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Desde un abordaje legalista hacia una política integral de salud mental perinatal BRAGA

Desde un abordaje legalista hacia una política integral de salud mental perinatal


A partir del año 2016, el primer miércoles de mayo, se celebra en el mundo el Día Mundial de la Salud Mental Materna.

Según la Guía para la integración de la salud mental perinatal en los servicios de salud materno infantil, publicada por la OMS el 2022, una de cada diez madres en los países de altos ingresos experimentará un problema de salud mental durante el embarazo o durante el primer año tras el parto. En el caso de los países de menores ingresos, esta cifra crece a una entre cinco mujeres. Entre las mujeres que padecen algún problema de salud mental en la etapa perinatal, se estima que el 20% experimentará pensamientos suicidas o llegará a autolesionarse.

Entre los síntomas más comunes destacan los sentimientos de tristeza, falta de energía y motivación, preocupación excesiva, dificultades con la alimentación y el sueño, falta de concentración, dificultad para tomar decisiones, sentimientos de culpa, soledad y desesperanza (OMS, 2022).

En Chile, los estudios sobre sintomatología ansiosa y/o depresiva durante el embarazo, revelan prevalencias entre un 16,7% y un 35,2% en las muestras estudiadas (Guía Perinatal 2015, Minsal). A su vez, en el posparto, alrededor del 41,3% de las mujeres chilenas presenta síntomas de ansiedad o depresión al tercer mes postparto (Jadresic y Araya, 1995). Un estudio publicado recientemente, revela una prevalencia entre 41,3% y 44,3% de sintomatología ansiosa entre el tercer trimestre de gestación y los 6 meses tras el parto (Coo, Mira, García y Zamudio, 2022).

¿Cómo el Estado de Chile protege la salud mental materna en la etapa perinatal?

Actualmente, Chile cuenta con algunas legislaciones que garantizan derechos y establecen un marco regulatorio para la atención de situaciones críticas que se presentan durante la gestación, parto, puerperio y crianza temprana. Sin embargo, el Estado chileno no ha sido propositivo al momento de legislar sobre estas materias y proteger la salud mental materna, si no que ha sido la sociedad civil organizada, o mejor dicho las mujeres y madres organizadas, quienes a partir de sus propias experiencias de dolor han sostenido batallas, cuyo resultado ha sido la promulgación de leyes que garantizan derechos y protegen la salud mental. ¿Cuáles son las batallas ganadas hasta hoy?

Duelo perinatal: muerte de un hijo o hija durante la gestación, parto o periparto.

La Ley Mortinato, promulgada el 2019 marca un precedente en la visibilización del duelo perinatal. En 2020, la Ley 21.371, conocida como Ley Dominga, marca un hito fundamental en el reconocimiento y abordaje del duelo perinatal en Chile. Esta ley, impulsada por una madre en duelo por la muerte de su hija Dominga a las 36 semanas de gestación , generó un movimiento social con amplia adhesión ciudadana. Esta legislación establece que cada recinto hospitalario debe ofrecer un acompañamiento integral a las mujeres y familias que atraviesan la dolorosa experiencia de la muerte de un hijo o hija en período gestacional y perinatal. Representa un avance importante para una atención empática y sensible en salud durante el duelo perinatal, reconociendo la importancia de brindar un acompañamiento integral a las mujeres y familias que lo enfrentan. Estos avances contribuyen a crear un entorno respetuoso y empático en el ámbito de la salud, reconociendo la complejidad emocional de este proceso tan delicado, abriendo la puerta a generar reflexiones en varios aspectos, ya que además de visibilizar una muerte de la cual socialmente no nos atrevemos a hablar, provocando detrimento en la salud mental de miles de mujeres y sus familias; inicia un proceso de cómo los profesionales del área de la salud están capacitados a nivel de habilidades socioemocionales, para acompañar procesos que derivan en problemáticas trascendentales en la salud mental en la etapa reproductiva de la mujer.

Hoy, a casi 3 años de su promulgación, los desafíos en la implementación son grandes. Todavía en muchos recintos hospitalarios, los y las profesionales de la medicina delegan en los profesionales de la salud mental, la gran carga que implica acompañar estos procesos, impidiendo que el primer acercamiento, que es el más importante, sea realmente efectivo por parte de ellos. Esto da cuenta de la importancia de sensibilizar a los equipos de salud y capacitar en el desarrollo de habilidades que promuevan un acompañamiento sensible y respetuoso a quienes viven la muerte de un hijo/a. 

Salud mental en contextos de hospitalización de bebés, niñas/os y adolescentes.

