de la vida. Pues porque tiene que ver con esto, porque se vuelve una obligación y el deseo obviamente desaparece. 

-¿Qué estrategias pueden ayudar a las mujeres a establecer límites sexuales claros y comunicarse de manera efectiva en sus relaciones íntimas?

-Lo primero es la educación sexual. Es super importante dar la información de que tú tienes derecho a decir no, de que, si tú no quieres tener una relación sexual, no debes tenerla, porque eso va a ir en contra de tu voluntad.

Otra cosa fundamental es el conocimiento del propio cuerpo y saber cómo funciona sexualmente, porque con esta idea de ser atractiva para el otro y de complacer para que el otro se sienta bien, obviamente nos olvidamos de nosotras. Entonces es muy importante el trabajo del conocimiento de los genitales, el conocimiento de tu cuerpo y de saber qué es lo que te gusta. 

-¿Cuál es el papel que puede tener la educación sexual con respecto a las presiones sociales que tienen las mujeres en su intimidad? 

-El papel es fundamental y tendría que ser desde primaria, cuando somos adolescentes. La educación sexual es primordial para dar información, desmitificar la sexualidad, para crear a personas libres según sus sentimientos y vivencias, y explicar que la sexualidad es subjetiva, que es una aliada y que es vivida por cada uno de nosotros de manera distinta.

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