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Óscar Barrientos: “En Magallanes se produce una entrañable vorágine muy cercana al sincretismo” CULTURA

Óscar Barrientos: “En Magallanes se produce una entrañable vorágine muy cercana al sincretismo”

Marlyn Antilef
Por : Marlyn Antilef Periodista con mención en gestión cultural, diplomada en edición y publicaciones y en periodismo digital.
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El libro “El rencor vino del frío” está repleto de personajes mitológicos que transitan en escenarios comunes que se transforman en fantasiosos, tales como un bar, ríos, puertos o un asilo de ancianos.


En aguas lejanas, explorando un peñón dentado, el capitán Drummer encuentra un ser antropomorfo mutado con tentáculos. Su rostro, sin embargo, es humano, demasiado humano: “Se parece un poco a mi tío Víctor”. Esta es la historia de cómo Víctor Colitis encaja en la sociedad a pesar de su anomalía. Pero esa fealdad es moral, su rencor viene del frío que lo incubó y Víctor no puede evitar convertirse en un poeta que traiciona las causas justas.

En estos diez cuentos el reconocido autor magallánico Óscar Barrientos Bradasic juega al contraste con una escritura elegante y cuidadosa que alza historias de origen oscuro o pedestre. Criaturas indefinidas llenas de ideologías revolucionarias, grandes o ridículas estafas, disfraces de animales míticos o personajes de Tolkien, aventuras de corpóreos y ríos contaminados que engendran, bares que son refugio por el clima o fantásticas sectas de culto marítimo; el extremo sur del mundo es misterioso y estremecedor pero también mágico y lleno de ternura.

— ¿Escribir desde Magallanes es parte de una resistencia territorial? ¿O solo es tu lugar de creación?

– En mi entender son ambas cosas. Por un lado, es el territorio donde nací y me críe, el lugar donde tengo familia y amigos, el espacio donde trabajo y además de ello, concibo el influjo territorial como un laboratorio escritural. En mi tierra están también los fantasmas y las obsesiones que me habitan, pasiones, decepciones, júbilo, dolor y por cierto, los elementos conceptuales, el estrecho de Magallanes como una pertenencia a dos océanos, la pampa, la inmensidad, esa desolación de la que hablaba Gabriela Mistral. Ese apego no quiere decir en ningún sentido provincianismo, muy por el contrario, trato que mi literatura dialogue con expresiones poéticas de muchas latitudes y tradiciones. Seguido a ello, siento que los escritores y artistas territoriales estamos siempre llamados a ampliar y completar la noción de país, mucho más allá de lo metropolitano y a resistir en importante medida, el centralismo como una política de estado que no solo ha sido nociva para nuestros territorios sino también para Santiago. Desde cierto tiempo a esta parte, hemos creado el Colectivo Pueblos Abandonados que aúna a autores de diversas partes del país y ha sido enriquecedor compartir no solo nuestra fragmentariedad significativa sino nuestro imaginario, que ensancha y diversifica el Chile literario.

—¿Te inspiraste en alguna historia o leyenda magallánica para escribir los cuentos?

– Para mí, el mito está siempre presente como una sombra que permanentemente interroga a la realidad. No los veo como arquetipos o representaciones que dormitan en enciclopedias añosas o como nociones absurdas que caen en el basurero de la falsedad. Al contrario, el mito y la leyenda para mí son fuertes cajas de resonancia que en importante medida, traducen la necesidad de quebrar cierto majadero realismo y por otro lado, se proyectan en personajes que eventualmente podrías encontrar en un café o en la cola del banco. Por ejemplo, hay un cuento donde un descendiente de las familias colonizadoras anda cazando pokemones porque los fantasmas culpabilizadores del genocidio lo persiguen por doquier o un personaje como el gaucho cabrío, una suerte de fauno de Tierra del Fuego. Creo que además en Magallanes se produce una entrañable vorágine muy cercana al sincretismo que tiene referencialidad con las mitologías de los pueblos originarios, las creencias de origen europeo y matrices conceptuales tan importantes como las provenientes de Chiloé.

—¿Cómo fue el proceso de crear relatos mitológicos? ¿Qué herramientas literarias te fueron útiles?

