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Leo Maslíah: «Lo mío no tiene finalidad»

Leo Maslíah, el ser fabuloso, bigotudo con gafas que entona temas dulces y crueles, desembarcará en el país para actuar con Felo en Humor en Los Tiempos del Cólera, un recital que se efectuará el martes 23 de octubre a las 20:30 horas en el Teatro Oriente de Santiago.



A pesar de lo que se promueve, Maslíah no es humorista. En realidad es soldador, cerrajero, escritor, poeta, compositor, creador angular de las tendencias contemporáneas latinoamericanas, pianista, guitarrista, autor teatral, padre y un sin fin de asuntos más pero humorista,¡no!.



En otros continentes se habla de él como el último Cronopio. Es un ser mágico, pero no un ser literario, sino que un genuino opositor a la instrumentalización del arte.



En Argentina lo asocian con Les Luthiers pero Maslíah prescinde de las grandes puestas en escena. Le basta una guitarra, el piano y la voz para divulgar sus creaciones. En cada concierto domina -como los dioses- a caudales de espíritus que caen desplomados por el rayo de luz y risa que provoca. Para comprender a este espécimen se requiere un curso de lectura entre líneas.



A primera vista parece recién llegado de un astro lejano y cuesta comprender la lengua en la que habla. Esa en que combina elementos y propone ver y verse. Se aproxima a los sabios de antaño conocedores de la piedra filosofal, la de roseta, la angular o la que sea que auxilie para decifrar el mundo en que habitamos.



Con-firmación



Además de músico, escribe como un loco, poemas, ensayos, cuentos y novelas. Ahora prepara nuevos relatos para un nuevo libro, uno de cuentos, que son su mismo estilo musical pero escrito.



«Tanta especulación sobre los nombres de Dios, tanta cábala…tantas inútiles condenas a los que pronunciaban en vano un nombre equivocado… hasta que por fin ‘Dios’ se decidió a salir de su ostracismo nominal. Esa noche apareció, perfectamente visible desde casi todo un hemisferio de la Tierra, y trazada con polvo interestelar sobre el firmamento, la firma del Altísimo. Algunos sabios dicen haberla descifrado. Otros aguardan, angustiados, que aparezca la aclaración de firma.» (del cuento La aclaración de la firma).



Ese es el tono sus cuentos, que entre otros, incluye a: El animal que todos llevamos dentro, La décima pista, No juegues con fuego porque lo podés apagar, La mujer loba ataca de nuevo y Signos.



Drácula y neoliberalismo



Vino a este mundo en 1954 en Montevideo. Creció como todos los chicos, jugando a la pelota y, leyendo historietas: Hopalong Cassidy, Red Ryder, La Pequeña Lulú, Periquita, Superman, Batman, Aventura, El Conejo de la Suerte, Lorenzo y Pepita, Sal y Pimienta, Mary Juana y Sifo, Clásicos del Cine, Domingos Alegres, y Porky y sus amigos.



Fue alumno de piano de Bertha Chadicov y Wilser Rossi, estudió armonía con Nydia Pereira Lisaso, órgano con Manuel Salsamendi y composición y análisis con Coriún Aharonián y Graciela Paraskevaidis. La práctica lo hizo artista de la ficción con alguna experiencia en guiones para radioteatro. Como músico tiende a fusionar el jazz, lo clásico y lo popular, dejando huellas extrañas en su ruta.



Así lo ha hecho Chile. Aunque acá seguirle la pista es prácticamente imposible: comparar sus grabaciones o libros no es sencillo porque no están en el mercado, a pesar de tener 30 registros musicales, siendo el último Eslabones, un trabajo instrumental.



Su música es materia de estudio para compositores. Sólo Maslíah ha osado hacer una rap del Unicornio Azul, cantarle al perro de Mozart o al agua podrida desde que arrancó con el primer disco, Cansiones barias, y continuó con Canciones y negocios de otra índole, Desconfíe del prójimo y Punc. Andando y andando llegó al Café del Cerro. Ahí grabó un casette que editó Alerce pero que hoy está descontinuado.