Otra lucha que es motivo de celebración, es la promulgación de la ley N° 21.372, Ley Mila, en octubre de 2021. Este hito reconoce la importancia del acompañamiento por parte de las figuras significativas durante la atención de salud de niños, niñas y adolescentes (NNA), así como de mujeres gestantes. Esto es de vital importancia, ya que subraya el valor de ese vínculo temprano entre padres, madres, tutores y sus hijos e hijas en situaciones médicas complejas. El acto de acompañar no solo brinda consuelo y seguridad a los NNA, sino que también promueve un ambiente de cuidado y afecto que contribuye a su bienestar emocional y físico, evitando así, muchas situaciones que son potencialmente traumáticas y que pueden afectar la salud mental de los infantes en el corto, mediano y largo plazo.

Además, es fundamental considerar el rol central de las madres como cuidadoras principales. Las madres, en particular, enfrentan una carga emocional y mental considerable cuando sus hijos enfrentan enfermedades o procedimientos médicos. En este contexto, es esencial que reciban un trato digno y empático por parte del personal de salud. El cuidado de la salud de un niño o niña no debería añadir preocupaciones adicionales a las madres, sino más bien proporcionarles apoyo y comprensión en un momento de vulnerabilidad. Una madre, bien cuidada por los profesionales que están a cargo de la salud de su hijo o hija, es una madre que puede cumplir de manera más saludable su rol materno, impactando positivamente en su salud mental y de sus hijos/as.

A pesar de este gran logro, su implementación plena enfrenta diversos obstáculos. La falta de recursos y el desconocimiento por parte de muchos profesionales, aún son barreras que deben abordarse para garantizar el cumplimiento efectivo de esta ley, la cual busca que siempre exista el acompañamiento en contextos hospitalarios.

El derecho de decidir la maternidad: el aborto.


Para contextualizar siempre es importante mencionar que en Chile recién en septiembre del año 2017 fue promulgada la Ley Nº 21.030 o Ley IVE, la cual regula la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales: (1) peligro para la vida de la mujer, (2) inviabilidad fetal de carácter letal y (3) embarazo por violación. De alguna manera esta es una lucha ganada. Pero no completamente. 

Los derechos sexuales y reproductivos son derechos humanos, y el aborto es un problema de salud pública que requiere urgentemente legislación, sin embargo sigue siendo uno de los temas desafiantes para nuestro país, y para muchos otros también.

El Estado de Chile le debe a las mujeres, entre tantas otras cosas, la posibilidad de decidir la maternidad. ¿O acaso esto es una imposición? La respuesta lamentablemente es sí.

Politizar el cuerpo de las mujeres y su sexualidad, permite devolver el control y autonomía que años de patriarcado le han usurpado a las mujeres, vivenciando las maternidades como una imposición social y como única viña para dar sentido a la vida de una mujer, relegando a esta a un rol de cuidados, invisibilidad y exclusión de la vida pública.

Interrumpir voluntariamente un embarazo, por el motivo que sea, es siempre una decisión de la mujer, como lucha y reivindicación, como resistencia a ese poder patriarcal, como autonomía sobre sus cuerpos. Por lo tanto, el Estado debe ser garante de este derecho fundamental, para que la autonomía reproductiva pueda ser ejercida de forma digna y segura, lejos de la clandestinidad que hoy se vive en Chile y Latinoamérica.

Finalmente también es importante considerar que la salud mental de las mujeres que abortan se ve deteriorada, pero no en todos los casos. En algunas de ellas la imposición social del deber ser madre como sentido de vida, críticas y directrices de parejas y familias que no consideran la decisión de la mujer como fin último, sino desde la aceptación de este nuevo rol que viene intrínseco al ser mujer, menoscaba su agencia acerca de cómo llevar su propia vida.

Parir y nacer con dignidad: violencia obstétrica y parto respetado.

Otra lucha que han sostenido mujeres y agrupaciones activistas, ha sido la erradicación de la violencia obstétrica de las salas de parto y el establecimiento de derechos en torno a la gestación, parto, nacimiento y puerperio inmediato. La violencia obstétrica, está intrínsecamente ligada a las dinámicas patriarcales y sexistas presentes en la sociedad chilena. La desigualdad de género permea el sistema de atención de salud en torno al parto, donde las decisiones suelen ser tomadas de manera autoritaria, dejando a las mujeres en una posición de vulnerabilidad. La falta de respeto a la autonomía y dignidad de las mujeres durante el proceso de nacimiento constituye una forma de violencia que no solo afecta el bienestar físico de las mujeres, sino también su salud mental y emocional. Esta afectación puede dejar huellas profundas en el corto y largo plazo, para la madre, el bebé y la familia.