– Los cuentos para mí son parte de un proceso muy larvario. Al principio es una imagen o una anécdota que es disparada como una flecha al corazón de la imaginación. Y por cierto, los voy construyendo en virtud de un lenguaje, de un ritmo, de un tono que encuentre sentido al texto. Allí entra el mito como una construcción (no científica) pero no necesariamente falsa ya que sobre ello se construye el sentir de las sociedades. En mi caso, el referente simbólico es cardinal. Estos cuentos están repletos de señas en torno a un pasado mitológico que se funde con la contemporaneidad.

—¿Cómo surgió la idea de incorporar la influencia de J. R. R. Tolkien en el cuento Tan al sur de la Tierra Media? ¿Fue sencillo o desafiante traer este imaginario de Tolkien a Punta Arenas?

– Me llamó la atención que existieran tantos grupos en Chile que seguían los libros de Tolkien no solamente leyéndolos, sino estudiándolos e incluso incorporándolos a sus vidas como idearios místicos o existenciales, incluso disfrazándose. Las películas de Peter Jackson fueron filmadas en Nueva Zelanda y por lo que advierto en las imágenes, me parece una geografía que guarda grandes coincidencias con el sur austral chileno. Desde siempre, encontré un buen villano a Saruman ya que unificaba el oficio de hechicero con cierto apetito por lo industrial. Esos elementos me hicieron construir un cuento algo jocoso sobre la personificación de estos personajes en ciudades tan lejanas como Punta Arenas.

—Los diez cuentos del libro incorporan personajes que atraviesan conflictos personales y sociales, ¿por qué escogiste crear cuentos por separado y no una novela? ¿Podrías adelantarnos si es que esos cuentos ocurren en una misma línea temporal? Finalmente, ¿los cuentos son parte del mundo Barrientos Bradasic?

– Nunca lo entendí como una novela, aunque hay un par de cuentos que estarían por extensión y también por cierta estructura capitular cerca de una nouvelle. Una de los elementos que más me gustan de los libros de cuentos -al menos los de mi predilección- es que se parecen a un buen disco, en el sentido en que un tema se desarrolla y se cierra, de inmediato se pasa a otro que propone otro universo y así. El cuento es probablemente mi género favorito, comparte con la poesía una apuesta por la síntesis, pero tiene algo en la hechura del carácter industrioso que conlleva la novela. Ese mundo que se encuentra en los cuentos que componen El rencor vino del frío son parte de mi territorio, de las fantasías que elaboro en mi vida diaria, de mi transitar por esa ciudad meridional donde el viento polar recorre la anchura del mar.

—Si no fuera Punta Arenas, ¿en qué otra región o ciudad hubiera estado ambientado “El rencor vino del frío”?

– Son libros donde la referencialidad territorial al universo simbólico magallánico toma un importante protagonismo. Quizás en otras ciudades que fueron en cierta época muy relevantes en mi vida como Valdivia. Quizás Chiloé, que es una isla que me fascina.

—¿Qué artista (o artistas) tendría El rencor vino del frío en su velador?

– Un artista que viviese en un lugar apartado, que conviviera con la soledad y que encontrara en esos cuentos una visión desgarrada y a la vez cómica de su propia lejanía. Que lo leyese desde un faro, un barco que navega los canales, una caleta de pescadores, un villorio o una alcadía de mar.

—¿Fue realmente Víctor una criatura marítima antártica destinada a corromper todo lo que tocaba? ¿O fue la raza humana la que lo llevó a la extrema desdicha?

– Víctor, el personaje que protagoniza el cuento “El rencor vino del frío” es un ser lovecraftiano, cuya maldad no puede evitar hasta el punto de arrebatar lo humano de toda bondad. Entre medio, la poesía esa levedad hermosa que habita en el lenguaje le da la espalda y lo oscurece. No es la primera vez que un lugar tan hermoso como la Antártica se le representa como un espacio donde la oscuridad se traga a los hombres, pensemos en Lovecraft o Poe. No obstante, creo que la humanidad del personaje se encuentra opacada por un irremediable apetito de destrucción a sus semejantes.

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