En ese recital, una vez más abrió las conciencias con sus cánticos, tan extraños como tiernos que imploran al super-héroe que no lo olvide. Pero eran otros tiempos. Luego, Superman murió y no hubo más novedades hasta ahora, en que casualmente se anunció que el kriptoniano volverá y Maslíah, también.



– ¿Supo que Superman resucitó como un adolescente?
-¿Los adolescentes resucitan?



– Al menos este adolescente sí. Tal vez ahora podría reversionar esa canción que dice: «Superman no te olvides de mí», como rap, ¿no?
– Bueno, no conozco los detalles de esta resurrección. Tendría que leer los evangelios correspondientes e interpretarlos o estudiarlos a fondo en alguna escuela de catequesis neoliberal.



– ¿Qué va a presentar en Chile?
– Voy a cantar y tocar en el piano canciones de las diferentes
etapas de mi trayectoria, acompañadas de cuentos y monólogos.



– ¿Qué le parece irónico en Chile?
– Hace mucho que no voy; sería un despropósito de mi parte
proponerme responder a eso, aunque fuese irónicamente. Qué ironía, ¿no?



– ¿Puede hacer un recorrido por los humoristas o aspectos humorísticos que le parecen importantes en Latinoamérica?
– Latinoamérica es una tierra totalmente desconocida para los
latinoamericanos. En materia cultural, casi nadie conoce lo que se hace en su propio país, pero menos todavía conoce lo que se hace en los otros. A través del canal Sony, por ejemplo, los latinoamericanos podemos conocer a tres millones de humoristas estadounidenses, pero de Latinoamérica lo único que todo el mundo conoce es lo de Chespirito, que sin duda es maravilloso, pero cuánta otra maravilla está guardada para usufructo de una posteridad que no sabemos si podrá estar interesada en ella.




– ¿Latinomérica aún no es descubierta por nosotros?
– ¡Ciertamente no lo sabemos! En el Uruguay, por ejemplo, que está enfrente de Sudáfrica, la mayor parte de la gente te puede decir cuáles son los países de Europa Occidental y cómo están dispuestos geográficamente, pero casi nadie sabe qué países limitan con Sudáfrica.



– ¿Cuál es su percepción de la globalización?
– No hay tal globalización, sino una expansión de un idioma, una cultura, una forma de sentir y de estructurar las ideas. Todas las otras, lejos de globalizarse, van siendo disminuidas por ese glóbulo.



– ¿Qué es el cinismo para usted?
– Por ejemplo, llamar terrorismo los atentados perpetrados contra uno, pero no a los que uno perpetra contra otros.



– ¿Qué piensa de Diógenes, el griego (el perro)? ¿Existe alguien como él en este siglo en América Latina?
– Si hablás del Diógenes que vivía en un barril, en América
Latina su reencarnación es justamente Chespirito, cuando hacía de Chavo.



– ¿Cuál es el límite para hacer humor, si es que lo tiene?
– No lo sé, yo no soy para nada un humorista. Soy músico, soy escritor, y no pienso en el humor cuando trabajo, ni me lo propongo como base ni como objetivo de lo que haga. Si aparece, bienvenido sea, pero no tengo control sobre eso, ni lo busco.



– Eso si que es irónico, ¿no le parece?
– Sí, es irónico vivir de la ironía que la gente que me va a ver cree erróneamente que practico. Es como si vivieras de fabricar zapatos, pero sin que ninguno de los que te los compran sepan que son zapatos, y los usen en la cabeza como sombreros.



– ¿Cuándo no es efectiva la ironía?
– No lo sé, realmente no me dedico a ironizar sobre nada ni
sabría hacerlo. Quienes hacen esa lectura de mis trabajos creo que me malinterpretan.



– ¿Cuál sería una buena interpretación de sus trabajos?
– ¿Qué es interpretar un producto artístico? Es decir, lo que el supuestamente autor quiso decir. O sea, decir otra cosa que lo que dijo. Ese tipo de actividad no promete nunca llegar a buen puerto.



