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Las luces y (algunas) sombras de los cuatro años de César Barros al frente de La Polar

Héctor Cárcamo
Por : Héctor Cárcamo Periodista El Mostrador Mercados
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Pocos pelos no canos le quedan a César Barros. El carismático empresario acaba de cerrar casi cuatro años como presidente de La Polar, la empresa que protagonizó en 2011 uno de los mayores escándalos de la historia del mercado local  y estuvo virtualmente quebrada.

Barros asumió dos semanas después que se develara el fraude financiero en la firma que presidía Pablo Alcalde y, luego de hacer resurgir desde las cenizas la compañía –y reducir a una mínima expresión la deuda–, dejará su cargo a partir del 31 de marzo próximo.

Ayer anunció la decisión al directorio y aunque algunas fuentes señalan que no esperaban la noticia para ayer, en el entorno de Barros afirman que todos tenían certeza de que iba a ocurrir.

Barros, el deslenguado columnista de La Tercera y conocido por negociar la deuda de las salmoneras en 2009 cuando el virus ISA las azotaba, siente que dejó la compañía con la “misión cumplida”.

No son pocos los que respaldan esa visión. Barros eliminó la deuda y al mismo tiempo impidió que quebrara en 2011. Hacia adelante, la compañía puede tomar decisiones sobre lo que hará, pero ya sin pensar en escándalos o pasivos.

Pero el vaso también a ratos está medio vacío. El rotundo fracaso del proyecto en Colombia, que en principio fue respaldado por él y llevó a que el mercado apostara más de US$ 240 millones en un aumento de capital en 2012, es quizás su más triste mancha en la compañía. Barros ha reconocido parcialmente este error.

Y su salida ocurre, además, cuando el precio de la acción toca el suelo casi por completo. Ayer el papel de Nueva Polar bajó de $ 13, reduciendo a casi cero el valor de la compañía para quienes invirtieron hace dos años en la empresa.

Pero Barros se va conforme, cree que habla a través de sus obras y, para él, su obra en La Polar es indiscutible. Ejemplo de ello fue su reciente presentación en un seminario organizado en la prestigiosa Universidad de Columbia, Nueva York.

Frente a 200 estudiantes de MBA, Barros hizo un recorrido por la pedregosa vida que vivió en La Polar. “Descubrimos, debajo de cada piedra, una serpiente”, relató, según Pulso. También calificó el escándalo como “el Enron chileno”.

Hombre de pensamiento político cercano a la derecha, apuesta duro en los párrafos que le otorga La Tercera en algunas de las ediciones de domingo. Genera críticas, no pasa inadvertido. Tampoco en La Polar.

Desde que se estrenó como presidente del retailer, Barros fue al frente. Hizo una ardua negociación con los bancos y AFP para que le perdonaran gran parte de la deuda en 2011, que superaba los US$ 1.000 millones.

Una parte de ella sólo se postergó y La Polar se vio obligada, cuatro años después, a renegociarla y esta vez forzar a bancos, AFP, aseguradoras y otros inversionistas, a asumir en agosto pasado gran parte de la pérdida, a cambio de recibir acciones de la multitienda, lo que los dejó con dos tercios de la propiedad.

Justamente, ayer continuaba la conversión en acciones de los bonos que les ofreció la compañía que lideraba hasta ahora Barros. Según explican fuentes cercanas a la empresa y al menos tres altos profesionales del mercado de capitales, el nivel actual de la acción se explica por la liquidez que se está generando con el precio a propósito de esta conversión de la deuda. “El nivel del precio hoy es ridículo”, dice el ejecutivo de un accionista, quien cree que, si se gestiona bien la compañía, ésta tiene un futuro “promisorio”.

Aunque algunos críticos de la gestión de Barros dudan de la real viabilidad de La Polar y dicen que el precio de la acción también va en declive porque no hay un negocio sustentable en el tiempo. Se especula que el retailer definirá sus pasos definitivos en las próximas semanas.

En el camino futuro, Barros, que tuvo duros intercambios con algunos acreedores y accionistas, no estará.