En el mes de abril del presente año, el Congreso de Chile aprobó la Ley de Integral contra la Violencia hacia las Mujeres. Este cuerpo legal, reconoce por primera vez la violencia obstétrica como un tipo de violencia de género y establece una sanción para aquellos profesionales e instituciones responsables de estos actos. Este hito sin duda es un avance en la conquista de derechos y protección de la maternidad. Sin embargo, no es suficiente. 

Para poder transformar la forma de parir y nacer en nuestro país, es necesario avanzar en la aprobación del proyecto de Ley Adriana, que lleva más de 5 años de tramitación. El proyecto de ley busca establecer normativas específicas que protejan los derechos de las mujeres durante la gestación, parto y posparto. Entre sus propuestas se incluyen garantizar el consentimiento informado, promover la participación activa de las mujeres en la toma de decisiones sobre su atención médica y erradicar prácticas degradantes o humillantes. Además, la ley busca sensibilizar a los profesionales de la salud sobre la importancia de brindar una atención respetuosa y libre de violencia.

Otras batallas ganadas que favorecen la salud mental materna.

Aunque sea difícil de creer, muchas mujeres son objeto de discriminación al momento de amamantar a sus hijos/as. Para evitar este tipo de discriminación, se promulgó una ley que protege la lactancia materna y el amamantamiento. La ley reconoce  el valor fundamental de la maternidad y del derecho a la lactancia materna, como un derecho de la niñez; consagra el derecho de la niñez al acceso a la leche humana y el derecho de las madres a amamantar libremente a sus hijos e hijas y; sanciona cualquier discriminación arbitraria que cause privación, perturbación o amenaza a estos derechos.

En materia de derechos laborales que promuevan la conciliación de la vida familiar y el trabajo, el año recién pasado se promulgó la ley 21.645. Se establece que el empleador deberá ofrecer a quienes cuidan a niños o personas con discapacidad que toda la jornada o parte de ella se desarrolle en modalidad de trabajo a distancia o teletrabajo. Si bien, es un avance, aún falta que este derecho sea extendido a las y los trabajadores públicos. También se observa como desafío, que la implementación de la ley debe estar acompañada de un proceso educativo hacia la población beneficiaria, que promueva los cuidados co-rresponsables entre los integrantes de una familia, para que la ley no se transforme en un arma de doble filo, que precarice la situación laboral de las mujeres, quienes ejercen con mayor protagonismo el rol de cuidados.

Los desafíos.

Desde la Red Chilena de Salud Mental Perinatal (RedChSMP), reconocemos que en los últimos 5 años, nuestro país ha tenido avances importantes a la hora de garantizar derechos y establecer marcos regulatorios que protejan la salud mental materna en la etapa perinatal. Reconocemos además el rol fundamental que han tenido las mujeres, madres y activistas para que estos avances, sean hoy una realidad.

Sin embargo, tenemos la convicción que la protección y promoción de la salud mental materna no puede ser abordada desde un enfoque “legalista”. Este camino, tiene el riesgo de ofrecer a las mujeres, una atención fragmentada y desarticulada en los diferentes niveles de atención en salud y entre los equipos sanitarios.  Teniendo efectos que pueden ser incluso iatrogénicos para su salud mental. Ante este riesgo, resulta imperativo que nuestro país avance en el desarrollo de una política pública, que aborde la salud mental materna de manera integral y articulada en la atención primaria, secundaria y terciaria. Para esto consideramos que el Estado de Chile debe avanzar en la construcción de un Plan Nacional de Salud Mental Perinatal que permita reducir la incidencia de trastornos depresivos y ansiosos que reportan los estudios de prevalencia existentes en nuestro país o ese 20% de mujeres que, según la OMS (2022) experimentará un problema de salud mental durante el embarazo o durante el primer año tras el parto.

Este llamado que hacemos desde la RedChSMP a desarrollar una política pública en esta materia, es respaldada por estudios en economía. Estos han evidenciado que, la inversión en políticas públicas de salud y educación, que incorporen intervenciones desde el nacimiento hasta los 3 primeros años de vida, reportan un retorno del 13% de la inversión (Heckman, 2018). Esto plantea el desafío de poner la salud mental perinatal en el centro de las políticas públicas del futuro.

En espera de que esto ocurra, seguimos en el camino de sensibilización, educación e incidencia política en temas relativos a la salud mental materna.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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