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El desafío de la justicia climática Opinión

El desafío de la justicia climática

Ezio Costa Cordella
Por : Ezio Costa Cordella Abogado, Msc. en Regulación. Investigador del RegCom de la U. de Chile y Director Ejecutivo de FIMA
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Tener una visión de justicia climática implica propender a que las acciones de adaptación y mitigación consideren dejar en mejor posición a quienes son más vulnerables y tienen menores recursos. Esto, entendiendo que lo más probable es que, estando en esa posición, hayan sido quienes menos contribuyen al cambio climático, principalmente porque tienen menor consumo y menor producción de gases de efecto invernadero. En palabras sencillas, preferir un uso de recursos públicos que se focalice en esas personas, en lugar de, por ejemplo, usarse para dar incentivos a las industrias que mayor impacto han generado.


Hace ya unas semanas se desarrolló la COP24 en Katowice, Polonia. Parte importante de la discusión de los países estuvo centrada, y cómo no, en la manera en que se cumplirá con la meta de no aumentar la temperatura promedio de la tierra más allá de 1,5ºC, dadas las catastróficas consecuencias que ello tendría de acuerdo al último reporte del IPCC. En el estado actual de las circunstancias, eso es considerado una victoria.

Chile ha dicho tener un compromiso con este objetivo y lo ha demostrado parcialmente en el pasado, pero ahora enfrenta un desafío mayor.

Por una parte, debe demostrar su nivel de compromiso en la dictación de una ley de cambio climático, comprometida por el Presidente Piñera con la sociedad civil durante su campaña y anunciada como parte de las medidas del Ministerio del Medio Ambiente durante este año.

Por otra parte, debe dar un paso al frente en el liderazgo regional en la materia, con un Brasil sumido en la oscuridad y que ha dejado absolutamente a un lado el tema.

En ambos esfuerzos, es importante que no pierda de vista un tema que en las negociaciones globales se analiza soslayando sus principales características: la justicia climática.

La Justicia Climática debe ser observada de manera especial. Por una parte, nos referimos a la justicia reparativa relacionada con quienes han causado en mayor medida el cambio climático, aspecto que marcha firme en las cortes de todo el mundo, ya sea exigiendo mayores compromisos de mitigación al cambio climático a países desarrollados, o exigiendo la responsabilidad civil de los productores y vendedores de combustibles fósiles, que por años han seguido fabricando y comercializando estos productos a pesar del daño que conllevan.

[cita tipo=»destaque»]Chile ha dicho tener un compromiso con este objetivo y lo ha demostrado parcialmente en el pasado, pero ahora enfrenta un desafío mayor. Por una parte, debe demostrar su nivel de compromiso en la dictación de una ley de cambio climático, comprometida por el Presidente Piñera con la sociedad civil durante su campaña y anunciada como parte de las medidas del Ministerio del Medio Ambiente durante este año. Por otra parte, debe dar un paso al frente en el liderazgo regional en la materia, con un Brasil sumido en la oscuridad y que ha dejado absolutamente a un lado el tema. En ambos esfuerzos, es importante que no pierda de vista un tema que en las negociaciones globales se analiza soslayando sus principales características: la justicia climática.[/cita]

Por otra parte, la justicia climática es un tema de distribución que se centra en que la modificación social que significa la mitigación del cambio climático y las acciones de adaptación, no reproduzcan las desigualdades existentes. El ejercicio en este sentido es simple: si bien el cambio climático golpea a la sociedad en su conjunto y a todas las personas, algunas tienen condiciones de vulnerabilidad mayores. Eso, por ejemplo, porque la única vivienda familiar que poseen se encuentra ubicada en una zona de riesgo, o subsisten ejecutando labores precarias de extracción de recursos naturales.

Tener una visión de justicia climática implica propender a que las acciones de adaptación y mitigación consideren dejar en mejor posición a quienes son más vulnerables y tienen menores recursos. Esto, entendiendo que lo más probable es que, estando en esa posición, hayan sido quienes menos contribuyen al cambio climático, principalmente porque tienen menor consumo y menor producción de gases de efecto invernadero. En palabras sencillas, preferir un uso de recursos públicos que se focalice en esas personas, en lugar de, por ejemplo, usarse para dar incentivos a las industrias que mayor impacto han generado.

El desafío del cambio climático no debe ser mirado de manera aislada. Es también un desafío para la democracia y un desafío para la justicia. La construcción de soluciones bien elaboradas, por lo tanto, no solo nos debiera permitir superar la emergencia, sino avanzar hacia una mejor sociedad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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