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Obama, el primer presidente negro de EEUU, quiere volver a hacer historia


Barack Obama se convirtió en 2009 en el primer presidente negro de EEUU y ahora, en un segundo mandato a punto de comenzar, intentará volver a hacer historia con una batalla recién iniciada para un mayor control de las armas y la promesa pendiente de una reforma migratoria integral.

Obama juró ayer oficialmente el cargo para un segundo mandato que concluirá en enero de 2017 acompañado de su mujer y sus hijas en una breve ceremonia en la Casa Blanca, previa a la investidura pública y multitudinaria de hoy lunes.

Antes que Obama el último presidente en jurar su cargo dos veces, una de ellas un domingo en la Casa Blanca y la otra en la ceremonia pública un día después, fue Ronald Reagan en 1985 al iniciar su segundo mandato.

De acuerdo con la Constitución, el segundo mandato de Obama comienza automáticamente al mediodía del 20 de enero, pero las celebraciones y la ceremonia pública de juramento frente al Capitolio se han trasladado al 21 enero, lunes.

Frente al Capitolio Obama volverá a jurar el cargo, esta vez con dos ejemplares de la Biblia, uno usado hace 150 años por Abraham Lincoln y otro que fue propiedad del activista afroamericano Martin Luther King Jr.

Se espera que asistan unas 800.000 personas, un récord para una segunda investidura pero lejos de los casi dos millones que el 20 de enero de 2009 se congregaron en Washington para ser testigos del juramento histórico de Obama como el primer presidente negro del país.

Obama entrará este lunes en el selecto y reducido club de presidentes de EE.UU. que han pronunciado más de un discurso de investidura (16 de sus predecesores lo hicieron).

En el discurso de este lunes Obama dará una visión general de lo que será su segundo mandato y de los «valores» subyacentes en su agenda de prioridades, según dijo hoy David Plouffe, un alto asesor del presidente, a la cadena CNN.

Los detalles de sus propuestas para los próximos cuatro años, que incluyen seguir impulsando la recuperación económica, culminar la retirada de Afganistán en 2014, lograr un mayor control de las armas y una reforma migratoria, los explicará en el discurso anual del Estado de la Unión, previsto para el 12 de febrero.

El vicepresidente Joe Biden también juró ayer formalmente el cargo a primera hora de la mañana ante la hispana Sonia Sotomayor, magistrada del Tribunal Supremo, en una ceremonia con su familia y una veintena de invitados en el Observatorio Naval, en el noroeste de Washington.

Después Biden y Obama depositaron una ofrenda floral en la tumba al soldado desconocido del cementerio militar de Arlington, a las afueras de Washington, y a continuación el presidente asistió a un servicio religioso junto a su familia en una iglesia del centro de la capital.

Los votantes le dieron la reelección en noviembre pasado y con ella una segunda oportunidad para ir construyendo un legado que deje huella.

Entre sus retos más urgentes tras la masacre en diciembre en una escuela de Newtown (Connecticut) que conmocionó al país está el de lograr un mayor control de la tenencia y venta de armas, una tarea con un gran riesgo político tanto para él como para su partido, el Demócrata.

Tiene colgado en una de sus oficinas de la Casa Blanca un dibujo hecho por una de las niñas asesinadas en Newtown y se ha involucrado de forma muy personal en un asunto, el del control de las armas, en el que ningún presidente ha logrado avances en años recientes.

También pretende poner en marcha la reforma migratoria integral que prometió en 2008 y que, según él, se ha estrellado una y otra vez contra la oposición republicana, más abierta a dialogar ahora tras admitir el imparable incremento e influencia de la población latina en EEUU.

A sus 51 años, sus dos hijas han crecido sin que se diera cuenta y a veces se siente «solo» en la Casa Blanca porque no quieren pasar mucho tiempo con él, mientras para su esposa, Michelle, sigue siendo el mismo hombre del que se enamoró cuando se conocieron en Chicago.

Nació un 4 de agosto de 1961 en Hawai, el estado más joven y lejano del país, y le pusieron de nombre Barack como su padre, el economista keniano educado en Harvard Barack Obama padre, pero quien realmente le marcó fue su madre, Stanley Ann Dunham, una antropóloga de Kansas.

Tras la separación de sus padres cuando apenas tenía dos años, el pequeño Barack Hussein volvió a ver a su progenitor solo una vez más y el nuevo matrimonio de su madre lo llevó al país de su padrastro, Indonesia, donde se educó en escuelas musulmanas y católicas.

A los 10 años su madre lo envió de vuelta a Hawai, con sus abuelos, para que recibiera una mejor educación. En su adolescencia tuvo escarceos con las drogas y estaba más pendiente del baloncesto que de los libros, pero fue un alumno brillante y terminó estudiando Políticas en la Universidad de Columbia y Derecho en Harvard.

Su abuela materna, Madelyn Payne Dunham, fallecida el día antes de su triunfo electoral el 4 de noviembre de 2008 y quien lo quiso «más que a nada en el mundo», lo inspiró a pensar en grande.

Ella «creía en la promesa fundamental del sueño americano» de la recompensa al trabajo duro «y nos resucitó» con su ejemplo, según Michelle, una abogada con la que Obama se casó en 1992 y con quien tiene dos hijas, Malia (14 años) y Sasha (11).

Chicago, la ciudad de Michelle, le ha dado mucho al presidente. Allí se mudó en los ochenta y fue trabajador social, luego profesor y defensor de los derechos civiles hasta dar el salto a la política en 1997 con su elección como senador estatal de Illinois.

En 2004, tras ganar relevancia en la Convención Demócrata con un discurso en favor de la reconciliación racial, Obama desembarcó en la política nacional y entró al Senado.

Galardonado con el Nobel de la Paz en 2009 por sus «esfuerzos extraordinarios por reforzar la diplomacia internacional», puso fin a la guerra de Irak en su primer mandato, ha fijado el camino para la retirada de Afganistán y autorizó la operación militar que acabó con la vida de Osama bin Laden el 1 de mayo de 2011.

También aprobó en 2010 una histórica reforma que establece el seguro médico obligatorio, un logro sobre el que la sociedad estadounidense permanece muy dividida.

La polarización en el Congreso entre demócratas y republicanos se acentuó durante su primer mandato y eso bloqueó iniciativas de ambas partes para impulsar la economía tras la mayor crisis desde la Gran Depresión, aunque Obama rescató con éxito a la industria del motor en 2009 y sacó adelante la ley de reforma del sistema financiero.

Al igual que la reforma migratoria, el cierre de la cárcel de Guantánamo (Cuba) es otra de las promesas pendientes de Obama, quien durante los últimos meses no se ha pronunciado públicamente sobre ese espinoso asunto.

Él mismo ha reconocido que uno de los mayores errores de su primer mandato ha sido no saber «conectar» mejor con los ciudadanos.

Ante las críticas que lo caracterizan como un político aislado y «poco sociable», en la última rueda de prensa antes de su segunda investidura se calificó a sí mismo como «un tipo bastante amigable», a quien le gusta «una buena fiesta»

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