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La ciencia del sexo: La monogamia es natural, la fidelidad es «antinatura»

La ciencia del sexo: La monogamia es natural, la fidelidad es «antinatura»

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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Pere Estupinyà, bioquímico y divulgador científico, pasó dos años investigando todo lo relativo al sexo desde la perspectiva científica, que claramente va mucho más allá de las problemáticas disfuncionales. Antes de iniciar su charla «La ciencia del sexo» en el Festival Puerto de Ideas, el ex editor del programa científico de TVE «Redes» conversó con Cultura+Ciudad, donde revela que la monogamia social está presente en muchas especies, pero que la monogamia sexual, la fidelidad, «es una cosa extrañísima en la naturaleza».


S=EX2, la ciencia del sexo (Ed. Debate) es un libro lanzado recientemente en la Filsa 2015 para el que divulgador científico, Pere Estupinyà, se infiltró en clínicas de medicina sexual, acudió a los mayores congresos internacionales de sexología, y entrevistó a fisiólogos, psicólogos, antropólogos, terapeutas, sociólogos, biólogos evolutivos y neurocientíficos expertos en sexualidad. Pero también habló directamente con asexuales, fetichistas, mujeres multiorgásmicas, anorgásmicas e intersexuales. Participó en eventos sadomasoquistas, aprendió técnicas de tantra, compartió con actores porno, y acudió a talleres donde una mujer enseñaba a tener orgasmos con la meditación.

¿El resultado? Un texto donde el bioquímico y ex editor de Redes de TVE -el emblemático programa de ciencias de Eduard Punset- aborda científicamente el tema del sexo sin limitarse a la perspectiva médica- preocupada de los problemas de la sexualidad y reproducción- ni tampoco a la valórica o emocional, logrando empujar el carro de «pudor» y del interés por las disfunciones, hacia un campo donde lo sexual tiene que ver con el placer, con el sexo casual, con la orientación y el comportamiento, con los cambios culturales, con la industria del porno, con la excitación, los genitales, las células, el cerebro y la mente.

Dentro de los diversos puntos de interés que Estupinyà trata en su libro, y que va desde el sexo en nuestras células, en nuestros genitales al sexo en las consultas médicas, el divulgador científico toca un tema, que desde ya hace varios años, ha sido una verdadera pasión, por ejemplo, para los primatólogos: La monogamia vs la fidelidad, y extrapolación a los humanos.

la ciencia del sexo ok

 

Monogamia social

Pere, -quien concedió una entrevista que le concedió a El Mostrador Cultura+Ciudad, en el marco de la charla La ciencia del sexo que dio en el Festival Puerto de Ideas, de Valparaíso-  ha pasado los últimos dos años preocupado de todo tipo de manifestaciones y explicaciones sexuales, es enfático en afirmar que la «monogamia social» está presente en múltiples especies del reino del animal, pero que la monogamia sexual, o sea la «fidelidad», es una «cosa extrañísima en la naturaleza. Dicho de otro modo, la monogamia es natural y la fidelidad «antinatura».

En los humanos, explica, la monogamia y la fidelidad suelen ir juntas, pero en la naturaleza monogamia social (formar núcleos familiares estables) y monogamia sexual (aparearse exclusivamente con una pareja) son bien diferentes.

«En el caso de las aves, hay varios clases de pájaros que son monógamos. Que forman un nido, con su pareja, para toda la vida. Pero eso no significa que no deposite sus genes en otros nidos. El propio no lo abandona, no es lo suyo tener varios nidos, pero si tiene la oportunidad, se aparea. Tanto macho como hembra son infieles para maximizar cantidad y calidad de descendencia», explica el divulgador, para quien es justo afirmar en términos evolutivos que en la especie animal «tenemos instintos monógamos, infieles y celosos».

sexopareja

 

¿La fidelidad en los humanos, entonces, va contra la naturaleza? Estupinyà, piensa que sí y y lo afirma de manera tajante. «¡Absolutamente!, la monogamia social está determinada en nuestros genes, pero la monogamia sexual, la fidelidad, es una construcción cultural», dice.

Ahora bien, que sea la fidelidad un comportamiento antinatural, eso no significa que esté mal. Dicho de otros modo, «hay muchas cosas, que son antinaturales, pero está bien que así sea. Las guerras son completamente naturales en la especie humano, han existido siempre, pero evitarlas, porque somos sujetos que aprendemos de nuestra experiencia, está bien, aunque vaya en contra de nuestra propia naturaleza».

Creer que solo lo natural es justificable, aclara Pere Estupinyà, es caer en las llamadas naturalistic fallacy que se utilizan siempre de manera interesada, pero que en ningún caso deben usarse como criterio moral.

