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Cuento de Ignacio De Ferari Vial: “Un sueño hecho realidad” CULTURA

Cuento de Ignacio De Ferari Vial: “Un sueño hecho realidad”

Ignacio de Ferari Vial
Por : Ignacio de Ferari Vial Abogado, U. de Chile
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El siguiente relato cuenta cómo algunos encuentros pueden tener desenlaces insospechados.


La idea era juntarse en un café de Avenida Italia y ponernos al día, pero, como sucede con los planes, algo surge y las cosas cambian sobre la marcha. Entonces, en vez de esperarla balanceándome en una silla tamborileando la mesa con los dedos, me mecía entre sus piernas que se enlazaban sobre las mías. Absorto, mirando su tez con arrobamiento, con dulzura, en éxtasis. Su cara, donde se amancebaban nuestros labios, era puro júbilo. El beso que nos dimos fue infinito; nuestras lenguas se regocijaban cosquillándose mutuamente. La suavidad de sus senos prendía mi piel. Más abajo, un manantial que chorreaba a cántaros hacía que fuera tan sinuoso como sutil deslizarme dentro de ella, sumergirme y reventar en espuma.

“Estar contigo es un sueño que se ha hecho realidad” me oyó decirle con sosiego. Un tanto perpleja, fijando su mirada en mí, entre gemido y gemido exclamó “¿ah, sí? ¿por qué?”, sonriendo con malicia. Y en un último jadeo, suspirando, musitó “Guiso, me corrí”. Su rostro se iluminó con la misma luz que vi antaño. Me besó, me abrazó, comenzó a reírse a carcajadas. Reía su boca, reían sus pulmones, era su cuerpo todo el que soltaba la risa. Guiso… mote cariñoso con el que mi familia me bautizó cuando comencé a balbucir mi nombre, los muy cercanos lo conocían. Lo dijo con naturalidad, como si nunca lo hubiese dejado de pronunciar. Me llamó por mi sobrenombre originario, que le fue tan íntimo, con la confianza de compartir el mismo lecho toda una vida, como si estos 20 años sin saber el uno del otro hubiesen sido sólo un malentendido de un par de días; le brotó de los poros.

Fui al baño a refrescarme. Constaté con estupor que transpiraba cascadas de endorfinas semejantes a las que ella sudaba a goterones. No sé cuánto rato nos miramos -sentada en la cama, yo de pie-, ni menos el que había pasado desde que acabamos. La quietud se rompió de repente. Sentí el eco de un susurro como un trueno que me despabiló del trance. Era su voz rasgando el silencio con otra pregunta, que me pilló en descampado, y cuya respuesta la apremiaba. Era un sí o un no, sin medias tintas, y según lo que contestara concluiría el desenlace.

-“¿Traes más condones?”.

*Tanto los personajes de este relato como los hechos que narra son inventados; existen solamente en la imaginación. Se inspiran en la pregunta sobre las parejas que rompen definitivamente y, muchos años después, se reencuentran: ¿retoman la relación o inician una nueva? Cualquier parecido o semejanza con la realidad es pura coincidencia.

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