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Entrama: La desprejuiciada fusión trae «Centro»

Cuando el músico de Congreso Tilo González dijo: "Y la huella no estaba perdida…" hablaba de Entrama, esa agrupación musical arraigada en los colores de América Latina que supera los conceptos técnicos para llegar derechito al corazón sureño, con sus peculiares combinaciones de historias musicales y personales. Actuarán hoy en Miguel Claro 509 (Sala Estudio Master) y el próximo 27 de diciembre lanzan Centro, el segundo disco.


Durante un buen tiempo los integrantes de Entrama anduvieron navegando entre los mares de lo personal y lo colectivo. Y de tanto pensar en sus proyectos individuales casi dan con el borde del precipicio, abandonando el sentido de ese hacer colectivo que los congregó.



Así estaban las cosas cuando Pedro Suau se enteró que contaba con el apoyo del Fondart para grabar. Los dados estaban lanzados a su favor; Entrama tenía que seguir. Entraron al estudio a registrar ese material modelado en las utopías grupales y conservado en el silencio. El resultado es Centro, un disco que homenajea al recuerdo de los días de ensayo en el corazón de la capital, donde hacer música entre tanto edificio y asfalto les resultaba un descanso, un alivio, una cura.



En diez temas, Centro propone nuevos colores y figuras distintas a los que presentaron en el primer disco. Ahora sumaron batería, bajo eléctrico y algo de seguridad adicional a las pulsaciones fundamentales de esa peculiar alquimia de raíz latinoamericana y en un registro notable, carente de egoísmos creativos, ofrecen una composición de cada uno de los integrantes.



El viaje por Centro se inicia en ese deleite infantil de quitar el celofán y sigue al recorrer los detalles de la prolija carátula. Poco a poco el ensueño toma cómodo asiento en: Cinco pasos, Joropo, Pies pintados, Trauco (danza imbunche), Dos Lunas, Mamilla, Klerdoyet, Escrito en papel verde, Volando y Nemagok.



La ruta



Entrama, como buena parte de las bandas criollas, salió de muchas ideas. Es un concepto musical que se asemeja a un telar, a una tela, al tramado y, también, a tramar algo. Esta agrupación formada a pulso amansó a un público fiel, al principio compuesto sólo por los parientes y después por los amigos. Así y así fueron sumando a otros y a otros, que actualmente conforman un buen séquito de fieles devotos, pendientes de los recitales y aptos para someterse a la experiencia de los mensajes sonoros diferentes.



"Entrama parte con las ganas de hacer música y pasarlo bien, sin ningún rollo, sin ni siquiera plantearse tocar públicamente. En un rincón estaban las ganas de tocar un rato nada más", dijo Pedro Suau.



Nacieron en abril de 1997 en Santiago en torno a la composición e interpretación de temas de su propia autoría creados para guitarra, cello, charango, flauta traversa, acordeón, tiple, ronrroco, bajo acústico y freetless, batería, didjiridú, cajón peruano, udú y otras percusiones del mundo.



El cuarteto impulsor fue Rodrigo Durán (Peje), Italo Pedrotti, Pedro Suau y Juan Antonio Sánchez (Chicoria), un grupo de ex alumnos de la Universidad de Chile que compartieron las aulas del conservatorio con algunos integrantes de Pie Plano, Di Kiruzza, Fulano, Aparato Raro, Napalé e incluso Criminal.



Fueron parte de la generación Claudio Narea (Los Prisioneros), Andrés Bobe (La Ley), Iván Delgado (Saiko), Francesca Ancarola, Rudy Wiedmajer y Daniel Campos. Al mismo tiempo en la Chile Guillermo Aste (Cuti) hacía la música para la Negra Ester y Boris Quercia asistía a clases de teatro con Arturo Rosell y Rodrigo Marquet.



Eran casos demasiados casos raros, los mismos que integraron los batallones creativos que emergieron en los años ’80, cuando María Paz Santibáñez practicaba piano en la sala vecina a Alfredo Perl.



"En esos años había un sentido claro que no era sólo de los músicos, había un espíritu tribal, se hacían cosas y se asumía el costo de hacerlas. Nos acostumbramos a hacer y a andar cansados. A la generación de ahora le cuesta mucho moverse, esperan que se les haga todo", recordó el músico.