En el caso de la especie humana, un caso singular que el divulgador ha citado en otras publicaciones, es «la ovulación oculta en mujeres -las hembras humanas son de las pocas que no muestran señales visibles, olfativas, o de comportamiento claro de estar ovulando-, junto con que seamos también de las poquísimas especies en que las hembras sienten deseo sexual durante todo el ciclo menstrual -una gata o una chimpancé pasa olímpicamente de tener sexo si no está fértil), se interpretan como adaptaciones monógamas para mantener al macho cerca motivado a reproducirse porque no sabe cuando la hembra está fértil o no, y temeroso que si se va por ahí algún otro la fertilice. Evolutivamente hablando lo peor que le puede pasar a un macho es cuidar unos hijos que no llevan sus genes».

ciencia sexo Pere

Repertorio de prácticas sexuales

Para el autor también de El ladrón de cerebros (Debate, 2010) y de Rascar donde no pica (Debate, 2012), la preocupación por estudiar científicamente el sexo, nació de un cuestionamiento sencillo. «Nadie se extraña que se hable de la nutrición o del deporte desde el punto de vista científico. ¿Y por qué no hablar de sexo? si el sexo es una parte muy importante de la actividad humana. Está codificado genética, hormonal y fisiológicamente», dice Estupinyà, para quien estudiar el sexo es más natural que estudiar científicamente el amor que muchísimo más joven que el sexo evolutivamente.

Entre las observaciones llamativas, Estupinyà revela que al mirar las estadísticas el repertorio de prácticas sexuales entre los humanos está está creciendo aceleradamente. «No es que muchas de estas prácticas no se ha hayan hecho nunca, no, existen desde siempre, lo que ocurre es que ahora hay más. «Gente que se atreva probar la bisexualidad, antes había, ahora hay más. Sexo anal heterosexual, siempre ha habido, pero ahora hay más y aquí ha influido la pornografía».

El sexo online y la pornografía, explica el divulgador científico, ha moderado nuestros comportamientos, «incluso de manera educativa haciendo más variado nuestro repertorio de prácticas sexuales.

En este punto es clave pare el análisis -dice Estupinyà- diferenciar lo que es orientación y comportamiento sexual. «Por orientación se entiende si te gusta el género opuesto, el mismo género o ninguno, como es el caso de los asexuales. Por ejemplo una persona puede tener una orientación  gay, pero por temas sociales, tiene comportamiento hétero. No es lo mismo lo que sientes y lo que haces», explica.

¿Pero cuál es el límite que separa un comportamiento sexual- cualquiera que fuese- con un parafilia? Estupinyà, señala que no es un tema cerrado, pero pone la vara en lo que se establece generalmente como obsesión y daños a terceros. » Cuando el comportamiento, como la pederastia, hace daño a los niños, y muy profundos, eso es un trastorno».

Adicciones y fantasías

Otro de los temas que también genera controversia y que se suelen confundir es la hipersexualidad y la adicción. «Se ha constatado que en la actualidad ha aumentado el número de adictos al sexo, entre otros factores del sexo online», dice el divulgador. «El primer lugar hay que aclarar que el hipersexual es aquel que tiene una permanente motivación por el sexo, pero que llegado el momento se puede controlar, el adicto en cambio es aquel que teniendo la misma cantidad de deseos, no lo logra. Pero para que existe un adicto, debe tener una predisposición a la adición».

La pornografía, aclara el español, no produce adicción, pero en aquel que tiene esa predisposición, la puede gatillar, advierte.

En cuanto a la sexualidad sana, el investigador ha constatado que el sexo hoy se disfruta mucho más, por varios factores. Uno ha sido el cambio que ha experimentado el rol de la mujer, que está mucho más liberal, y lo segundo nuestras propias costumbres como el hecho de que hoy la gente se casa más tarde.»El hecho de que la estabilidad laboral no empiece a los 20 años, como antes, sino ahoya ya a los 30 y más, esto retrasa el matrimonio,  y te da unos años extra de juventud, donde ya no eres un adolescente, sino un adulto que ahora ve en la sexualidad algo que quiere disfrutar más».

Una de las diferencias entre la riqueza de la sexualidad femenina y masculina, está en nuestras mentes. «Se ha comprobado que el hombre piensa muchas más veces en sexo que la mujer, pero ésta, pensando menos, tiene mayor diversidad en cuanto a las cosas que imaginar puede hacer en el sexo».

Vea la charla de Pere Estupinyà en el Festival Puerto de Ideas

 

 

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