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Arzobispado de Berlín vende sus iglesias al mejor postor por falta de fieles

Estadísticas oficiales estiman que, actualmente hay en Alemania un 10 por ciento menos de católicos y un 17 por ciento menos de evangélicos de los que había a comienzos de los años noventa. Y tal como lo dicta la lógica del capitalismo: sin creyentes no hay dinero, y sin dinero no queda más remedio que deshacerse de los templos. Se calcula que en 10 años, 700 iglesias dejaran de celebrar la liturgia.


Si se ingresa a la página web del Arzobispado de Berlín (www.erzbistumberlin.de) se puede leer un anuncio que poco y nada tiene que ver con la misión evangelizadora de la Iglesia Católica y menos con las celebraciones de Semana Santa.

A través de la web de Inmobilien, la organización religiosa intenta vender una capilla y una iglesia histñoricas en los Estados de Brandenburgo y Micklemburgo-Pomerania Occidental. También, se le pone precio a una capilla en Loitz, en 20 mil euros, lo que incluye un terreno de 1.057 metros cuadrados y una iglesia construidas en el siglo pasado. Otra de 175 metros cuadrados de superficie y un terreno de 952 metros se vende por 135 mil euros.

Pero este anuncio no se encuentra sólo en esta página web católica, sino que también lo está en el portal de la Iglesia evangélica (www.kirchengrundstuecke.de), donde se anuncia la venta de unos 170 templos y casa parroquiales.

¿Por qué sucede esta venta masiva de construcciones que datan del siglo pasado y que algún día albergaron a fervientes feligreses? Pues, por la falta de fieles.

Parece simple, pero resulta ser un tema que complica a la práctica de la religión por hace casi una década. El diario español El País, informó que «la Iglesia evangélica clausuró entre 1990 y 2010, 340 templos de los cuales 46 fueron demolidos y es muy posible que otros mil templos tengan que ser cerrados en las próximas dos décadas a causa de un problema que el pastor Reinhardt Maiwack, portavoz de la institución, conoce de memoria. «Entre 120.000 y 150.000 personas abandonan la Iglesia cada año», afirmó Maiwack.

Las estadísticas de la Iglesia Católica son similares. El informe anual 2011-2012 de la Conferencia Episcopal, arrojó que 126.488 personas abandonaron en 2011 la Iglesia católica alemana, un éxodo que obligó a los obispos a cerrar más de 400 templos. «En los próximos 10 años se calcula que unas 700 iglesias dejaran de ser utilizadas para celebrar la liturgia», dijo el portavoz de la Conferencia Episcopal, Mathhias Kopp a El País.

Actualmente, en Alemania un 10% menos de católicos y un 17% menos de evangélicos de los que había a comienzos de los años noventa, lo que significa, bajo la ley del capitalismo, que sin fieles, no hay dinero y sin dinero no hay más remedio que deshacerse de los templos.

Este escenario ha traído bastantes inquietudes en el entorno católico y evangélico, puesto que los lugares que alguna vez sirvieron a la oración como la «casa de Dios», tras su venta se convierten en atractivos turísticos pero no por su pasado religioso, sino que por covnertirse en restaurantes, discotecas, gimnasios u oficinas de lujo. Como ocurrió con la iglesia evangélica Stephanuskirche, en el elegante barrio Eimsbüttel de Hamburgo, o con el monasterio de Geistingen, cerca de Colonia, que fue transformado en un lujoso complejo de viviendas.

Una de ellas fue transformada en una mezquita, situación que enfureció a las autoridades eclesiásticas por considerarlo una herejía.

«El obispo auxiliar católico de Hamburgo, Hans Jochen Jaschke fue un poco más lejos y se atrevió a calificar la operación de compraventa del templo evangélico como una desgracia y que era impensable intercambiar Ia Iglesia y el cristianismo con el islam, una opinión que también fue apoyada por la dirección regional de la CDU, el partido que preside la canciller Angela Merkel».

«La polémica en torno a la iglesia reconvertida en mezquita alcanzó, hace una semana, un grado peligroso y que puede convertir el barrio en un campo de batalla, cuando unos 300 neonazis llevaron a cabo una protesta para impedir la herejía. De inmediato la agrupación Hamburgo contra Nazis convocó a sus miembros para que se apostaran en las inmediaciones de la iglesia. La sangre no llegó al río Elba gracias a la intervención de la policía, pero el incidente marcó el comienzo de una primavera caliente».

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