– ¿Qué significa dolor para Maslíah?
– Lo mismo que para cualquier hispanohablante. No me gusta esa resignificación de la palabra «significar».



– ¿Cuál es esa resignificación?
– Me refiero a utilizar la palabra significar no para preguntar por el significado (si yo hubiera contestado «sensación molesta de una parte del cuerpo», como dice un diccionario, el periodista típico se sentiría frustrado o burlado), sino para preguntar por alguna experiencia personal donde la palabra de referencia aparezca utilizada metafóricamente y sin que ello implique que el entrevistado se atenga luego a la definición que podría despejarse de su relato, en el uso cotidiano que continuará haciendo de esa palabra. Por ejemplo, el que en la entrevista, a la pregunta de qué significa el dolor para él, conteste, por ejemplo, que el dolor es ver cómo la intolerancia avanza en el mundo, podrá luego en su casa decir que tiene dolor de muelas, sin por ello querer expresar que sus muelas están involucradas en la intolerancia que cunde en el mundo. Pero no se sentirá incoherente por esto, y nadie se lo va a reprochar. Esto forma parte de la actual religión que invade el mundo occidental, y que consiste en una especie de pragmatismo exacerbado al máximo, donde cada uno puede dar a las palabras o a las ideas el sentido o la utilidad que sus intereses del momento requieren, independientemente de toda organicidad. Se toma del I Ching o de cualquier otra fuente literaria, filosófica o lo que sea, cualquier elemento que a uno le pueda rendir un beneficio inmediato, sin importar que con ello se esté tergiversando y hasta traicionando su sentido original.



– ¿Qué intenta que vean los demás a través de sus creaciones?
– Nada; lo mío no tiene finalidad, y defiendo esa postura como característica del arte en general, que se contrapone al utilitarismo de todo el resto de la producción humana. Lo artístico es una defensa de las cosas por sí mismas, y no como medios para obtener otras.



– ¿Cree en el arte por el arte y sin firma?
– ¿Sin firma? ¿Me estás preguntando si renuncio a los derechos de autor sobre mis trabajos?




-¿Qué es lo contemporáneo para usted?
– En música, por lo menos, contemporáneo quiere decir del siglo pasado.



– ¿Qué es la música?
– No creo que nadie lo sepa. Pero pienso que de algún modo la pregunta así formulada no tiene respuesta, porque en otras culturas hay cosas que nosotros desde afuera aprehendemos como «música», pero que desde adentro son vividas de otro modo. Imagínate por ejemplo una raza de extraterrestres que se comunicaran mediante signos visuales, pero que utilizaran el habla sólo como forma artística y llamaran poesía a toda expresión oral. Entonces, al llegar a esta parte de la Tierra concluirían que acá somos todos poetas, ya que todos hablamos.



– ¿Musicalmente se siente emparentado con alguien?
– Con todos.



– ¿Puede profundizar de manera didáctica en qué sentido se siente emparentado con todos?
– Me refiero a que por lo menos en el ámbito de las músicas a que uno tiene acceso en esta parte del mundo, más allá de existir lenguajes, códigos y géneros diferentes, todos los músicos están de alguna manera emparentados, y en cualquier cosa que uno escuche va a encontrar algunas cosas con las que identificarse, y otras de las que (como un adolescente respecto de sus padres) va a querer diferenciarse.



– ¿La música es un fin o un medio para usted?
– Bueno, como te decía antes, no la considero un medio, pero
tampoco un fin, porque el concepto de fin presupone el de medios.



– ¿Qué le parece la cultura de las reediciones musicales, la reflotación de viejos estandartes musicales o artísticos?
– Está bien. Mientras no resuciten a Drácula…




– ¿Cómo puede resucitar a alguien que no muere? ¿No era Drácula el de la promesa de los placeres eternos?
– Por lo menos el Drácula de Bram Stoker nunca prometió placeres eternos. El que suele prometerlos es el diablo, aunque después te da una eternidad de tormentos. Exactamente como el discurso político neoliberal.



Vea además:



Lea algunos cuentos de Leo Maslíah



Discografía de Leo Maslíah



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