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Primera charla del Congreso del Futuro alude a la desconfianza en los políticos y propone mantener a raya al mercado Michael Sandel dictó la charla «Lo que el dinero no puede comprar: los límites morales del mercado»

Primera charla del Congreso del Futuro alude a la desconfianza en los políticos y propone mantener a raya al mercado

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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El doctor en filosofía política y profesor de la cátedra más popular de la Universidad de Harvard, la de «Justicia», lanzó los dardos directamente contra el modelo de los Chicago Boys, al reparar que el gran problema es cuando se pasa de la economía del mercado a la sociedad del mercado, en donde hasta los valores tienen su precio, razón en la que descansa también la desconfianza en los partidos y la representación popular de los políticos.


Con una hora de retraso, a la espera de que llegara la Presidenta Bachelet, partió esta mañana el V Congreso del Futuro, la mayor convención de mentes brillantes de América Latina, en donde durante una semana se realizarán múltiples charlas y paneles en Santiago y regiones para debatir sobre los desafíos del científicos y humanistas del mañana.

Para abrir la jornada de reflexión se escogió la charla magistral de Michael Sandel, doctor en filosofía política y profesor de la Universidad de Harvard, donde imparte una de las cátedras más populares de la prestigiosa universidad de Estados Unidos: la de «Justicia», un curso agudo y crítico en el que se han matriculado estos últimos años más de 14.ooo alumnos.

La elección de partir con Sandel , sin duda, no fue al azar. Lo suyo era tocar, de entrada, puntos clave.

Su teoría filosófica que emana de la pregunta ¿Qué es lo que hay que hacer correctamente? puso al frente de su exposición uno de los problemas que, junto a la corrupción, marcó la agenda del país: la crisis política, la desconfianza en los partidos y la falta de credibilidad en los propios políticos.

La base argumental de Sandel parte de la constatación de que «existe una falta de confianza creciente en los partidos políticos establecidos y hacia los políticos en todo el mundo y esto está conectado directamente con la frustración de la gente por la falta de credibilidad en las sociedades democráticas».

moral para transmision

Lo que se impone, según el filósofo, como primera tendencia para el fundamento de la crisis son los vacíos en términos del discurso político. «Las personas quieren un discurso respecto de las grandes interrogantes que importan en la vida, incluyendo las preguntas que representan temáticas de ética, de justicia y de igualdad. La gente está frustrada porque piensan, con mucha razón, que en la mayoría de las sociedades democráticas estas grandes preguntas no se responden de forma seria».

La segunda tendencia –explica el profesor de Harvard– es que actualmente se vive en la fase «triunfalista» del capitalismo, en la supremacía de los mercados. «La primera gran expresión en este sentido se ubica en los 80, con Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en Estados Unidos, donde instalaron este devenir del reconocimiento político».

Una década después, este modelo de supremacía –sostiene Sandel– se consolidó, con un gran problema: se hizo sin abrir un debate político.

«Nosotros hemos cambiado, casi sin darnos cuenta, desde tener economías de mercado a convertirnos en sociedades de mercado, y la diferencia es que la economía es una herramienta valiosa y muy efectiva para organizar las entidades productivas, pero las sociedades de mercado están presentes en todas las áreas de la vida, convirtiéndose en  valores de mercados», apunta el intelectual, quien enfatiza que, más allá de los bienes materiales, el mercado empieza a dominar las relaciones personales, a establecerse en la vida, en la salud de las personas, en los medios de comunicación, en el Poder Legislativo, en la política, en la vida civil.

«La mercantilización de las vidas y de los seres humanos, es lo que agudiza el tema de las desigualdades», opina.

Hay cosas que el dinero y el mercado no pueden comprar, «aunque lo han intentado»: la amistad. Aunque cuando se compre compañía, «eso no va a funcionar», dice, porque, en lugar de afiatarla, «lo que hará es disolverla».

«Lo que sí puede hacer es comprar bienes para manejar de mejor manera la vida social y la pregunta es: ¿deberíamos?», manifiesta.

En esta parte, el intelectual estadounidense lanza un ejemplo en donde, si se siguieran las lógicas del mercado, todos los valores se perderían: «Si aplicamos una lógica estricta de los Chicago Boys, no hay ninguna razón de que podamos impedir, por ejemplo, comprar órganos para transplante, porque estamos hablando de leyes de oferta y demanda. ¿Por qué entonces no dejar que la gente compre riñones, por ejemplo, o compre votos electorales si la mayoría de las personas no quieren votar?», se pregunta.

Lo que frena que estas cosas no se hagan abiertamente, apunta Sandel, ciertamente no son los criterios regulatorios, sino «la cuestión moral que yace detrás de todo esto».

Ahora, ¿cuáles son las preguntas que cómo sociedad se necesitan para revitalizar la vida democrática?

Según Sandel, la primera es cómo podemos mantener al mercado en su territorio, cómo determinar cuándo sirve a los bienes públicos y cuándo no, dónde no se aplica toda la lógica de mercado de los Chicago Boys, o no.

Como ejemplo de esta supremacía sin control de los mercados, el doctor en filosofía política cita que en EE.UU. la Corte Suprema ha abolido, incluso, las restricciones más pequeñas, más modestas a las contribuciones a las campañas electorales, en términos monetarios. «En las campañas actuales de los Estados Unidos, más de la mitad de los fondos que llegan a las campañas vienen de los privados, y proceden de solo 188 familias, que son las que, a su vez, controlan el mercado».

Para evitar que el mercado se instale en las áreas que antes eran de exclusividad de los seres humanos, en la charla de esta mañana en el ex Congreso con la Presidenta Bachelet presente, Sandel invita a encontrar un camino en que que el discurso público sea más abierto a las preguntas morales. «Si no podemos tener un debate real, con respeto mutuo, con civilidad, donde el centro del debate sean cuestiones éticas, con principios y convicciones morales, no seremos capaces de restringir el mercado a su territorio», sentencia.

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