Ensamblando el tejido sonoro




Aunque los integrantes de Entrama se conocieron en esa data, fue mucho después cuando decidieron ensamblar el tejido sonoro, ese que desarrolló el estilo de la nostalgia desprejuiciada, donde cabe lo popular, el jazz y los procedimientos composicionales de la llamada música docta. Así entramaron timbres, acordes, cuerdas, percusión y vientos. También entramaron corazones, amistades, lealtades y utopías.



A los pioneros se integraron otros hasta configurar la cofradía actual, que une la experiencia de músicos de Joe Vasconcellos e Inti Illimani a las de las bandas rock. En las huestes actuales la fina selección de elementos y talentos incluye a Daniel Delgado (percusión), Carlos Basilio (percusión), Italo Pedrotti (charango), Rodrigo Durán (cello), Pedro Suau (flauta-composición), Pedro Melo (bajo y arreglos), Juan Antonio Sánchez (guitarra-composición), Manuel Meriño (guitarra) y Marcelo Arenas (batería).



Y si bien podrían ser los sucesores de algunos casos de renombre mundial o vender y vender como locos, nunca han querido mezclarse con los productos de consumo masivo, mantienen una distancia prudente con los placeres del éxito inmediato o se van al pasito por las piedras.



En materia de presentaciones la nómina se hace extensa. Han actuado en salas de Santiago y provincias (Teatro Baquedano, Teatro Apoquindo, Sala S.C.D., Sala Isidora Zegers, Instituto Cultural del Banco del Estado, Expo-Música 98, Expo-Pucón 99, Teatro de Concepción y Programa Tierra Adentro de Televisión Nacional. Además, en 1998 -a un año de la formación- grabaron con Horacio Durán, Antonio Restucci y Joe Vasconcellos y ganaron el premio a la interpretación como mejor grupo en el género Jazz Fusión.



El tiempo y la experiencia han transformado la puesta en escena de Entrama y desde la idea original de concierto pasaron a la práctica de un rito, donde músico y oyente son cada vez menos un protagonista enfrentado al consumidor pasivo de un espectáculo.



El desierto



Lentamente estas aves raras alzan el vuelo sideral a las zonas superiores, lejos de las tradiciones. Y aunque no tienen hermanos musicales reconocen la maternidad de Violeta Parra y la paternidad de un amplio abanico que incluye a Magma, Oregon, Egberto Gismonti, Pedro Aznar, Congreso, Illapu, Inti Illimani, entre otros que también juntaron hebras y colores.



"De alguna manera nosotros interpretamos lo que ellos han hecho pero visto desde acá, por ejemplo en el tema Dos Lunas, inspirado en un lago artificial instalado sobre un cementerio indígena en Yuta, Estados Unidos, hay algo de rock con zampoñas y quenachos. Es rock pero mirado desde acá", precisó Suau.



– ¿Qué quieres decir con Entrama?

– Es igual que un telar, es una reunión de colores, matices y sonidos, es una suma de timbres latinoamericanos y del mundo, es una fusión que te lleva a diferentes lugares, una fusión que trata de no tener prejuicios y busca rescatar algo de lo esencial de la música chilena y latinoamericana.



– ¿Se han cumplido tus expectativas del desarrollo cultural en el país?

– Para nada. Mientras se crea que cultura es alguien que entretiene a otro vamos a estar mal, mientras no cambie ese concepto no va pasar nada en Chile.




– ¿En el plano musical ha percibido cambios?

– En música, de parte del gobierno, nadie tiene idea. Alguien puede saber algo de teatro, de los que están a cargo, pero de la música creen que es algo que se hace y se vende, y esa es la misma idea que tienen las compañías. No sé si en el gobierno hay alguien que tenga alguna idea música y quiera apoyar algún proyecto musical fuera de la música clásica. No hay una posibilidad de que se desarrolle un movimiento de música chilena.



– ¿Esa ausencia de política es producto sólo de la ignorancia?

– Pienso que no les interesa, porque esto no entrega dinero. La Nueva Canción Chilena al principio tampoco daba dinero y la Violeta se murió vendiendo sus propios discos en el Parque Forestal. Fue después cuando alguien empezó a considerar esto, que estaba por abajo, porque significaba un cambio. Ahora más que cambio es nada. Estamos caminando sobre el desierto y es muy difícil que te encuentras la varita mágica que haga que de una piedra salga agua.

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