En una carta presentada ante el directorio que sesionó más de cuatro horas desde las 3 de la tarde de ayer, Barros deslizó la necesidad de pasar la posta. “Todos aportamos con nuestras capacidades, aptitudes y habilidades, complementándonos en forma extraordinaria para lograr resultados notables. Pero si miramos hacia adelante, surgen nuevos desafíos, con características y énfasis distintos a los anteriores, y que requieren de nuevas fuerzas, conocimientos y destrezas”, dijo.

Y dio en el clavo. Así lo reconocen las diversas fuentes que conocen de La Polar y que creen que se requiere un presidente que conozca el mercado del retail, distinto a Barros, un hábil negociador que logró reorganizar la empresa, sacarla del sótano y sanear sus deudas, pero que no entiende el negocio.

Probablemente, su escaso conocimiento del sector llevó a uno de sus principales errores al frente de la compañía: Colombia.

Era uno de los ejes para reimpulsar a La Polar en 2012 a través del Plan Aconcagua, que incluyó un aumento de capital de más de US$ 240 millones y de los cuales al menos US$ 100 millones se dilapidaron en el sueño cafetero. 

Barros ha reconocido el error en dicho proyecto, aunque todos los consultados advierten que Colombia era un “cacho” que empeoró cuando supieron del aumento en aranceles a las importaciones en dicho país y que no había alternativa.

El fracaso fue tal que, según confirman fuentes cercanas a la empresa, al llevar a la quiebra la operación en ese país, La Polar no habría recibido un solo peso, pues los dineros fueron a pagar a empleados y un crédito local.

Quedará en la duda si no era mejor aceptar la oferta que La Polar recibió de Ripley por US$ 50 millones poco después que estallara el escándalo de las repactaciones unilaterales y las previsiones “optimistas” del equipo que lideraba Pablo Alcalde.

Una fuente cercana a la compañía reconoce que Colombia y los agresivos planes que existían con el Aconcagua definitivamente iban más allá de lo que podían hacer. Dicho reconocimiento hace comprensible la molestia que existe entre quienes apostaron por la compañía, convencidos por Barros de que La Polar ya en ese momento era viable.

De hecho, Barros reconoció en el seminario en Nueva York que la reestructuración de la deuda original se hizo sobre la base de “números poco confiables y en altas expectativas con el plan Colombia”, mismo que lideró él junto a BTG.

El futuro cercano

Pero Barros tiene con qué contentarse. La Polar estaba en el suelo en 2011, su deuda fue repactada, en primera instancia como una vía urgente de rescate y luego como la solución final para avanzar en su venta o su expansión en 2014.

Enfrentó con carácter las negociaciones con el Sernac desde junio de 2011, logró el apoyo del Gobierno de Sebastián Piñera y renovó la plana completa de ejecutivos de la multitienda, además de reencantar con la compañía a sus funcionarios.

Finalmente, los números parecían mejorar en el primer trimestre de 2014, aunque el cierre de año fue lleno de sombras por el impacto de la desaceleración del consumo en el país y las dificultades con los proveedores debido a la incertidumbre que había por la renegociación financiera de la compañía.

Un ejecutivo del sector financiero que conoce de cerca a La Polar, dice que el precio de la acción debiera recuperarse en las próximas semanas una vez que termine la conversión de los bonos. Junto con ello, el Ebitda de la compañía debería subir considerablemente ya sin deuda que pagar y sumado al beneficio de tener créditos tributarios cuantiosos por las millonarias pérdidas acumuladas.

Sin embargo, el escenario más próximo que enfrenta La Polar es la posibilidad alta de que cambie de propiedad.

Los rumores sobre la venta de la compañía corren por estos días. Pero la decisión correrá por parte de los nuevos dueños: los bancos. Representantes de la mayor parte de la deuda en proceso de conversión en acciones, las principales entidades financieras llegarán muy probablemente a la junta de accionistas del próximo 24 de abril como controladores de la firma junto a las AFP.

Allí se definirá el nuevo directorio, ya con un nuevo presidente y desde entonces se definirá el nuevo plan de La Polar.

Las apuestas en el mercado apuntan a que la compañía será vendida en un período relativamente rápido. Algunos retailers pequeños chilenos podrían estar entre los interesados, aunque también ha sonado el posible regreso como interesado de Álvaro Saieh, controlador de SMU, que aún tendría un paquete de acciones en la empresa.

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